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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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debería ser aplicado a nuestro bautismo, el cual no es “quitar las inmundicias de la carne, sino demanda de una buena<br />

conciencia delante de Dios”.<br />

CAPITULO 11<br />

Vers. 1–32. EXHORTACION A <strong>LA</strong> OBEDIENCIA. 1. Amarás pues a Jehová tu Dios, y guardarás su<br />

ordenanza.—La razón de la repetición frecuente de los mismos consejos o consejos semejantes, se debe al carácter y<br />

estado infantil del pueblo, que necesitaba “línea sobre línea y precepto sobre precepto”. Además, los israelitas eran un<br />

pueblo obstinado y perverso, difícil de dominar, propenso a la rebelión, y, debido a su larga estada en el Egipto, tan<br />

violentamente adicto a la idolatría. que corrían el riesgo de ser seducidos por la religión del país al cual iban, la cual,<br />

en rasgos característicos, tenía fuerte semejanza a la del país que habían dejado. 2–9. no hablo con vuestros hijos que<br />

no han sabido … mas vuestros ojos han visto todos los grandes hechos que Jehová ha ejecutado—Moisés aquí está<br />

dando un breve resumen de las maravillas y los milagros del juicio terrible que Dios había obrado al efectuar la<br />

liberación de ellos, de la tiranía de Faraón, como también de aquellos que habían sucedido en el desierto; y bien sabía<br />

que podría hacer énfasis sobre estas cosas, porque se dirigía a muchos que habían sido testigos de aquellos hechos<br />

aterradores. Pues se recordará que la amenaza divina de que morirían en el desierto, y la ejecución de la misma, sólo<br />

se extendía a los varones de veinte años arriba, que eran aptos para la guerra. Pero los varones de menos de 20 años<br />

de edad, ni las mujeres ni ninguno de la tribu de Leví, fueron objeto de la denunciación (véase Números 14:28–30;<br />

16:49). Habría podido, pues, haber muchos miles de israelitas en aquel entonces de los cuales Moisés podía decir:<br />

“Vuestros ojos han visto todos los grandes hechos que Jehová ha ejecutado”; y en consideración de aquéllos, este<br />

resumen histórico de Moisés fué bien calculado para despertar sus mentes al deber y a las ventajas de la obediencia.<br />

10–12. Que la tierra a la cual entras para poseerla, no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido—Los<br />

aspectos físicos de Palestina presentan un contraste notable a los de la tierra de esclavitud. Una ancha llanura forma la<br />

parte cultivada de Egipto, y en la mayor parte de esta tierra baja y plana nunca cae la lluvia. Esta carencia de lluvia<br />

natural se llena por inundación anual del Nilo, y por medios artificiales del mismo origen, cuando el río vuelve dentro<br />

de su lecho acostumbrado. Junto a la orilla, el proceso de la irrigación es muy sencillo. El agricultor abre una pequeña<br />

acequia en la orilla de la era donde ha sembrado la semilla, surco tras surco, y cuando ha entrado agua suficiente,<br />

cierra nuevamente la acequia. Donde la barranca es alta, el agua es levantada por máquinas hidráulicas, de las cuales<br />

hay tres clases, de potencia distinta, según el nivel del río. El agua se distribuye por pequeños canales, de construcción<br />

sencilla, formados por el agricultor con un azadón, quien dirige el curso del agua, el cual se cierra o se abre, según<br />

hace falta, por la presión en la tierra con el pie. Así se regaba la tierra donde habían habitado los israelitas largo<br />

tiempo. Semejante vigilancia y laboriosidad no harían falta en la tierra prometida, porque en lugar de ser visitada sólo<br />

en un período breve, y dejada durante el resto del año bajo el calor fuerte del sol, cada estación gozaría de las<br />

benignas influencias del clima suave; los montes atraerían las nubes, y en aguaceros refrescantes las bendiciones de<br />

Dios descansarían sobre la tierra. Tierra de la cual Jehová tu Dios cuida—i. e., regándola, como si fuera, con sus<br />

propias manos, sin ayuda humana o medios mecánicos. 14. la lluvia … la temprana y la tardía—La lluvia temprana<br />

empezaba en el otoño, i. e., principalmente en los meses de septiembre y octubre, mientras que la lluvia tardía caía en<br />

la primavera, i. e., durante marzo y abril. Es verdad que había aguaceros ocasionales todo el invierno; pero en el otoño<br />

y en la primavera eran más frecuentes, copiosas e importantes; porque la lluvia temprana era necesaria, después del<br />

verano caluroso y largo, para preparar la tierra [PAG. 164] para recibir la semilla; y la lluvia tardía, que venía un poco<br />

antes de la cosecha, era de la más grande utilidad para vigorizar los poderes agotados de la vegetación. (Jeremías 5:24;<br />

Joel 2:23; Amós 4:7; Santiago 5:7). 15–17. Daré también hierba en tu campo para tus bestias—Sin duda la bendición<br />

especial de las lluvias temprana y tardía fué causa principal de la fertilidad extraordinaria de Canaán en tiempos<br />

antiguos. Aquella bendición fué prometida a Israel como una recompensa temporal por su fidelidad al pacto nacional.<br />

Se amenazaba con retirarlas por su desobediencia o apostasía; y muy señaladamente se ve la ejecución de aquella<br />

amenaza, en la esterilidad actual de Palestina. Mr. Lowthian, un agricultor inglés, que fué impresionado en un viaje<br />

de Joppe a Jerusalem, al no ver un tallo de hierba, donde aun en los lugares más estériles de Inglaterra se hallaba<br />

alguna vegetación, prestó su atención particularmente al asunto, y siguió su averiguación durante una residencia de<br />

un mes en Jerusalem, donde supo que sólo se vendía una cantidad miserable de leche a los habitantes a un precio muy<br />

elevado, y que era generalmente leche de burra. “Muy claramente”, dijo, “pude ver que la esterilidad de grandes<br />

porciones del país se debía a la cesación de la lluvia temprana y tardía, y que la ausencia de hierbas y flores hacía que<br />

no fuese más, la tierra que fluye leche y miel” (v. 9). 18–25. pondréis estas mis palabras en vuestro corazón,… y las<br />

ataréis—(Véase cap. 6:8). Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie, será vuestro—no como si los judíos<br />

hubiesen de ser señores del mundo, sino de todo lugar dentro de la tierra prometida. Les sería cedida, y poseída por<br />

ellos, bajo la condición de la obediencia, desde el desierto—la Araba en el sur; Líbano—el límite septentrional;

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