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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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incienso como también para el aceite en el tabernáculo, aunque recibe ilustración por las costumbres en Egipto, era<br />

peculiar, y siendo prescrita por autoridad divina, no tenía que aplicarse para fines comunes o inferiores.<br />

CAPITULO 31<br />

Vers. 1–18. BEZALEEL Y AHOLIAB. 2. Mira, yo he llamado—Aunque las instrucciones acerca del tabernáculo<br />

fueron comunicadas particularmente a Moisés, era claramente imposible que él vigilara la obra en persona, entre la<br />

multiplicidad de sus otros deberes. Un director jefe o constructor fué elegido por Dios mismo; y el nombramiento por<br />

autoridad tan elevada quitó todo motivo de celos o descontento de parte de cualquiera que habría podido creer que se<br />

pasara por encima de sus méritos (comp. Mateo 18:1). por nombre a Bezaleel—que significa “a la sombra o protección<br />

de Dios”, y como llamado a ejecutar un deber de gran magnitud, a cumplir un cargo confidencial en la antigua iglesia<br />

de Dios, tiene señalada su familia y linaje con marcada distinción. Pertenecía a la tribu de Judá, a la cual, sin duda por<br />

motivos sabios e importantes, Dios se complacía en honrar; y era nieto de Hur, patriota piadoso (cap. 17:12), que<br />

estuvo asociado, por mandato especial, con Aarón en el gobierno del pueblo durante la ausencia de Moisés. Además,<br />

se puede notar que una tradición hebrea afirma que Hur era el esposo de Miriam (María); y si se puede confiar en esta<br />

tradición, nos da una razón adicional en favor del nombramiento de Bezaleel emanado de la autoridad directa de<br />

Dios. 3–5. lo he henchido de espíritu de Dios—Es probable que hubiera sido dotado naturalmente de un talento<br />

mecánico, y hubiese adquirido en Egipto gran conocimiento y pericia en las artes útiles como también en las liberales,<br />

de suerte que vino a ser un artesano de primera clase, competente para hacerse cargo de la obra tanto la sencilla como<br />

la ornamental, que exigía la construcción del sagrado edificio. Cuando Dios tiene alguna obra especial que hacer,<br />

siempre levanta instrumentos capaces de hacerla; y es probable que él diera al hijo de Uri aquella aptitud natural<br />

vigorosa y aquellas oportunidades de ganar pericia mecánica, con miras ulteriores a este puesto de responsabilidad. A<br />

pesar de que fué su gran deber conformarse con fidelidad escrupulosa al modelo provisto, había lugar amplio para el<br />

talento inventivo y la exactitud aunados al buen gusto en la ejecución de la obra; y sus dones naturales y adquiridos<br />

eran ampliados y estimulados para tan importante obra. 6. yo he puesto con él a Aholiab—El pertenecía a la tribu de<br />

Dan, una de las de menos influencia y honorabilidad en Israel; y aquí, también, podemos descubrir la evidencia y los<br />

motivos sabios y paternales, en elegir al colega o ayudante de Bezaleel de entre una tribu inferior (1 Corintios 12:14–<br />

25; también Marcos 6:7). he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón—En aquel período, cuando un<br />

solo espíritu se sentía en todo Israel, no era sólo el hombre lleno de un genio celestial quien presidiera toda la obra,<br />

sino todos los que contribuían con su habilidad, experiencia y labor, en prestar aun la ayuda más pequeña, mostrando<br />

así su piedad y devoción en el servicio divino. De igual manera fué en el comienzo del cristianismo (Hechos 6:5; 18:2).<br />

12–17. Con todo esto vosotros guardaréis mis sábados—El motivo para la nueva inculcación del cuarto mandamiento<br />

en este período fué que el gran ardor y anhelo con que todas las clases se entregaban a la construcción del<br />

tabernáculo, los expondrian a la tentación de abusar de la santidad del día de descanso. Ellos podrían suponer que la<br />

erección del tabernáculo fuese una obra sagrada, y que sería un alto mérito, un tributo aceptable, el proseguir la<br />

empresa sin interrupción de un día de reposo; y por lo tanto la precaución aquí dada, en el comienzo de la obra, fué<br />

una advertencia oportuna. 18. tablas de piedra escritas con el dedo de Dios—que contenían los diez mandamientos<br />

(cap. 24:12), llamadas “tablas del testimonio”, porque Dios testificó su voluntad en ellas.<br />

CAPITULO 32<br />

Vers. 1–35. EL BECERRO <strong>DE</strong> ORO. 1. Mas viendo el pueblo que Moisés tardaba—ellos suponían que él había<br />

perdido su camino en la obscuridad o perecido en el fuego. allegóse entonces a Aarón—más bien “contra” Aarón de<br />

una manera tumultuosa, para obligarle a hacer lo que ellos deseaban. Los incidentes relatados en este capítulo hacen<br />

ver el estado de resentimiento popular entre los israelitas, [PAG. 88] el cual está en singular contraste con el tono de<br />

reverencia profunda y humilde que ellos manifestaron en el momento en que fué dada la ley. En un espacio de un<br />

poco más de treinta días, fueron disipadas sus impresiones; y aunque todavía estaban acampados sobre terreno que<br />

ellos tenían todo motivo para considerar santo; aunque la nube de gloria que cubría la cumbre del Sinaí, todavía<br />

estaba ante sus ojos, haciendo una demostración visible de que estaban en cercana comunión, o más bien, en la<br />

presencia inmediata de Dios, obraron como si se hubiesen olvidado completamente de las escenas impresionantes de<br />

las cuales ellos habían sido tan recientemente testigos. y dijéronle: Levántate, haznos dioses que vayan delante de<br />

nosotros—La palabra hebrea traducida “dioses” es simplemente el nombre de Dios en su forma plural. La imagen<br />

hecha fué una, y por lo tanto sería imputar a los israelitas un pecado mayor que aquel del cual eran culpables, el<br />

acusarlos de renunciar al culto del verdadero Dios por los ídolos. El hecho es que ellos necesitaban, como niños, tener<br />

algo que apelara a los sentidos, y como la “Shequinah”, “la gloria de Dios”, vista de la cual ellos gozaban antes, estaba

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