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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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119<br />

negligencias del año anterior habían contaminado el sagrado edificio, había que renovar la expiación anualmente. La<br />

exclusión de los sacerdotes indicaba su indignidad y las impurezas de su servicio. La aspersión de la sangre mezclada<br />

de las dos víctimas sobre los cuernos del altar, indicaba que los sacerdotes y el pueblo, de igual modo necesitaban una<br />

expiación por sus pecados. Pero como el santuario había sido así ceremonialmente purificado, y el pueblo de Israel<br />

reconciliado por la sangre de las víctimas consagradas, Jehová continuaba morando en medio de ellos y honrándolos<br />

con su bendita presencia. 20–22. hará llegar el macho cabrío vivo—Habiendo sido ya presentado ante el Señor (v. 10),<br />

ahora era traído al sumo sacerdote, quien, poniendo las manos sobre su cabeza y habiendo “confesado sobre él todas<br />

las iniquidades del pueblo de Israel, y todas sus rebeliones y todos sus pecados”, los transfería por este acto al macho<br />

cabrío como sustituto de ellos. Era entonces entregado en manos de una persona, nombrada para llevarlo lejos a un<br />

lugar distante, solitario y desierto, donde en tiempos primitivos era soltado, para que escapara con vida, pero en el<br />

tiempo de Cristo, era llevado a una roca alta a 19 kilómetros de Jerusalem, y allí, siendo empujado desde un<br />

precipicio, era muerto. Los comentadores han discrepado entre sí en sus opiniones acerca del carácter y propósito de<br />

esta parte de la ceremonia; considerando, con la Septuaginta y nuestros traductores ingleses que Azazel quiere decir<br />

“chivo de escape”; otros, que es “una roca alta escarpada” (Bochart); otros, “cosa separada de Dios” (Ewald, Tholuck);<br />

mientras que otros todavia, que es Satanás (Gesenius, Hengstenberg). Esta última opinión se funda en la idea de que<br />

ambos machos cabríos formaban uno y el mismo sacrificio de expiación, y es apoyada por Zacarías capítulo 3, que<br />

presenta un comentario notable sobre este pasaje. Que hubiese en esta ceremonia singular alguna referencia a una<br />

superstición egipcia acerca de Tifón, el espíritu del mal, que habitaba en el despoblado, y que el propósito fuera el de<br />

ridiculizarla por enviar un animal maldito a sus dominios lúgubres, el imposible decirlo. El asunto está envuelto en<br />

mucha obscuridad. Pero en cualquiera interpretación parece haber una referencia típica a Cristo, quien llevó nuestros<br />

pecados. 23–28. vendrá Aarón al tabernáculo del testimonio, y se desnudará las vestimentas de lino—Al despedir el<br />

macho cabrío de escape, el sumo sacerdote se preparaba para las partes importantes del servicio que todavía<br />

quedaban; y para la ejecución de éstas se quitaba su ropa sencilla de lino, y habiéndose bañado, tomaba su ropa<br />

pontificia. Así vestido magníficamente, iba a presentar las ofrendas quemadas, que eran señaladas para él y el pueblo,<br />

que consistían en dos carneros que habían sido traídos con las ofrendas de expiación, pero reservados hasta entonces.<br />

Se ordenaba que el sebo fuese quemado sobre el altar; y lo demás de los cuerpos cortado en pedazos se daba a algunos<br />

asistentes sacerdotales, para ser quemado fuera del campamento, conforme con la ley general de las ofrendas por el<br />

pecado (cap. 4:8–12; 8:14–17). Las personas empleadas en quemarlos, como también el conductor del animal de<br />

escape, eran obligadas a lavar su ropa y bañarse en agua antes que se les permitiera volver al campamento. 29–34.<br />

esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez del mes, afligiréis vuestras almas—Este día de<br />

expiación anual por todos los pecados, irreverencias e impurezas de todas las clases en Israel, durante el año previo,<br />

había de observarse como ayuno solemne, en el cual habían de “afligir sus almas”; era considerado un “sabbath”, y<br />

guardado como “convocación santa”, o asamblea para propósitos religiosos, y las personas que hicieran algún trabajo,<br />

estarían propensas a la pena de muerte. Tenía lugar en el día décimo del séptimo mes, que correspondía a [PAG. 109]<br />

nuestro tres de octubre, y este capítulo, junto con el cap. 23:27–32, como contenía alusión especial a las observancias<br />

del día era leído públicamente. La repetición de estos pasajes, que establecían el solemne ceremonial, era muy<br />

adecuada para la ocasión, y los detalles de las partes sucesivas del mismo, especialmente el espectáculo de la salida<br />

del macho cabrío de escape, bajo el cuidado de su conductor, deben haber producido impresiones saludables tanto del<br />

pecado como del deber, que no se borrarían pronto.<br />

CAPITULO 17<br />

Vers. 1–16. <strong>LA</strong> SANGRE <strong>DE</strong> ANIMALES <strong>DE</strong>BIA SER OFRECIDA A <strong>LA</strong> PUERTA <strong>DE</strong>L TABERNACULO. 3.<br />

Cualquier varón … degollare buey—Los israelitas, como otras gentes habitantes del desierto, no harían mucho uso<br />

de alimento animal, y cuando mataban un cordero y un cabrito para comer, sería casi siempre, como en el caso del<br />

hospedaje de Abraham a los ángeles, ocasión de una fiesta, y comida en compañía. Esto es lo que se hacía con las<br />

ofrendas pacíficas, y por consiguiente aquí se decreta que el mismo proceder sea seguido al matar los animales como<br />

en el caso de otras ofrendas, es decir, que deberían ser sacrificados públicamente, y después de ser dedicados a Dios,<br />

comidos por los ofrendantes. Esta ley, como es obvio, podía ser observable sólo en el desierto, mientras el pueblo<br />

estuviese acampado dentro de una distancia accesible al tabernáculo. El motivo de ello ha de hallarse en la fuerte<br />

inclinación de los israelitas a la idolatría en el tiempo de su salida de Egipto; y como habría sido fácil a cualquiera<br />

matar un animal y sacrificar privadamente a un objeto favorito de culto, fué hecha una prohibición estricta contra el<br />

carnear en casa (Véase Deuteronomio 12:13). 5. A fin de que traigan los hijos de Israel sus sacrificios, los que<br />

sacrifican sobre la haz del campo—“Ellos” (entendido en la versión española) suponen algunos comentadores que se<br />

refiere a los egipcios, de modo que el versículo quedaría así: “que traigan los hijos de Israel sus sacrificios, los que

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