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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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625<br />

(Salmo 121:6), sin la reclusión de paredes, y entre las bellezas naturales. El techo artesonado representa las excelencias<br />

maravillosas de su naturaleza divina.<br />

CAPITULO 2<br />

1. rosa—Si se aplica a Jesucristo, ella, con el lirio blanco (manso, 2 Corintios 8:9), corresponde con “blanco y rubio”<br />

(cap. 5:10). Pero es más bien el azafrán del prado; el hebreo significa radicalmente una planta con un bulbo acre,<br />

inaplicable a la rosa. Es de un color blanco y violeta. (Maurer, Gesenius, y Weiss.) La novia así habla de sí misma como<br />

humilde aunque hermosa, en contraste con el señorial manzano, o limonero, el novio (v. 3); así “lirio” se aplica a ella<br />

(v. 2). Sarón—(Isaías 35:1, 2.) En Palestina Norte, entre el Monte Tabor y el Lago de Tiberias (1 Crónicas 5:16). La<br />

versión de los LXX y la Vulgata traducen “llanura,” pero erróneamente; la Biblia hebrea en ninguna parte favorece<br />

esta idea, aunque el paralelismo con “valles” demuestra que, en el nombre propio de Sarón, hay una referencia tácita<br />

a su sentido de humildad. La hermosura, la delicadeza, y la humildad han de estar en ella, como estuvieron en él<br />

(Mateo 11:29). 2. Jesucristo a la Novia (Mateo 10:16; Juan 15:19; 1 Juan 5:19); Espinas, equivalente a los inicuos (2 Samuel<br />

23:6; Salmo 57:4). doncellas—hijas; de los hombres, no de Dios; no son “las vírgenes.” “Si tú eres el lirio de Jesucristo,<br />

ten cuidado no sea que con la impaciencia, los juicios impensados, y el orgullo, te conviertas en espina.” (Lutero.) 3. La<br />

respuesta de ella: manzano—término genérico, que incluye el limón dorado, el granado y el naranjo (Proverbios 25:11).<br />

El amado combina la sombra y la [PAG. 534] fragancia del limonero con la dulzura de la fruta del naranjo y del<br />

granado. El follaje es perpetuo; en todo el año hay una sucesión de flores, fruta, y perfume (Santiago 1:17). entre los<br />

mancebos—hijos, paralelo con las hijas (doncellas) (v. 2). El sólo es fructífero entre los estériles árboles silvestres<br />

(Salmo 89:6; Hebreos 1:9). sombra—(Salmo 121:5; Isaías 4:6; 25:4; 32:2.) del deseado—más bien, “con deleite,” lit., con<br />

animación deseé y me senté (Salmo 94:19; Marcos 6:31; Efesios 2:6; 1 Pedro 1:8). Jesucristo interpone la sombra de su cruz<br />

entre los ardientes rayos de la justicia y nosotros pecadores. fruto—la fe lo recoge (Proverbios 3:18). El hombre perdió<br />

el árbol de la vida (Génesis 3). Jesucristo se lo recobró: en parte como de él ahora (Salmo 119:103; Juan 6:55, 57; 1 Pedro<br />

2:3) abundantemente, después (Apocalipsis 2:7; 22:2, 14); no merecido por el sudor del rostro, sino por la justicia de él<br />

(Romanos 10). Contrástese el fruto del mundano (Deuteronomio 32:32; Lucas 15:16). 4. Históricamente cumplido en el<br />

gozo de Simeón y Ana en el templo, sobre el niño Jesús (Lucas 2), y en el de María también (cf. Lucas 1:53); tipificado<br />

(Exodo 24:9–11). Espiritualmente, la novia, o la amada, es llevada a la cámara del Rey, y de allí es impelida tras de él en<br />

contestación a sus oraciones; luego es recibida en el diván de color verde bajo el quiosco de cedro; y al fin en un “salón<br />

de banquete,” tal cual aquel que, dice Josefo, Salomón tenía en su palacio, “en donde todas las vasijas eran de oro”<br />

(Antigüedades, 8:5, 2). La transición es del retiro sagrado a los ritos públicos, el culto de la iglesia, y la cena del Señor<br />

(Salmo 36:8). La novia, como la reina de Seba, recibe “todo su deseo” (1 Reyes 10:13; Salmo 63:5; Efesios 3:8, 16–21;<br />

Filipenses 4:19); tipo de la venidera fiesta celestial (Isaías 25:6, 9). su bandera … amor—Después de rescatarnos del<br />

enemigo, nuestro victorioso capitán (Hebreos 2:10) nos hace sentar en el banquete bajo una bandera en la que está<br />

inscrito su nombre “amor” (1 Juan 4:8). Su amor nos venció; su bandera nos rodea con las fuerzas de la omnipotencia,<br />

para nuestra protección; indica a qué patria pertenecemos, al cielo, la morada del amor, y en qué más nos gloriamos,<br />

en la cruz de Jesucristo, por medio de quien vencemos (Romanos 8:37; 1 Corintios 15:57; Apocalipsis 3:21). Cf. con<br />

“sobre mí” (Deuteronomio 33:27), “debajo están los brazos eternos.” 5. frascos—(Maurer prefiere traducir “tortas de pasas<br />

de uva;” del radical hebreo fuego, es decir, secadas al fuego. Pero “la cámara del vino” (v. 4) favorece “frascos”; el<br />

“vino nuevo” del reino, el Espíritu de Jesucristo. manzanas—del árbol (v. 3), tan dulces a ella, las promesas de Dios.<br />

enferma de amor—el máximo grado del goce sensible puede ser alcanzado aquí. Puede ocurrir en una época<br />

temprana o posterior de la experiencia. Pablo (2 Corintios 12:7). En la última enfermedad de J. Welch, se le oyó decir:<br />

“Señor, mi mano ten; basta; tu siervo es vasija de barro, y en ella no cabe más.” (Fleming, Fulf. Script.) En la mayor<br />

parte de los casos esta intensidad de gozo está reservada para el banquete celestial. Históricamente, Israel lo tuvo,<br />

cuando la gloria del Señor llenó el tabernáculo y luego el templo, de modo que los sacerdotes no pudieron estar para<br />

cumplir los servicios; asimismo en la Iglesia cristiana, en Pentecostés. La novia se dirige mayormente a Cristo, aun<br />

cuando en su éxtasis usa el plural “sustentadme,” en términos generales. Lejos de pedir el retiro de las manifestaciones<br />

que la habían vencido, pide más: “ardientemente desea” (Salmo 84:2); también Pedro, en el monte de la<br />

transfiguración (Lucas 9:33): “Hagamos tres tabernáculos …, no sabiendo lo que decía.” 6. Su petición<br />

(“sustentadme”, v. 5) se le concede (Deuteronomio 33:12, 27; Salmo 37:24; Isaías 41:16). Nadie puede arrancar de<br />

aquellos brazos (Juan 10:28–30). Sus manos nos guardan de caer (Mateo 14:30, 31), en ellas podemos confiarnos (Salmo<br />

31:5). La “izquierda” es inferior, a la derecha por la que el Señor menos notablemente manifiesta su amor; la mano<br />

secreta de la providencia ordinaria, en distinción de la de la gracia manifiesta (la derecha). En verdad obran juntas las<br />

dos, aunque aparecen a veces divididas; aquí ambas se hacen sentir a la vez. Theodoret entiende que la izquierda<br />

equivale a juicio e ira, y la derecha a honra y amor. La mano de la justicia ya no se alza para herir, pero está debajo de la

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