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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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LIBRO <strong>DE</strong> ZACARIAS<br />

INTRODUCCION<br />

1079<br />

El nombre Zacarías significa uno a quien Jehová recuerda: un hombre común. En el Antiguo Testamento se<br />

mencionan otros cuatro hombres del mismo nombre. Como Jeremías, y Ezequiel, él fué sacerdote tanto como profeta,<br />

lo cual lo hace idóneo para el carácter sacerdotal de algunas de sus profecías (6:13). Se llama “hijo de Berequías hijo de<br />

Ido” (1:1), y simplemente “hijo de Ido,” (Esdras 5:1; 6:14). Es probable que su padre muriera cuando él era aún joven,<br />

y que por tanto, como ocurre a veces en la genealogía judaica, se le llama “el hijo de Ido,” su abuelo. Este era uno de<br />

los sacerdotes que volvieron a Zorobabel y Josué desde Babilonia (Nehemías 12:4).<br />

Zacarías entró tempranamente en sus funciones proféticas (2:4), solamente dos meses más tarde que Hageo, en el<br />

segundo año del reinado de Darío, año 520 a. de J. C. El propósito de ambos profetas fué para alentar al pueblo y a sus<br />

jefes civiles y religiosos, Josué y Zorobabel, en la obra de reedificación del templo, después de la interrupción causada<br />

por los samaritanos (véase la Introducción de Hageo). Esto lo hace Zacarías especialmente desenvolviendo en detalle<br />

el futuro glorioso, en conexión con la presente apariencia deprimida de la teocracia, y de su símbolo visible, el templo.<br />

El debe haber sido muy joven al dejar a Babilonia, donde nació. El Zacarías, hijo de Berequías, mencionado por<br />

nuestro Señor (Mateo 23:35) como muerto entre el templo y el altar, debe haber sido aquel llamado el hijo de Joiada en<br />

2 Crónicas 24:21, que así pereció; la misma persona a menudo tenía dos nombres; y nuestro Señor, al referirse a la<br />

Biblia Hebrea, de la cual 2 Crónicas es el último libro, naturalmente mencionaría al último mártir en el orden hebreo<br />

del canon, así como había mencionado a Abel como el primero. Por cuanto Mateo 27:9 cita Zacarías 11:12, 13 como<br />

palabras de Jeremías, Mede duda de la autenticidad de los capítulos 9 al 14, y los atribuye a Jeremías: piensa que estos<br />

capítulos no fueron hallados sino después del retorno de la cautividad, y siendo aprobados por Zacarías, fueron<br />

añadidos a sus profecías, así como los proverbios de Agur fueron agregados a los de Salomón. Todas las antiguas<br />

autoridades, menos dos MSS, de la antigua Versión Italiana o Prevulgata, dicen “Jeremías” en Mateo 27:9. Esta cita no es<br />

copia literal de Zacarías: puede ser que Jeremías 18:1, 2; 32:6–12, estuviesen en la mente de Mateo, y quizás en la<br />

mente de Zacarías, razón por la cual Mateo se refiere a Jeremías. Hengstenberg similarmente piensa que Mateo nombra<br />

a Jeremías más bien que a Zacarías, para llamar la atención al hecho de que la profecía de Zacarías no es sino una<br />

reiteración del terrible oráculo de Jeremías 18 y 19, a ser cumplido en la destrucción de la nación judía. Jeremías, por la<br />

figura del vaso del alfarero, ya habia descrito la ruina de ellos en la invasión de Nabucodonosor; y Zacarías repite<br />

virtualmente esta amenaza, como que será otra vez infligida bajo el Mesías por el rechazo nacional de él, San Mateo,<br />

virtualmente, con mencionar a Jeremías, da a entender que “el campo de sangre,” comprado ahora por “la recompensa<br />

de la iniquidad” en el valle de Hinom, fué desde hacía mucho tiempo, un lugar de sentencia profética en el cual un<br />

terrible desastre había sido simbólicamente predicho; que la presente compra de ese campo con el precio de la<br />

traición, renovó la profecía y revivió la maldición—maldición pronunciada ya de antiguo por Jeremías, y una vez<br />

cumplida en el sitio a Babilonia—maldición reiterada por Zacarías, y otra vez a ser verificada en la desolación romana.<br />

Lightfoot (refiriéndose a B. Bathra y a Kimchi), menos probablemente, cree que la tercera división de la Escritura, los<br />

profetas, empieza con Jeremías, y que todo el cuerpo de los profetas se cita de este modo por el nombre de “Jeremías.”<br />

La mención de “Efraín” e “Israel” en estos capítulos como distintos de Judá, no prueba que la profecía fuese escrita<br />

mientras las diez tribus existían como reino separado. Enseña más bien que en lo futuro no sólo Judá, sino también las<br />

diez tribus, serían restauradas, señal de lo cual fué dada en los números de personas de las diez tribus que volvieron<br />

con sus hermanos los judíos, de la cautividad, bajo Ciro. No hay nada en estos caracteres que insinúe que un rey<br />

reinara en Judá [PAG. 946] en aquel tiempo. El editor del canon hebreo unió estos capitulos a Zacarías, y no a<br />

Jeremías: hecho confirmado por la Versión de los Setenta 300 años a. de J. C.<br />

La profecía consiste en cuatro partes: (I) Introductoria, 1:1–6; (II) Simbólica, 1:7 al 6:15, que tiene nueve visiones;<br />

todas estas fueron concedidas en una noche, y son de un carácter simbólico. (III) Didáctica 7:1 al 8:23, una respuesta a<br />

la pregunta de los betelitas concerniente a cierta fiesta. (IV) Profética, 9:1; al 14:21. Estos últimos seis capítulos<br />

predicen la expedición de Alejandro a lo largo de la costa oeste de Palestina hasta Egipto; la protección de Dios a los<br />

judíos, tanto en aquel tiempo como bajo los Macabeos; el advenimiento, sufrimientos y reinado del Mesías; la<br />

destrucción de Jerusalén por Roma, y la disolución de la política judía; la conversión y la restauración de los judíos; la<br />

derrota de la impía confederación que los asaltó en Canaán; y la unión de los gentiles en el culto santo de ellos.<br />

(Henderson.) La diferencia del estilo entre los primeros y los últimos capítulos es debida a la diferencia de tema; los<br />

seis primeros capítulos son de un carácter simbólico y peculiar, mientras que el estilo poético de los capítulos finales<br />

se adapta admirablemente a los temas tratados. Los títulos (9:1; 12:1) concuerdan con los asuntos proféticos que

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