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max-weber-economia-y-sociedad

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1022 SOCIOLOGÍA DF. LA DOMINACIÓNen general, en la Europa transalpina, los patricios de las ciudades. Pero entodo caso no encontramos que por razón de la "economía monetaria" existauna colisión de intereses económicos entre señores políticos o territorialesy ciudades sino, en ocasiones, comunidad de intereses. Se produjo un choqueeconómico cuando el señor territorial, con el objeto de aumentar sus ingresos,trató de emprender una propia producción lucrativa, lo que no era posiblemás que en el caso de que dispusiera de las fuerzas de trabajo apropiadas.Cuando ha ocurrido esto ha estallado la lucha de las ciudades contra estaproducción lucrativa del señor territorial y se ha desarrollado a menudo conmucha intensidad, precisamente en la época moderna, dentro de la asociaciónestatal burocrático-patrimonial. En la Edad Media, por el contrario,apenas hay huellas de esto y se ha producido a menudo una disolución dehecho de la vieja asociación señorial territorial y de la vinculación del campesinosin lucha alguna y únicamente por la penetración de la economíamonetaria. Así en Inglaterra. Es cierto que en otras partes, las ciudadeshan fomentado de una manera directa y consciente este desarrollo. Así, porejemplo, corno vimos, en el ámbito dominado por Florencia.El estado burocrático patrimonial trató de compaginar los contrastes deintereses entre la nobleza y las ciudades pero como necesitaba de los noblespara sus servicios como oficiales y funcionarios mantuvo la prohibición delacceso de los bienes nobles a los no nobles, por lo tanto, a los burgueses.En la Edad Media los señoríos territoriales de los conventos se hallabanmás en situación que los señoríos seculares de entrar en este punto en colisióncon la ciudad. Junto a los judíos la clerecía, sobre todo desde la separacióndel Estado y la Iglesia con la guerra de las investiduras, suponía elespecífico cuerpo extraño. Sus propiedades pretendían, en calidad de bieneseclesiásticos, una amplia exención de cargas, inmunidad y exclusión detoda intervención oficial, incluida la de las autoridades urbanas. En calidadde estamento se sustraían a las obligaciones militares u otras de carácterpersonal de los burgueses. Pero esas propiedades mismas, y con ellas elnúmero de personas sustraídas al poder de la ciudad, fueron aumentandogracias a las incesantes fundaciones de los burgueses devotos. Por otra parte,los conventos disponían con sus legos de fuerzas de trabajo sin preocupacionesfamiliares que podían, por lo tanto, superar toda competencia si, comoocurrió muchas veces, se empleaban en una explotación propia. Además, losconventos y las fundaciones poseían en grandes masas -recuérdese el valwfen el Islam medieval- las fuentes de renta permanente de la economíamonetaria: instalaciones de mercado, lugares de venta de todo género, depósitosde carnes, molinos, etc., que no sólo se sustraían a los impuestos, sinotambién a la política económica de la ciudad y a menudo pretendían unmonopolio. Hasta en el sentido militar podía resultar peligrosa la inmunidadde los claustros amurallados. Y los tribunales eclesiásticos, con su vinculacióna las prohibiciones contra la usura, amenazaban por todas partes elnegocio burgués. La burguesía trató de asegurarse mediante prohibicionescontra la acumulación de la tierra por "mano muerta", lo mismo que lospríncipes y la nobleza por las leyes desamortizadoras. Pero, por otra parte,las fiestas religiosas, especialmente los lugares de peregrinación con indul-

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