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max-weber-economia-y-sociedad

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960 SOCIOLOGÍA DE LA DOMINACIÓNpasados, encuentran ocasión para ello. Pero hasta el punto de excluir tambiénla comensalidad privada sólo llegan pueblos con vinculaciones de tipotabú como los de la India y, en limites mucho más reducidos, los judíos. Entrelos primeros ya la mera mirada de alguien extrafío a la casta impurificala comida. También en la Antigüedad los ritos sacros del clan eran tan pocoaccesibles a los miembros extraños como entre los chinos el culto a los antepasados.Pero frente a esto tenemos ya en la antigua polis, según la tradición,como componentes del acto real o ficticio del synoikismo ("juntarcasas") la sustitución del prytaneo singular de cada asociación que entrabaen el synoikismo -a la que servía de lugar para los ágapes rituales- por unsolo prytaneo de la ciudad, del que no puede prescindir desde un principiola polis como símbolo de la comensalidad de los clanes urbanos a consecuenciade su confraternización. Cierto que la antigua polis tenia como base,en primer lugar, la organización en clanes y, por encima de ellos, todavíaasociaciones cultuales puramente personales, que descansaban a menudo, porlo menos ficticiamente, en la comunidad de origen, y formaban comunidadesrigurosamente cerradas hacia fuera. Las ciudades en la Antigüedad eran,según lo entendían sus miembros -lo que prácticamente no dejaba de tenerimportancia- asociaciones y confederaciones privilegiadas de asociacionespersonales con carácter, en parte, de clan y, en parte, como probablementelas fratrías, de carácter militar, que luego fueron utilizadas esquemáticamenteen las ulteriores divisiones de la ciudad según puntos de vist;\ técnico-administrativos.Por esto las ciudades de la Antigüedad no sólo eran sacralmenteexclusivas hacia fuera sino también hacia dentro, frente a todo el que noperteneciera a ninguno de los clanes confederados: el plebeyo; y por estomismo persistieron articuladas en asociaciones cultuales, muy exclusivas enun principio. En este carácter de confederaciones aristocráticas de clanes seasemejan bastante a las ciudades antiguas las de la Europa meridional en loscomienzos de la Edad Media, sobre todo las ciudades marítimas (pero noellas solas). Dentro de sus murallas cada linaje poseía su propia fortaleza ola compartía con otros, caso en el cual su utilización (como en Siena) se hallabareglamentada, y las luchas entre los linajes eran tan violentas dentrode la ciudad como fuera, y muchas de las más viejas divisiones urbanas (porejemplo, los alberghi) fueron probablemente divisiones feudales en diferenteszonas de dominio. Pero faltaba, y esto es muy importante, todo resto deexclusividad sacra de los clanes entre sí y hacia fuera, cuyo resto subsistetodavía en las ciudades antiguas; consecuencia ello de un hecho históricoadmirable, con razón destacado por Pablo en su Epístola a los Gálatas, cuandoPedro asistía en Antioquía a los ágapes rituales con los hermanos en religiónno circuncisos. Esta exclusividad ritual se debilitó en las ciudades antiguashasta desaparecer por completo. La plebe, que estaba fuera de toda la estructurade los clanes, impuso el principio de la igualdad ritual. En las ciudadesmedievales, sobre todo en las del centro y norte de Europa, encontramosdesde un principio este debilitamiento, y muy pronto los clanes pierden todasignificación como elemento constructivo de la ciudad. f:sta se convierte enuna confederación de los padres de familia, de suerte que toda implicacióndel ciudadano en comunidades extraurbanas perdió prácticamente toda sig-

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