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max-weber-economia-y-sociedad

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1038 SOCIOLOGU DE LA DOMINACIÓNpués de generaciones. No sólo debía al señor los servicios y tributos, confrecuencia importantes, prometidos, pues también su herencia quedaba sometida,como entre los no libres de la Edad Media, a una intervención ampliadel señor. Y, además, el deber de piedad le vinculaba a una obedienciapersonal muy diversa, que aumentaba el valor social y el poder político directodel señor. La consecuencia fue que la democracia íntegra, como la deAtenas, excluyó a los libertos del derecho de ciudadanía y los contó entre losmetecos. En Roma, donde no se quebrantó jamás la posición de poder dela nobleza funcionaria, se contaban entre los ciudadanos, sólo que la plebsconsiguió que quedaran adscritos a las cuatro tribus urbanas, a lo que accedióla nobleza funcionaria, por temor, en caso de negativa, a preparar el terrenopara una tiranía. El intento del censor Apio Claudio de equiparar loslibertos en su derecho de voto con los ciudadanos mediante su distribuciónentre todas las tribus se consideró como un ensayo de procurar tal tiranía.Esta concepción característica no debe considerarse, como hace EduardoMeyer, como el intento de creación de una demagogia a lo Pericles. Porquela posición de Pericles no descansaba en los libertos, a los que la democraciahabía excluido de todos los derechos de ciudadanía, sino, por el contrario,en el interés del gremio de los ciudadanos plenos por la expansión política dela ciudad. Por el contrario, los libertos de la Antigüedad constituían en sumasa una capa de pacíficos hombres de trabajo, de homines oeconomici, queen grado muy específico y en una medida mucho mayor q4e el ciudadanomedio de la democracia antigua, se aproxima a la burguesía adquisitiva de laEdad Media y de la época moderna. Por lo tanto, se habría tratado de si, consu ayuda, .se produciría en Roma una capitanía del pueblo y, al rechazarse latentativa de Apio Claudia, tenemos que el ejército de campesinos y la noblezafuncionaria de la ciudad, el primero dominado normalmente por laúltima, seguirían siendo los factores decisivos.Veamos todavía con más claridad la posición específica de los libertos,que constituyen en la Antigüedad una capa en cierto sentido la más moderna,la más cercana a una "burguesía". En ninguna parte los libertos hanconseguido el acceso a los cargos y al sacerdocio, en ninguna parte el connubiumpleno, en ninguna parte -a pesar de que en casos de necesidad fueronreclutados- la participación en los ejercicios militares (el gymnasion) y enla administración de justicia. En Roma no podían ser caballeros y su posiciónprocesal era menos ventajosa que la de los libres. Su posición jurídicaespecial tenía para ellos significación econ{lmica, no sólo porque estabanexcluidos en la participación de los emolumentos de los ciudadanos suministradospor el Estado o condicionados de otra manera políticamente, sino, sobretodo, porque no podían adquirir inmuebles ni tampoco hipotecas. Larenta de la tierra, por lo tanto, siguió siendo monopolio específico del ciudadanopleno, precisamente en la democracia. En Roma, donde eran ci~dadanosde segunda clase, la exclusión de la dignidad de caballeros significaba que seles cerraban (por lo menos como empresas propias) los grandes arrendamientosde impuestos y los grandes negocios de suministros al Estado, que eseestamento monopolizaba. Se hallaban, por lo tanto, frente a los caballeros,corno una especie de burguesía plebeya. Ambas cosas significaban más o

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