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max-weber-economia-y-sociedad

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LA DOMINACIÓN CARISMÁTICA Y SU TRANSFORMACIÓN 859una comunidad ocasional en lo posible amorfa. Allí donde se siguió efectivamentela antigua organización prescrita en los textos Pali -y esto ocurriómuchas veces en la India y en Ceilán- faltó no sólo un patriarca, sinotambién una sólida vinculación del individuo con una asociación claustralconcreta. Las "diócesis" son únicamente un marco geográfico para la máscómoda delimitación de los territorios dentro de los cuales se reúnen losmonjes para practicar las pocas ceremonias comunes -a las cuales falta todo"culto". Los "empleados" del monasterio se limitan a los encargados dela guardarropía y a pocos funcionarios análogos. La falta de bienes del individuo,así como de la comunidad en cuanto tal, y la satisfacción de las necesidadeseconómicas por procedimientos puramente propios del mecenazgo(mediante regalos y limosnas) son llevados tan lejos como lo permiten lascondiciones cotidianas. Durante las asambleas solamente representan una"prioridad" en el lugar ocupado y en la lectura los años (de monje) y la relacióndel maestro con respecto a los novicios, los cuales están a su servicioen calidad de fámulos. La separación es en todo momento facultativa y solamentela admisión está subordinada a condiciones simples (tiempo de noviciado,certificado de buena conducta y de libertad dado por el maestro y unmínimo de ceremonias). Falta una verdadera "dogmática", así como el ejerciciode una pr0fesión encaminada a la predicación o a la enseilanza. Losdos "concilios" semilegandarios del siglo primero no han tenido ningunasucesión.Este carácter sumamente amorfo de la comunidad monástica ha contribuidoseguramente en gran medida a la desaparición del budismo en la India.En general, sólo era posible dentro de una comunidad monástica puray, en rigor, dentro de una comunidad en la cual la salvación individual teníaque ser exclusivamente procurada por el individuo mismo. Pues en una comunidadde otro género esta actitud, y también una esperanza meramentepasiva en una nueva epifanía, compromete la cohesión de la comunidad carismática,la cual reclama un señor y un jefe corporalmente presente. Conla satisfacción de este anhelo de poseer permanentemente entre ellos a unportador del carisma se da un paso importante en el sentido cuotidiano de locarismático. La encamación constantemente renovada produce una especiede "objetivación" del carisma. Ahora bien, su portador elegido debe ser buscadosistemáticamente de acuerdo con "características" que revelan su carisma,es decir, de acuerdo con "normas", tal como -en principio de unmodo enteramente análogo al buey Apis- ocurre con el nuevo Dalai Lama,o bien deben existir para descubrirlo "otros procedimientos" determinablestambién por medio de reglas. Así la obvia creencia de que el portador delcarisma tiene la facultad de nombrar a su sucesor, o bien, cuando por su sentidopuede ser sólo una encarnación única -corno Cristo-, a su representa?tesobre la Tierra. La designación del sucesor o representante por el señormismo es una forma muy adecuada de la conservación de la continuidad dedom!~io en todas las organizaciones originariamente carismáticas, tantoprofetic_as c~mo _guerreras. Pero evidentemente equivale a un paso dado porla dornmacwn hbre basada en el poder personal del carisma a favor de la"legitimidad" fundada en la autoridad del "origen". Al lado de los cono-

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