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max-weber-economia-y-sociedad

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LA DOMINACIÓN CARISMÁTICA Y SU TRANSFORMACIÓN 863temente, el mandato "imperativo" del representante sólo puede ser ejecutadode un modo imperfecto. Su "revocación" por medio de un voto de desconfianzade sus electores ha sido intentada hasta ahora sólo en casos aislados. Yla revisión de los acuerdos del Parlamento por medio del "referéndum" significa,en el fondo, un esencial robustecimiento de todos los poderes irracionales,de la obstrucción, pues excluye normalmente, desde el punto de vistatécnico, el regateo y la transacción entre las personas interesadas. Finalmente,la frecuente repetición de las elecciones resulta imposible por sus gastoscrecientes. A la larga, todos los intentos encaminados a la sumisión de losrepresentantes populares a la voluntad de los electores significan, en efecto,sólo un robustecimiento del poder cada vez mayor de la organización de partido,pues sólo esta organización puede poner en movimiento al "pueblo".Tanto el interés objetivo en la elasticidad del aparato parlamentario cornolos intereses de poder del representante popular y del funcionario de partidocoinciden en el sentido de considerar al "representante popular" no comoservidor, sino como "señor" elegido. Casi todas las constituciones expresanesta situación al afirmar que el representante -'-lo mismo que el monarcaesirresponsable por sus votaciones y que "representa los intereses de todo elpueblo". Su poder fáctico puede ser muy diferente. El diputado es enFrancia no sólo el jefe normal del patronato de todos los cargos, sino en ge·neral, y en el sentido más propio del vocablo, el "señor" de su distrito electoral-de ahí la resistencia contra la elección proporcional y la ausencia dela centralización de partido. En Estados Unidos se opone a ella la prepon·derancia del Senado, y los senadores adoptan una actitud análoga. Por razonesmuy distintas, en Inglaterra y todavía más en Alemania, el diputadoen cuanto tal es más el servidor que el señor de sus electores en lo que tocaa sus intereses económicos, y coloca la influencia sobre el patronato de loscargos en manos del jefe de partido más influyente. Aquí no podemos tratarcon más detalle de las razones en gran parte técnicamente condicionadas -esdecir, con legalidad propia, que radican en la forma históricamente condi·cionada de las estructuras de dominio- que explicarían cómo el mecanismoelectoral distribuye el poder. Solamente podemos referirnos a los principios.Toda "elección" puede asumir el carácter de una mera forma sin significadoreal. Así ocurría en los comicios de la primera época imperial y en muchasciudades helénicas y medievales siempre que un círculo oligárquico o untirano dispusiera de los recursos políticos y designara de hecho a los candidatosque tenían que ser elegidos. Pero aun cuando no es éste formalmenteel caso, cuando se trata de una "elección" de los príncipes o de otros dirigentespor medio de la comunidad -tal como ocurría entre los germanos-,se suele tomar la expresión, no en el sentido moderno, sino en el de unamera aclamación de un candidato verdaderamente designado por cualquierotra autoridad y, además procedente sólo de un grupo o de unos pocos gruposcualificados. En general, no tiene lugar, naturalmente, ninguna "elección",inclusive cuando una votación sobre el poder soberano tiene un carácterplebiscitario y, por consiguiente, carismático, cuando, por lo tanto, noexiste una elección entre candidatos, sino el reconocimiento de las pretensionesal poder por parte de un pretendiente. Pero toda "elección" normal

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