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max-weber-economia-y-sociedad

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ESTAMENTOS, CLASES Y RELIGIÓN 397en la doble idea del aislamiento sagrado del resto del mundo y ele la promesamundana de su dios, cuando el Mesías se hizo esperar cedió en la concienciareligiosa de la capa intelectual a favor de la intimidad religiosa o de unaconfianza templada en la bondad divina y de la disposición pacífica con elmundo entero. Lo que ocurrió, sobre todo, cuando la situación social ele lacomunidad condenada a total impotencia política se hizo más tolerable,mientras que en las épocas, como la de las Cruzadas, de persecuciones, se encendióen un grito, tan penetrante como estéril, de venganza, e1evado a Dioso en una súplica de que, aunque la propia alma se "convirtiera· en polvo"ante los enemigos que maldecían a los judíos, se preservara de malas accionesy palabras, limitándose a cumplir calladamente el mandamiento de Dios y amantener abierto el corazón para él. Representaría una deformación enormeel querer encontrar sólo en el resentimiento el único elemento decisivo de lavariabilidad histórica de la religiosidad judía, pero de todos modos no debesubestimarse su influencia en el modo de ser fundamental ele esta religiosidad.Constituye uno de los rasgos específicos que la distingue de otras religionesde salvación y en ninguna otra religiosidad de las capas negativamente privilegiadasrepresenta un papel tan acentuado. Sin duda la teodicea de los negativamenteprivilegiados es una parte integrante, en alguna forma, de todareligiosidad de salvación, la cual encuentra sus adeptos sobre todo en estascapas, y el desarrollo de la ética sacerdotal se produjo allí donde fue elementoconstitutivo de la religiosidad congregacional que suele darse en esas capas.Su casi total ausencia y también la carencia de casi toda ética religiosa, socialmenterevolucionaria, en la religiosidad del piadoso hindú y del asiáticobudista, se explica a partir del tipo de teodicea de reencarnación. El ordende las castas en cuanto tales permanece eterno y es absolutamente justo. Pueslas Yirtudcs o los pecados de una vida anterior fundamentan el nacimientoen la casta; la conducta en la vida presente condiciona la oportunidad de mejoramiento.Sobre todo, no existe ningún rastro de aquel conflicto manifiestoentre la pretensión social creada en virtud de las promesas divinas y la situaciónreal de desprecio; conflicto que en el judío, que vivía en tensión permanentecontra su situación de clase y se mecía en una esperanza estéril, destruyó laactitud ingenua ante el mundo y transformó la crítica religiosa contra losgentiles sin Dios, que era respondida con el sarcasmo, en una observanciaalerta, a menudo amarga, pues estaba amenazada constantemente por un::~autocrítica secreta, del mandato de la Lcv. A esto se aüadió una cavilacióncasuística, practicada durante toda la vid;, sobre los deberes religiosos de losconnacionales -de cuya corrección depende la gracia de Jehová-y esa mezcla,tan característica de algunas producciones posteriores a la cautividad, ele clesúnimoante cualquier sentido de este mundo vano, sometimiento a los castigosdisciplinarios de Dios, temor de ofenderle por orgullo, y "corrección" angustiosa,ético-ritual que impuso a los judíos aquella lucha desesperada no ya porel respeto de los dcm;Ís sino por el respeto propio y el sentimiento de la propiadignidad. Un sentimiento de dignidad que -si, en definitiva, el cumplimientode las promesas de Jehová había de ser el criterio para medir el propiovalor ante los ojos de Dios- podrá sentirse como precario y verse abocadoal naufragio completo de todo el sentido de la vida propia. Para el judío del

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