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max-weber-economia-y-sociedad

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LA DOMINACIÓN CARISMÁTICA Y SU "·RANSFORMACIÓN 87)persona. Esta objetivación del carisma constituyó el medio de implantarun mecanismo hierocrático en un mundo que veía ante sí a cada paso capacidadesmágicas. Sólo cuando el sacerdote pudo ser absolutamente rechazadodesde el punto de vista personal sin que con ello fuera discutible suaptitud carismática, resultó posible la burocratización de la Iglesia y pudieronapartarse de su carácter institucional todas las contingencias personales.Pues como justamente se halla todavía muy lejos del hombre no aburguesadola consideración moralizante del mundo terrenal y del supraterrenal, y los diosesno son buenos, sino fuertes y se puede encontrar la capacidad mágica entodas las naturalezas animales, humanas y suprahumanas, esta forma deseparación entre la persona y la cosa puede prender en representaciones familiaresy corrientes que se ponen conscientemente al servicio de una granidea de organización y, con ello, al de la burocratización.Ahora bien, un caso especialmente importante desde el punto de vistahistórico de la legitimación carismática de instituciones se halla representadopor la legitimación del carisma político: la evolución de la realeza.El rey es en todas partes primariamente un jefe guerrero. La realezabrota del heroísmo carismático. En la fisonomía que de ella nos presentala historia de los pueblos civilizados, no es la forma histórico-evolutiva másantigua del señorío "político", es decir, un dominio que va más allá deJpoder doméstico, que se distingue en principio del mismo, por cuanto no estáconsagrado en primera línea a la dirección de la lucha pacífica del hombrecon la naturaleza, sino a la lucha violenta de una comunidad humana contraotro poder dominante. Sus precursores son los portadores de todos aquelloscarismas que han proporcionado un remedio para las necesidades extraordinariasexternas e internas o la realización de empresas extraordinarias. Elcaudillo de la época primitiva, el precursor de la realeza, es todavía una figuraequívoca: por una parte, el jefe patriarcal de la familia o del clan; por otra, elcabecilla carismático para la caza y para la guerra, el mago que hace llover,el hechicero, por lo tanto el sacerdote y el médico y, finalmente, el árbitro. Nosiempre, pero sí con gran frecuencia se diversifican estas funciones carismáticasen otros tantos carismas particulares con representantes especiales decada uno de ellos. Con bastante frecuencia encontramos al lado del caudillopacífico nacido del poder doméstico ( j~fe de clan) con funciones esencialmenteeconómicas, el cabeci11a de la caza y de ]a guerra. Y en oposición alprimero, el último es adquirido mediante la demostración de su heroísmoen el curso de expediciones afortunadas emprendidas con vistas a la obtenciónde botín y victorias (cuya enumeración en las inscripciones reales asiriasestá entremezclada con la cifra de enemigos muertos y con la extensión delos muros de las plazas conquistadas cubiertos con las pieles que les han sidoarrancadas; comprende botines de caza y cedros del Líbano arrastrados parala construcción de edificios). La adquisición de la posición carismática seefectúa entonces sin que se tenga en cuenta el puesto ocupado dentro delclan y en las comunidades domésticas y, en general, sin normas de ningunaclase. E~te dualismo entre. el ~arisma y 1? cotidiano se encuentra con granfrecuencia tanto entre los md10s -por e¡emplo, en las ligas de iroqueses-

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