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max-weber-economia-y-sociedad

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1148 APÉNDICEsaba prácticamente en primer término, probablemente, en la tendencia, tanimportante en general desde el punto de vista histórico de la música, a laposibilidad de transposición de las melodías a otras tesituras. Exactamenteel mismo proceso, o sea la intercalación de un solo tono cromático prodújoseen la Edad Media, lo mismo que en su día en Grecia, bajo la presiónde la misma necesidad y en el mismo lugar. En la música bizantina, en particular,hubo que rebajdr en el tercer iixo~ ( = frigio), llamado por ello -~Jxo.;~aQÚ~ el tono correspondiente a nuestro si, para poder transportar melodíasa la quinta sin dificultad, a si bemol. Y exactamente el mismo proceso seencuentra en Occidente. Sin embargo, lo que aquí se aparta de la Antigüedades la manera y la dirección de la actualización práctica de la necesidad desimetría. Externamente su vehículo fue entonces la escala de solmisación.Como es sabido, la "solmisación" es un "silabeo de los tonos" medianteestablecimiento no de estos mismos, sino de la posición relativa de los pasosde tono, y en particular de los de semitono, dentro del esquema que designala sucesión de los tonos, que en el Occidente ha servido desde siempre ysigue sirviendo todavía principalmente al ejercicio de la escala en la enseñanzadel canto. Para sus modos de tetracordio, los griegos tuvieron algo parecido.Y lo mismo existía en la India. La práctica eclesiástica del canto de laEdad Media puso para ello como base, en la escuela de Guido de Arezzo,una serie diatónica de seis tonos. No, pues, de siete tonos -en la que sólose fue transformando paulatinamente a partir del siglo xvn, después que huboagotado la parte principal de su papel y del hecho de que- entre los latinosy los ingleses empezaba a convertirse en simple designación absoluta de lostonos, mediante adición de la séptima sílaba (si)-, ya que, en el marco dela diatónica, esto sólo habría dado una escala única, indesplazable y partidaen forma asimétrica por el paso de semitono. Ni tampoco una serie de cuatrotonos, como en la Antigüedad, porque, por muy importante que siguierasiendo la posición de las cuartas, sobre todo en la teoría, aquélla iba con todocediendo terreno, en comparación con la Antigüedad, debido a la desapariciónde la cítara, que había sido el soporte del tetracordio y de la práctica yla enseñanza de la música en aquella época, y a causa de su sustitución, encuanto instrumento de escuela, por el monocordio, así como al hecho, en general,de que la enseñanza musical se fuera centrando única y exclusivamente,al principio por lo menos, en el canto. Búscabase antes bien, por lo visto 1-y esto ha sido expuesto en forma convincente por H. Riemann-, la mayorsucesión de tonos divisible más de una vez, de modo homogéneo y simétrico,por el paso de semitono, en el marco de la escala diatónica. Pero ésta es unasucesión de seis tonos, una vez a partir de Do y otra a partir de Sol, partidaen ambos casos exactamente en el centro por el paso de semitono. Como essabido, las sílabas, uf, re, mi, fa, sol, la, de las que mi-fa designa siempre elpaso de semitono, fueron tomadas del principio de los hemistiquios, aseen.dentes en pasos diatónicos, de un himno a San Juan. Pero, además, introdújoseal lado de las dos series simétricas de seis tonos a partir de Do y deSol un tercer hexacordio a partir de Fa. Ya antes de Guido de Arezzo, queen cuanto diatónico estricto rechazaba todo cromatismo, la práctica habíavuelto a admitir, para disponer también de una cuarta a partir de Fa, el tono b, .

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