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max-weber-economia-y-sociedad

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1078 SOCIOLOGÍA DE LA DOMINACIÓNrepresentación profesional se vería ahora arrastrada, al influir su composiciónsobre las elecciones al Parlamento y con ellas sobre el patrocinio de los cargos,en el torbellino de las luchas políticas partidistas por el poder, o seaque, en lugar de los representantes profesionales objetivamente competentes,pulularan en ella los representantes de los partidos. Y, 3) finalmente, que elParlamento se convertiría en un mercado de compromisos de intereses puramentemateriales, sin orientación político-estatal alguna. Para la burocracia,por su parte, resultarían de ello mayor tentación y un campo de acciónampliado para conservar, aprovechando la rivalidad de las oposiciones materialesde intereses y mediante un sistema reforzado de patrocinio, de provisióny de propinas, su propio poder y, ante todo, para convertir en ilusoriotodo control administrativo. Porque los procesos y compromisos decisivosde los interesados tendrían lugar ahora, mucho menos controlados, tras laspuertas cerradas de sus agrupaciones no oficiales. No sería, pues, el jefe político,sino el hombre de negocios el que obtendría directamente ventaja delParlamento, en tanto que, para la solución de las cuestiones políticas desdepuntos de vista politicos, la llamada "representación popular" sería en verdadel lugar menos apropiado. Para el entendido todo esto es obvio. Como lo esasimismo que semejante remedio no lo es en modo alguno para reducirla influencia capitalista sobre el Parlamento y los partidos y, menos aún,para eliminar o por lo menos depurar la actuación de estos últimos. Lo queocurriría sería precisamente todo lo contrario. El hecho de que los partidossean formaciones de reclutamiento libre se opone a su reglamentación, y estarealidad es ignorada por aquellas tendencias ideológicas que sólo quisieranconsiderar como organizaciones a las formaciones creadas por medio de unreglamento estatal y no, en cambio, a las que han surgido "espontáneamente"en la liza del ordenamiento social actual. 14Los partidos políticos pueden apoyarse, en los Estados modernos, antetodo en dos principios internos básicos. O son esencialmente organizacionespatrocinadoras de cargos -como en Estados Unidos desde la eliminación delas grandes pugnas a propósito de la interpretación de la Constitución-, encuyo caso su objetivo consiste sencillamente en llevar a sus jefes por mediode elecciones al lugar director, para que éstos distribuyan luego los cargosestatales entre su séquito, o sea entre el aparato burocrático y de propagandadel partido. Carentes en tal caso de programa propio, inscriben en el mismo,en competencia unos con otros, aquellos postulados que suponen deber ejercermayor fuerza de atracción sobre los votantes. Este carácter de los partidosse pone tan al desnudo en los Estados Unidos de América, porque no existeallí un sistema parlamentario, sino que el presidente de la Unión, elegidodirectamente por el pueblo (con la participación de los senadores elegidospor los Estados) es quien tiene en sus manos el patrocinio de la cantidad~orm~ de c~rgos oficiales a proveer. Pese a la corrnpción que llevaba apare­Jada, d1cbo Sistema fue de todos modos popular porque eludía la formaciónde una casta de burócratas. Y fue técnicamente posible, además, porque yen la medida que, en presencia de un excedente enorme de oportunidadesl6 Véanse más detalles al RSpecto en Gesammelte Politische Schrilteu ("Obm polltieasreunidas"), pp. 284-99. (E.)

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