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ÉTICA RELIGIOSA Y ":t.IUNDO" 471profecías genuinas y también las sistematizaciones sacerdotales no proféticasse ocupan, sin excepción, por tales motivos, de las relaciones sexuales y, porcierto, siempre en el mismo sentido: en primer lugar, apartamiento de la orgíasexual (la "putería", que decían los sacerdotes judíos), lo cual correspondea la actitud general ya explicada de la profecía frente a la orgiástica, perotambién a la eliminación de las relaciones sexuales libres a favor del "matrimonio"reglamentado y legitimado sagradamente. Esto es válido hasta paraun profeta corno Mahoma, quien personalmente y en la forma de sus promesasdel más allá hechas a los guerreros de la fe dio tanto margen a la sexualidad.(Sabido es que l\Iahoma se dispensó a sí mismo, mediante una sura, del númerode mujeres permitido.) Se proscribieron en el Islam ortodoxo con un éxitoque no tiene par, las formas legales de amor extraconyugal hasta entoncesexistentes y la prostitución. La actitud adversa del ascetismo extrahurnanocristiano y del ascetismo de la India es cosa que se comprende por sí misma.Las profecías místicas de la India con absoluta huida del mundo por la contemplaciónrechazan naturalmente, como supuesto de la salvación plena, todarelación sexual. Pero también para la ética confuciana de perfecta adaptaciónal mundo la erótica irregular pasa por irracionalidad despreciable porque perturbael dominio de sí del gentleman, y se considera a la mujer como a un serirracional difícil de gobernar. El decálogo mosaico, lo mismo que el régimenjurídico hindú y las éticas laicas relativistas de las profecías monacales de laIndia, condenan el adulterio, y la profecía de Jesús va todavía más allá, conla exigencia de la monogamia absoluta e indisoluble, en la limitación de lasexualidad legtirna; el adulterio y la prostitución se consideraban en el cristianismoprimitivo corno los. únicos pecados mortales absolutos, la univira comoalgo específico de la comunidad cristiana dentro de la Antigüedad mediterráneade helenos y romanos educados ya en la monogamia, pero con la libertadde separación. La actitud personal respecto a la mujer y la posición de éstaen la congregación religiosa es naturalmente muy diversa en los distintos profetassegún el carácter de su profecía, en especial cuJ.ndo se dirige específicamentea la emotividad femenina. Que el profeta (también Buda) vea congusto a sus pies a mujeres de talento y que, corno Pitágoras, las utilice cornopropagandistas, nada significa todavía respecto a la posición de sus congéneres.Entonces la mujer, en cuanto individuo, es "sagrada"; el género, vaso depecado. De todos modos, casi toda propaganda orgiástica y mistagógica,incluso la de Dionysos, ha promovido, por lo menos temporalmente, una"emancipación" relativa de la mujer, siempre que no ha sido contrarrestadapor la acción de otras tendencias religiosas, por la aversión contra la profecíafemenina histérica, corno ocurre en los discípulos de Buda, y en el cristianismoya con Pablo, o por el terror monacal por la mujer, corno del modomás extremo se da en los neurasténicos sexuales, por ejemplo, Alfonso M~ deLigorio. La significación de la mujer alcanza su mayor fuerza en los cultospneurnáticos (histéricos o sacramentales), como, por ejemplo, en muchoscultos de sectas chinas. Cuando carece del todo de significación para la propaganda,corno con Zarathustra y en Israel, la situación es otra desde un principio.El matrimonio legalmente reglamentado se considera siempre en laética profética y sacerdotal, de acuerdo en esto con la ética helénica y ro-

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