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max-weber-economia-y-sociedad

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SOCIOLOGÍA DEL ESTADO 1113compensación de intereses antagónicos. Porque podrían provocar un "no"los motivos más dispares, si no existen los medios de compensar los interesesopuestos en el terreno de la negociación. Y es que el referéndum no conoceprecisamente el compromiso, en el que descansa inevitablemente en todoEstado de masas, con fuertes oposiciones regionales, sociales, confesionalesy otras de la estructura interna, la mayoría de todas las leyes. No cabe preveren qué forma podría llegarse en un Estado de masas a la aprobaciónpor medio de votación popular de leyes impositivas otras que las de confiscacionesprogresivas de los ingresos y las fortunas, o las de "socializaciones".Sin duda, es posible que a un socialista esta consecuencia no se le antoje nadaindeseable. Sólo que no se conoce ni un solo ejemplo -ni en Estados Unidos,ni aun en las condiciones muy favorables de los cantones suizos, con supoblación de criterio objetivo y educada políticamente en virtud de antiguatradición- de que un aparato estatal que se halla bajo la presión del referéndumhaya llevado efectivamente a cabo semejantes impuestos sobre las fortunas,a menudo nominalmente muy elevados y en parte confiscatorios. Y losprincipios plebiscitarios debilitan el peso propio de los jefes de partido y laresponsabilidad de los funcionarios. Una desaprobación de los funcionariosdirectivos por medio de una votación popular que rechace sus propuestas notiene como consecuencia, come en los Estados parlamentarios un voto dedesconfianza, la dimisión de aquéllos, ni puede tenerla. Porque el voto negativono pone de manifiesto sus motivos, ni impone a la masa popular quevota contra el gobierno, de sustituir a los funcionarios desautorizados por suspropios jefes responsables.Finalmente, cuanto más creciera la administración económica por cuentapropia de la burocracia estatal, tanto más fatalmente se baria sentir la faltade un órgano autónomo de control que pudiera, como lo hacen los Parlamentos,pedir públicamente explicaciones a los funcionarios todopoderososy tuviera el poder de exigirles rendimientos de cuentas. Como medios, tantode la selección de los funcionarios profesionales como de la crítica de susfunciones, los medios específicos de la democracia_puramente plebiscitaria, osea las elecciones y las votaciones populares directas y, a mayor abundamiento,el referéndum de destitución, son un Estado de masas totalmente inadecuados.Y si ya para el partido la importancia del dinero juega en las eleccionesparlamentarias un papel nada insignificante, su poder y la fuerza de penetraciónde los aparatos demagógicos soportados por él en las condiciones de unEstado de masas subirian, en caso del dominio exclusivo de elecciones y votaciones populares, hasta lo astronómico. ·Sin duda, la elección y votación popular obligatoria no constituye el poloopuesto radical del hecho, con frecuencia lamentado, de que, en el Estadoparlamentario, el ciudadano no hace políticamente más que introducir cadapar de años en una urna una papeleta impresa que le proporcionan las organizacionesde los partidos. Se han preguntado si esto constituía un medio deeducación política. No cabe duda alguna que sólo lo es en las condiciones,anteriormente examinadas, de una publicidad y un control público de laadministración, que acostumbra a los ciudadanos a seguir constantementede cerca la manera como se administran sus asuntos. La votación popular

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