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max-weber-economia-y-sociedad

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LA DOMINACIÓN NO LEGÍTIMA 957de hecho, una pequeña burguesía económicamente independiente o la constituíajunto con la pequeña burguesía, jurídicamente libre. La circunstanciade que la ciudad era un mercado que ofrecía ocasión relativamente constantepara ganar dinero por el comercio o por la artesanía, inducía a muchos señoresa utilizar a sus esclavos y siervos como "fuente de rentas" en lugar decomo "fuerza de trabajo" en la propia casa o explotación, así que los enseñabancomo artesanos y comerciantes y luego hasta los dotaban en ocasiones(así en la Antigüedad) con medios de explotación para que, a cambio del pagode un canon, marcharan a la ciudad a ganarse su vida. En las construccionespúblicas de Atenas encontramos a libres y esclavos participando en una mismatarifa colectiva de salarios. En la industria y el pequeño comercio romanosencontramos libres y no libres como institores del señor o como pequeñosburgueses que, gracias a la merx peculiaris, se han hecho prácticamente independientesy forman parte de las mismas congregaciones misteriales. Lasperspectivas de rescatar su libertad aumentaban los rendimientos económicosde estos pequeños burgueses no libres y no es ninguna casualidad que tantoen la Antigüedad como en Rusia, se encontrara en las manos de libertos unagran parte de las primeras fortunas amasadas con una explotación racionalestable de tipo industrial o comercial. La ciudad occidental, tanto en la Antigüedad-como en Rusia, era un lugar de ascenso de la servidumbre a la libertadpor medio de la actividad lucrativa. Pero todavía se aplica más esto a laciudad medieval, a la ciudad del interior, sobre todo, y tanto más a medidaque vamos para atrás. Porque, a diferencia de todos los demás desarrollos quenos son conocidos, la burguesía urbana perseguía aquí con plena concienciauna política estamental orientada en ese sentido. Cuando las perspectivaslucrativas eran amplias, existía en los primeros tiempos de estas ciudades uninterés común de sus habitantes por el aprovechamiento de las mismas conel fin de ampliar las probabilidades de venta y de ganancia de cada uno, facilitandopara ello la afluencia de gentes de fuera y también existia un interéscomún porque ningún siervo que acababa de conquistar un bienestar en laciudad fuera requerido por su señor -como hicieron los nobles de Silesiatodavía en el siglo XVIU y los nobles rusos todavía en el XIX, en varias ocasiones-para los servicios de su casa o de sus cuadras, aunque no fuera másque para obtener de él un precio de rescate. La burguesía urbana rompía deeste modo, por usurpación -y ello constituía una enorme innovación, revolucionariaen su fondo, de las ciudades medievales del Occidente frente atodas las demás~, con el derecho señorial. En las ciudades del centro y delnorte de Europa surgió así el conocido lema "El aire de la ciudad hace libre",es decir, que después de un plazo más o menos grande, pero que se fue haciendocada vez menor, el señor de un esclavo o de un siervo perdía el derechoa reclamarlo como sometido a su poder. Este principio se ha impuesto engrados diversos. A menudo las ciudades tuvieron que prometer no acogergente no libre y, con la reducción de las posibilidades económicas, esta limitaciónles ha sido en ocasiones agradable. Pero, de todos modos, aquel principiose impuso como regla. Las diferencias estamentales desaparecieron, porlo tanto, en la ciudad, al menos en la medida en que significaban una diferenciaentre la libertad y la falta de ella. Por otra parte, se desarrolló dentro

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