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max-weber-economia-y-sociedad

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326 COMUNIDADES ETNICASmuy fuerte-, por diferencias "estamentales"; en parte por incompatibilidadde "costumbres", "mutua incomprensión" y desprecio recíproco de ambasculturas; y esto a pesar de que -o quizás debido en parte a que- practicanuna gran lealtad vasalla frente a la casa reinante y de que se han mostradotan interesados como cualquier "ruso nacional" en el poderío de la comunidadpolítica presidida por esa casa, comunidad a la que le suministrabanfuncionarios y que a su vez se cuidaba de que éstos no le faltaran. Falta, portanto, todo lo que podría llamarse "sentimiento nacional" en el sentido lingüísticomoderno o también cultural. Ocurre aquí lo mismo que entre losproletarios polacos: lealtad respecto a la comunidad política en unión conun extendido sentimiento de comunidad limitado a la comunidad local delenguaje que existe dentro de aquélla, pero fuertemente modificado por elsentimiento "estamental". Tampoco existe ninguna unidad "estamental",aunque las oposiciones no sean tan rudas como las que existían dentro de lapoblación blanca en los estados del sur de la Unión Americana. Sin embargo,las oposiciones internas estamentales y de clase ceden ante la amenaza comúna la comunidad de lenguaje. Y, finalmente, hay casos en los que el nombreno parece adecuarse muy bien, como en el sentimiento de comunidadde los suizos y de los belgas, o quizás del luxemburgués y del oriundo deLichtenstein. Lo que nos despierta reparos para aplicar el nombre de "nación"no es la "pequeñez" cuantitativa de la unión política -los holandesesconstituyen para nosotros una "nación"-, sino la renuncia consciente al"poder", que convirtió en "neutrales" a esas colectividades políticas. Lossuizos no constituyen una verdadera "nación" si queremos fijamos en la comunidadde lengua o de cultura, en el sentido de una cultura literaria oartística. Sin embargo, su extendido y robusto sentimiento de comunidad,a pesar de cierta debilitación aparecida recientemente, no tiene sólo sus raícesen la lealtad frente a la comunidad política, sino también en la particularidadde las "costumbres", que, sea cual fuere su contenido real, son sentidassubjetivamente como algo muy común y peculiar, muy condicionado por laoposición a otras estructuras sociales, especialmente la alemana, pero sinolvidar en general a toda "gran" formación política y militar, con sus consecuenciasinevitables para la organización del régimen interior de dominación;peculiaridad que sólo la existencia independiente parece garantizar. La lealtadde los franceses del Canadá respecto a la comunidad política inglesa estáhoy condicionada grandemente por la profunda antipatía que les inspira laestructura económica y social y las costumbres de la vecina república, frentea la que la subsistencia del Canadá como unidad autónoma es sentida comogarantía de la peculiaridad tradicional. Esta casuística podría multiplicarsefácilmente y debería hacerlo toda investigación sociológica exacta. Pone derelieve que los sentimientos colectivos que se designan con el nombre genéricode "nacionales" no son unívocos, sino que pueden ser nutridos por diferentesfuentes: pueden representar un papel importante las diferencias en laarticulación social y económica y en la estructura interna del poder, con susinfluencias sobre las costumbres, pero no necesariamente -en Alemania sontan distintas como puede uno imaginar-; los recuerdos políticos comunes,la confesión religiosa, la comunidad de lenguaje y también el habitus condi-

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