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max-weber-economia-y-sociedad

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LA DOMINACIÓN NO LEGÍTIMA 1033.,·asallos encastillados, extendidos sobre todo el continente. Cuanto más alnorte y hacia el interior más dependen en su fundación de la concesión delos señores políticos y territoriales, articulados en la asociación feudal military administrativa. Su constitución como "ciudad" se va debiendo cadavez menos a los intereses políticos y militares de una asociación militar deterratenientes y cada vez más a motivos económicos del fundador, porque eltitular del poder espera ingresos aduaneros, de tráfico y tributos. Para él representaen primer lugar un asunto económico y no una medida militar o,en todo caso, el aspecto militar, cuando existe, se pospone al otro de modocreciente. Si la evolución conduce en la Edad Media occidental a una autonomíadiversa de las ciudades, que caracteriza al Occidente, lo hace tansólo en la medida en que los poderes extraurbanos, y esto es lo único decisivo,no disponían de un aparato disciplinado de funcionarios para podersatisfacer la necesidad de administración de los asuntos urbanos en la medidaen que lo exigía, por lo menos, su propio interés en el desarrollo económicode la ciudad. La administración y la justicia principescas de los comienzos dela Edad Media no poseían, por la naturaleza de las cosas y la posición de quieneslas encamaban, el conocimiento especializado, la continuidad y la objetividadracional necesarias para poder ordenar y dirigir aquellos interesesrepresentados por los asuntos del comercio y de la industria urbanos queinterferían con los propios, y eran tan ajenos a las costumbres estamentales.El interés de los titulares del poder se redujo en un principio a los ingresosen dinero. Si los burgueses podían satisfacer este interés, lo probable es queel titular extraurbano se guardara de toda interferencia en los asuntos de losburgueses, cosa que podía perjudicar la fuerza atractiva de la propia fundaciónen competencia con las de otros señores y perjudicar, por ]o tanto, losingresos. Favorece a las ciudades la competencia de poder entre los señorespero, sobre todo, la que tiene lugar entre el poder central y los grandesvasallos y el poder hierocrático de la Iglesia, mas teniendo en cuenta que,dentro de esta competencia, la alianza con el poder monetario de los burguesespodía procurar ventajas. Por lo tanto, cuanto más unitariamenteestaba organizada una asociación política tanto menos se desarrollaba la autonomíapolítica de las ciudades. Pues todos los· poderes feudales sin excepción,empezando por los reyes, han observado con la mayor desconfianza sudesarrollo. Solamente la falta de un aparato burocrático y la necesidad dedinero obligó a los reyes franceses, a partir de Felipe Augusto, y a los ingleses,a partir de Eduardo 11, a apoyarse en las ciudades, lo mismo que losreyes alemanes trataron de apoyarse en los obispos y en los bienes de la Iglesia.Después de la guerra de las investiduras, que sustrajo este apoyo a losreyes alemanes, encontramos breves intentos de los reyes sálicos para favorecertambién a las ciudades. Pero tan pronto como los recursos políticos yfinancieros de los poderes patrimoniales reales o territoriales permitieroncrear un aparato administrativo apropiado, trataron también de destruir enseguida la autonomía de las cindades.Por lo tanto, el intermezzo de la autonomía urbana de la Edad Mediafue condicionado por circunstancias bien diferentes que la Antigüedad. Laciudad antigua específica, sus capas dominadoras, su capitalismo, los inte-

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