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max-weber-economia-y-sociedad

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968 SOCIOLOGfA DE LA DOMINACIÓNpretensiones de poder del obispo y de lo~ visconti. Pero la finalidad positivade la conjuratio era sobre todo la asociación de los terratenientes de la localidadpara mutua protección, para arbitraje y para asegurar una administraciónde justicia que correspondiera a los intereses de los habitantes de laciudad, pero, además, para el monopolio de las probabilidades económicasque la ciudad ofrecía a sus habitantes: sólo el juramentado era admitido atomar parte en el comercio de los burgueses de la ciudad, así, por ejemplo,en Génova a participar en las inversiones de capital en forma de commendapara el comercio de ultramar; después venía la fijación de las obligacionesfrente al señor de la ciudad, por ejemplo, sumas globales o altas rentas enlugar de una tributación arbitraria; y, finalmente, la organización militar alos fines de ampliar hacia fuera la zona de dominio político y económico delayuntamiento urbano. Apenas han surgido las conjurationes cuando comienzantambién las guerras de los comunes entre si, fenómeno crónico ya acomienzos del siglo XI. Hacia dentro la conjuratio imponía la entrada de lamasa de los citadinos; las familias patricias y nobles residentes en la ciudad,que establecieron la hermandad conjurada, tomaban el juraménto a todos loshabitantes cualificados por la posesión de tierra; quien no prestaba el juramentotenía que retirarse. No siempre se produjo algún cambio en la organizaciónadministrativa existente. El obispo o el señor secular de la ciuda..imantenían con frecuencia su posición a la cabeza de un distrito urbano y loseguían administrando mediante sus ministeriales; sólo la existencia dela asamblea de los burgueses hizo sensible la gran transformación. Pero lascosas no quedaron ahí. En las últimas décadas del siglo XI nos encontramoscon los "cónsules", elegidos anualmente, oficialmente por la totalidad de losburgueses o mediante un grupo de notables elegidos por ellos, pero que, enrealidad, usurpaban siempre el derecho de elección, y cuya propuesta era confirmadapor aclamación, constituyendo un colegio de electores que a menudopasaba de la docena. Los cónsules, funcionarios a sueldo y con emolumentos,se apropiaban, completando la usurpación revolucionaria, la totalidad o parteprincipal del poder judicial y del mando en la guerra, y administraban todoslos asuntos del ayuntamiento. En los primeros tiempos salieron casi siempre,o muy a menudo, de entre los altos funcionarios judiciales de la curia episcopalo señorial; sólo que ahora, en lugar del nombramiento por el señor dela ciudad tenemos la elección por la burguesía conjurada o por su representación.Tenían a su lado, como instancia controladora, un colegio de sapientes,a menudo llamado credenza, formado en paite por los viejos escabinos(Schaffen), en parte de notables nombrados al efecto por el cónsul o por elcolegio electoral; en realidad se trataba de los jefes de los linajes militar yeconómicamente más poderosos, que se repartían entre sí estos cargos. Laprimera formación de la confraternidad jurada conservó todavía la separaciónestamental de las diversas categorías de capitani ( vas:illos principales), subvasallos,ministeriales, castellani (señores de burgos) y cives meliores, esdecir, con capacidad económica para equiparse militarmente; los cargos yel consejo se repartían proporcionalmente entre ellos. Pero muy prontodomina el carácter del movimiento que se encamina contra la asociaciónfeudal como tal. Los cónsules no debían admitir ningún feudo de un señor,

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