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max-weber-economia-y-sociedad

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FUNDAMENTOS RACIONALES Y SOCIOLÓGICOS DE LA }.1ÚSICA 1179del perfeccionamiento técnico de dicho instrumento coincide de este modocon las grandes innovaciones en el marco del canto a varias voces, las cuales,pese a algunos obstáculos iniciales, no se conciben sin la participación deaquéllos.El órgano era y siguió siendo vehículo de la música culta eclesiástica, yno del canto profano. Y a que hasta en un pasado reciente no hubo de acompañara la manera actual, como antes se sostenía con frecuencia, el canto dela comunidad, ni aun entre los protestantes (en la medida en que éstos,como fue el caso inicialmente de los reformados suizos, los puritanos y casitodas las sectas ascéticas, no hubieran desterrado el órgano de las iglesias[precisamente porque había servido al canto artístico], de modo análogo acorno el cristianismo antiguo lo había hecho con el aulos). En efecto, comoha subrayado Rietschel en particular, el órgano siguió siendo también en laIglesia luterana, que bajo la fuerte influencia de Lutero conservó el cantoartístico, el instrumento que en conjunto lo apoyaba o lo sustituía a la maneraantigua. Versos adaptados totalmente al órgano, cuyo texto la comunidadleía en el libro de cánticos, alternaban con producciones del coro entrenado.En el luteranismo, después de un auge efímero, la participación dela comunidad misma en el canto se redujo a un volumen que, a menudo,apenas permite apreciar diferencia alguna con respecto a la Edad Media. Másfavorabe era la situación del canto comunal en las iglesias reformadas hostilesal canto cultiv:.~do, sobre todo después de que las composiciones francesas desalmos alcanzaran difusión internacional. Y efectivamente, a partir de finesdel siglo XVI, el órgano volvió a introducirse paulatinamente en la mayoría delas iglesias reformadas. Por otra parte, con d progreso del pietismo se produjoen la Iglesia luterana, a fines del siglo xvrr, la catástrofe de la antiguamúsica artística eclesiástica. Sólo la ortodoxia mantuvo una parte considera·ble de canto cultivado eclesiástico, y resulta tragicómico que la música deJ. S. Bach, la cual, en correspondencia con su actitud religiosa personal ostentacon todo, pese a su vinculación estrictamente dogmática, un rasgo inconfundiblede espíritu pietista, fuera vista con recelo por los pietistas, en elmismo lugar de su propia residencia, siendo apreciada, en cambio, por los ortodoxos.O sea, que la posición del órgano como instrumento acompañante enprimer término del canto de la comunidad y, aliado de ello y desde antiguo,cual instrumento preludiante o que llena los intermedios, la entrada y salidade la comunidad y, sobre todo, el acto prolongado de la comunión, es defecha relativamente reciente, lo niismo que el carácter de fervor religioso quetiene hoy para nosotros la música del órgano y, en particular, la resonanciaemocional de sus mixtmas y registros graves, los cuales, en el fondo y desdeel punto de vista puramente estético, suenan, pese a Helmholtz, de modobárbaro. El órgano es el instrumento que más que cualquier otro ostenta elc~r.ácter de un~ máq~in~, porque es el que más liga al que lo sirve a las posibilidadestécmcas ob¡ehvamente dadas de su conformación del sonido y elque m.enos libertad le deja de hablar su propio lenguaje personal. En suevoluciÓn ha seguido asimismo el principio de la máquina en el sentido deque, en tanto que su servicio exigía en la Edad Media cantidad considerablede personal, sobre todo pisadores de los fnelJes -para los 24 fuelles del

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