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max-weber-economia-y-sociedad

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1120 APÉNDICEHasta aquí todo parece estar en orden, y en estos elemenos básicos, porlo menos (simplificados artificialmente), podría el sistema armónico deacordes presentarse a primera vista como unidad racionalmente completa. Sinembargo, como es sabido, esto no es así. En efecto, para que al acorde dedominante-séptima sea representante unívoco de su tonalidad, su tercera,o sea la séptima de la tonalidad, ha de ser una séptima mayor, o sea que, enlas tonalidades menores, la séptima menor de las mismas ha de elevarse cromáticamente,en contradicción con lo que exige el acorde de tres sonidos(ya que en otro caso el acorde de dominante-séptima de la menor sería alpropio tiempo acorde de séptima de mi menor). Así, pues, esta contradicciónno está determinada sólo melódicamente, como se sostiene a menudo(entre otros por Helmholtz) -porque sólo el grado de semitono que quedadebajo de la octava del tono fundamental posea aquella dependencia que leimpele hacia la octava y le califica como "nota sensible"-, sino que se hallaimplícita ya en la función armónica del acorde de dominante-séptima, si éstaha de valer también para el modo menor. En esta alteración de la séptima menora mayor se origina en forma de escala propia, de la tercera menor apartir de la quinta y hacia la séptima mayor del modo menor, el "acordeaumentado" disonante de tres sonidos, en contra de la combinación armónicade terceras que consta de dos terceras mayores. Y el "acorde disminuido"disonante lo contiene todo acorde de dominante-séptima de escalapropia, a partir de la séptima mayor de la tonalidad que forma su tercerahacia arriba.Ya estas dos clases de acordes son, frente a las quintas divididas armónicamente,propiamente revolucionarias. Con todo, frente a los hechos dela música a partir ya de J. S. Bach, la armonía de acordes no ha podidodetenerse ni con mucho en su legitimación. Si se introducen en un acordede séptima que contenga una séptima menor dos terceras mayores, entoncesqueda como resto una "tercera disminuida" disonante, y si con ella, con unatercera .menor y una mayor se forma un acorde de séptima, entonces su séptimavuelve a ser "disminuida": resultan los acordes "alterados" de séptimay sus inversiones. Y además, mediante combinación de terceras de escalapropia (normales) con terceras disminuidas, se obtienen los "acordes alterados"de tres sonidos y sus inversiones. A partir del material de esas categoríasde acordes pueden construirse a continuación las "escalas alteradas" tandiscutidas, a cuya escala pertenecen y vistas desde las cuales son, pues, disonancias"armónicas", cuyas resoluciones se pueden construir con las reglas(adecuadamente ampliadas) de la armonía de acordes y emplearse para laformación de cadencias. De modo característico, ésas hicieron su apariciónhistórica primero en las tonalidades menores y sólo han sido racionalizadaspaulatinamente por la teoría. Todos esos acordes alterados reconducen dealgún modo a la posición de la séptima en el sistema sonoro. Es la séptimaasimismo la que perturba la paz en el intento de armonizar la simple escalamayor mediante una serie de acordes puros de tres sonidos; falta el tono deunión, exigido por la necesidad de la progresión gradual constante, del gradosexto al séptimo, y sólo en este lugar, el único en que falta a los grados la"relación de dominante" de unos con otros, o sea el grado de parentesco

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