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max-weber-economia-y-sociedad

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848 SOCIOLOGÍA DE LA DOMINACIÓNpeñaban una "profesión"', en el sentido actual del vocablo, aprendidamediante un ¡ .J.ber especializado y practicada mediante remuneración, sinoportadores de dones específicos del cuerpo y del espíritu estimados comosobrenaturales (en el sentido de no ser accesibles a todos). Por esta razón,el concepto de "carisma" es empleado aquí "sin significado axiológico". Lacapacidad que tenía el energúmeno árabe para el éxtasis heroico -hastael punto de que mordía en su escudo y a su alrededor, como un perrorabioso, hasta echar a correr ávido de sangre-, la que mostraba el héroeirlandés Cuculain o el Aquiles homérico, constituían un ataque "mana"producido artificialmente por una intoxicación aguda como se ha afirmadodurante mucho tiempo en lo que se refiere al Berserker -energúmeno escandinavo--(en Bizancio se conservaba un cierto número de estas "bestiasrubias", lo mismo que anteriormente los elefantes de guerra, como individuosespecialmente propensos a esos ataques). El éxtasis de los chamanes se deb~asimismo a una epilepsia constitucional, cuya posesión y corroboración representala facultad carismática. Para nuestro sentir, ninguna de las dos cosases un fenómeno noble y elevado, tal como nos ocurre asimismo con la "revelación"del libro sagrado de los mormones, revelación que, por lo menosdesde el punto de vista de su valoración, debería ser calificada de burd.1"patraña". Pero la sociología no establece tales valoraciones. El jefe de lo~mormones, lo mismo que los mencionados "héroes" y "magos" se corroboranante sus partidarios como personas dotadas de un carisma. En virtud de estedon, y -cuando empezó ya a ser claramente concebida la idea de Dios- envirtud de la misión divina que en él radica, ejercieron todos ellos su artey su dominación. Esto ocurrió tanto con los médicos y profetas como conlos jueces, caudillos militares o jefes de grandes expediciones de caza. En uncaso especial históricamente importante (la historia del desarrollo del primitivopoder eclesiástico cristiano) debemos a Rudolf Sohm el haber determinadode un modo consecuente, el carácter sociológico de esta categoríade la estructura del poder, aunque, como es natural, de modo históricamenteunilateral. Pero aunque se expresa con frecuencia del modo más puro en laesfera religiosa, se repite este hecho en principio idéntico con toda universalidad.En oposición a toda especie de organización oficial burocrática, la estructuracarismática no presenta ningún procedimiento ordenado para el nombramientoo sustitución; no conoce ninguna "carrera", ningún "ascenso", ningún"sueldo", ninguna formación profesional del portador del carisma o de susayudantes, ninguna autoridad a la cual se pueda apelar. Tampoco puedenasignársele jurisdicciones locales o competencias exclusivas. Y, finalmente,no existen instituciones independientes de las personas y del estado de sucarisma puramente personal en la forma de las "magistraturas" burocráticas.El carisma conoce solamente determinaciones internas y límites propios. Elportador del carisma abraza el cometido que le ha sido asignado y exige obedienciay adhesión en virtud de su misión. El éxito decide sobre ello. Si laspersonas entre las cuales se siente enviado no reconocen su misión, su exigenciase malogra. Si la reconocen, se convierte en su "señor" mientras sepamantener por la "prueba" tal reconocimiento. Pero no deduce su "derecho"

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