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max-weber-economia-y-sociedad

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906 SOCIOLOGÍA DE LA DOMINACIÓNral es el compromiso entre las potencias del más allá y del más acá. Y talcompromiso se encuentra efectivamente muy próximo a los intereses recíprocos.Es evidente que el poder político está en situación de poner alservicio de la hierocracia al brachium saeculare con vistas a la extirpación delos herejes y a la recaudación de los impuestos. Dos cualidades del poderhierocrático lo recomiendan para que el político se le alíe. En primer lugar,es el poder que legitima, poder del cual difícilmente pueden prescindir elsoberano césaropapista, el soberano personalmente carismático (por ejemplo,el plebiscitario) y todas las capas sociales cuya situación privilegiada dependede la "legitimidad" del dominio. En segundo lugar, constituye unprocedimiento incomparable para la domesticación de los dominados. Elloocurre tanto en gr:::nde como en pequeña escala. Así como el diputado radicalitaliano más enemigo de la Iglesia no pudo prescindir de la educación conventualde las mujeres como un procedimiento de domesticación, así tampocoel tirano helénico pudo dejar de fomentar el culto a Dionisos y en elgrado máximo la hierocracia ha sido utilizada con vistas al dominio de lospueblos sometidos. El lamaísmo ha pacificado a los mogoles, obstruyendopara siempre esta continua fuente de irrupciones bárbaras procedentes de laestepa sobre las pacificadas tierras civilizadas. Con el fin de hacerlos inofensivos,el Imperio persa "otorgó" a los judíos su "ley" y el dominio hierocrático.También la evolución de tipo eclesiástico en Egipto parece haber sidofavorecida por el mencionado hecho. Y en la Hélade, todos los oráculos,profetas órficos y de toda clase aguardaban y deseaban la victoria de lospersas con el .fin de dejarse utilizar para los mismos fines. Las batallas deMaratón y de Platea fueron decisivas para el triunfo del carácter mundanosobre el carácter clerical de la civilización helénica. Lo que era válido paralos pueblos extranjeros, lo era tanto más en lo que concierne a los propiossúbditos. Las capas militares o comerciales de los notables suelen utilizarsólo de un modo fuertemente tradicionalista el apoyo de la religión, puesésta les crea un poder rival peligroso, fundado en las necesidades emotivasde las masas. En todo caso, suelen despojarla de su carácter carismáticoemocional.Así, los Estados nobles helénicos rechazaron, por lo menos enlos comienzos, el culto de Dionisos. Y el Senado romano aplastó sistemáticamentea través de siglos el éxtasis en todas sus formas, de manera que fuedegradado al nivel de la superstitio (traducción literal de ~Y.oTaO't¡;;); y todossus procedimientos, ante todo la danza, fueron suprimidos inclusive en el culto(la danza de los salios es una procesión, pero los frates Arvales realizaban suantiquísima danza a puertas cerradas). Este hecho ha tenido para la granoposición entre la evolución de la cultura romana (por ejemplo, de la música)y la helénica las más graves consecuencias en los más distintos sectores. Encambio, el soberano personal busca en t~das partes un apoyo religioso de suposición. El acuerdo entre los dos poderes puede realizarse de manera muvdiferente, y la constelación de poderes efectivos puede variar diversament;sin un cambio formal de su contenido. Las fatalidades históricas dcsempeílanen ello un papel muy importante: una sólida monarquía hereditariahubiera tal vez impulsado a la Iglesia occidental a seguir una evolución parecidaa la Iglesia de Oriente, y sin el gran cisma no hubiera nunca tenido tal

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