O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

esencial para el consenso, se hubiera exigido una revisión de toda la historia
anterior, reclamando justicia y ajusticiamiento para todos? ¿Quién se atreverá a
responder a esta pregunta?”.
Ramírez Jiménez, aínda que admite que a morte da II República se
debeu ao alzamiento do 18 de xullo de 1936 306 , subliña que hai varias causas
que puñan en grave perigo “el desarrollo pacífico de aquel ilusionante 14 de
abril”: (a) unha Constitución que contiña unha “nefasta política religiosa”, moi
prexudicial para a igrexa católica e motivo de enfrontamento coa cidadanía, (b)
un pluripartidismo extremo e moi polarizado, con formacións fortemente
ideoloxizadas e opostas, sobre todo en función do cleavage relixioso, e (c) un
consenso republicano moi débil, que producía unha insistente demanda de
superación da República tanto na dereita como na esquerda. 307 Xa nos anos
sesenta e setenta consolidouse unha clase media que ía ser a protagonista da
transición e que non quería voltar ao pasado:
Que no se perdiera lo que poco a poco había conseguido: el hijo en la Universidad, el
coche familiar, el veraneo bien merecido, el orden que todo lo garantizaba, etc. [...] El
encubierto capitalismo y la poderosa tecnocracia habían ganado silenciosamente la
batalla. [...] Estábamos ante una burguesía conservadora no exenta de abundantes
dosis de miedo. Se temía a los exaltados. Pero fallecido Franco, la única senda posible
era la de una democracia que no pasara cuentas al inmediato pasado y que nos llevara
a Europa. Los grandes partidos lo vieron pronto e, incluso renunciando a partes de sus
iniciales idearios, cumplieron la gran función de acoplar sus demandas a lo que
realmente quería la nueva sociedad. Aquí estuvo la clave del éxito de una transición en
la que no existieran vencedores ni vencidos. (Ramírez Jiménez, 2005b.)
De maneira que o que xa non ten sentido hoxe é,
tan pronto y con muchos protagonistas vivos, resucitar el pasado y volver a utilizarlo en
la contienda política.
Y es que llegó un día un Rey, precisamente puesto por Franco, que pregonó a
los cuatro vientos que quería ser el Rey de todos los españoles. De todos. De los de
dentro y de los de fuera. Pensaran como pensaran y hubieran hecho lo que hubieran
hecho. No, no hubo “olvidos” en la transición que, incomprensiblemente, algunos
parece que quieren repetir. Conocer bien la historia comienza por liberarse de las
valoraciones previas, larvadas y manifiestas. Y, acto seguido, crear nuevas y limpias
ilusiones para esta democracia que se nos está tornando flor mustia demasiado
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