O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

políticas– acordaron por consenso que o franquismo lle abrise a porta a unha
nova orde política pluralista cun forte compoñente corporatista, pero sen que
tan importante cambio traspasase o máis mínimo os límites estruturais
impostos pola economía capitalista. En palabras de Giner (1994, 67-69), a
transición non se produciu –non puido producirse, matizaríamos nós– a través
dunha revolución, senón a través dunha democratización desde arriba:
En España, ciertos planes serios para una “ruptura democrática” con el pasado
dictatorial, albergados por fuerzas antifranquistas incluso hasta en 1977, se volvieron
inadecuados o innecesarios en vista de que ciertos grupos estratégicamente ubicados
dentro del régimen se inclinaban a realizar concesiones. A su turno estos grupos se
vieron ayudados por la notable buena voluntad que demostraron la mayor parte de
líderes opositores puestos fuera de la ley, para conciliar y embarcarse en una política
consensual. [A] orden internacional militar, político y económico de Occidente habría
hecho que cualquier intento serio de cambio estructural abrupto, político o social,
resultara no sólo altamente costoso en todo sentido, sino en última instancia de éxito
improbable.
[...] En la Europa del Sur [...], casi todas las fuerzas presentes se vieron
obligadas a entrar en acuerdos y concesiones mutuas, conducentes al gobierno
constitucional, bajo una poderosa vigilancia desde arriba o desde fuera. En todos los
casos, ciertos árbitros de la situación, internos o externos, impusieron los límites y
condiciones de la transición.
Sea lo que fuere, como resultado del proceso de transición (aparte del
surgimiento de nuevas instituciones políticas, sindicales y de otro tipo, vinculadas con
la democracia parlamentaria y constitucional) las pautas heredadas de la dominación
de clase y la desigualdad social han sido respetadas por los nuevos sistemas de praxis
política. Después de todo, se trata del mismo sistema que predomina en todas partes
en la Europa occidental. 866
O’Donnell e Schmitter ([1986], 82) constatan este mesmo feito cando
observan como os sectores privilexiados chegaron probabelmente á conclusión
de que o réxime “autoritario” era prescindíbel a partir do momento no que xa
acadaran os seus obxectivos e entendían que a súa perpetuación no poder
podía provocar unha polarización social e unha reacción popular violenta.
Tamén Stepan (1994, 117) abonda neste argumento cando sinala que dentro
da coalición autoritaria existían elementos importantes que percibían que, na
medida en que as condicións ían cambiando, os seus intereses a longo prazo
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