O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

trouxeron consigo “la aceleración del proceso de retiro de los elementos falangistas del poder –
comprometidos con la autarquía–“. Pola contra, os elementos do Opus Dei pertencentes á elite
do poder convertéronse nos “mejores adalides” do desarrollismo, que “se basa no solamente
en la promesa de un bienestar físico (y apolítico) considerable, sino sobre todo en un culto a la
eficiencia, al pragmatismo, a la competencia técnica y a la aplicación de sensatas medidas
neocapitalistas”. Finalmente –e sobre todo a partir de 1969–, unha asociación clerical como o
Opus Dei acabou transformada nunha poderosa e conspicua rede de padroado:
Su ideología desarrollista, apoliticista, tecnocrática y teocrática presenta rasgos muy interesantes. Puede
decirse que es un compromiso específicamente español entre un sistema tradicional de valores y creencias y
otro sistema, moderno, de nociones utilitarias y hedonistas. Estas últimas exigen mayor logro, competencia y
tratamiento racional y desapasionado de los problemas, mientras que las primeras exigen lealtad a un cuerpo
de dogmas heredados sobre el mundo sobrenatural y sobre las formas morales de vida. El resultado es que
el Opus representa indudablemente una red cerrada de patronazgo, con sus ritos de iniciación, su confesión
de adhesión a ciertos dogmas y creencias (los generales de la Iglesia y los particulares de la asociación) y
sobre todo, con la recompensa inmediata que ofrece: acceso a universidades, ministerios, negocios, banca,
industria, publicidad, etc. Empero, al mismo tiempo, se exige para el miembro ambicioso competencia,
eficacia, éxito personal, agresividad; se le exigen resultados. El Opus es pues, como lo fuera otrora la
Compañía de Jesús, una respuesta tradicionalista positiva al reto de la modernidad. Y, como quiera que en
España las fronteras de clase son muy difíciles de cruzar y la movilidad ascendente y la promoción social
son, por otra parte, absolutamente necesarias para su nueva fase de desarrollo económico, el sistema de
patronazgo representado por el Opus ha venido a suministrar los canales adecuados para llegar al status
elevado y aun acceder al poder ministerial, aunque sea a costa de la entrega ideológica total de sus neófitos.
742 Carballo Carballo (1995, 163) apunta como o Opus Dei (López Rodó, d’Ors) comezou a
estabelecerse na Universidade de Santiago de Compostela.
743 Para toda esta cuestión seguimos moi de preto a Giner, 1972b, 36-37 (v. tamén, en termos
case idénticos, Giner, 1971, 149), e a Giner e Sarasa Urdiola, 1993, 55-57.
744 De feito, nin Madrid nin Roma amosaran interese por preservar a vixencia do concordato de
1851; con todo, o concordato non fora denunciado formalmente, senón simplemente
incumprido, o que permitía suscitar a cuestión da súa vixencia (Ferreiro Galguera, 2005, 31,
Hera, 1987, 44-47, Suárez Pertierra, 1978, 12-13, e Tusell Gómez, 1997, 38). Para un
achegamento crítico ao concordato de 1851, v. Puente Ojea, 2007b, 363-365.
745 Marquina Barrio (1982, 88) ofrécenos unha síntese da andaina histórica do dereito de
presentación: El Patronato Real reconocido por Inocencio VIII a los Reyes Católicos y sus sucesores, y el
derecho de Presentación de arzobispos y beneficios consistoriales reconocidos por Adriano VI a Carlos V y a
los Reyes, sus sucesores, constituían privilegios tan incontrovertibles y perpetuos que ni el papa Benedicto
XIV, tan celoso de las prerrogativas pontificias, había encontrado reparo que oponer a las Bulas de sus
predecesores y ordenó que fuesen observadas, comprometiéndose bilateralmente a ello con el Concordato
de 1753.
De feito, e como sinala Martín de Santa Olalla Saludes (2003, 66), o privilexio de presentación
era unha institución altomedieval que xa exercían os reis visigodos.
746 O texto íntegro do acordo pódese consultar en Piñol, 1999, 111-113.
747 No punto 1 do acordo non se mencionaban os bispos auxiliares –algo que tería unha
enorme importancia despois do Concilio Vaticano II, como veremos no capítulo 20–, no punto 9
o Goberno comprometíase a observar o previsto nos catro primeiros artigos do concordato de
1851, e no punto 10 prevíase que o Goberno negociase coa Santa Sé a súa lexislación sobre
materias mixtas ou sobre asuntos de interese da igrexa. Deste xeito, e como observa Marquina
Barrio (1982, 290-291; v. tamén 1984, 120), a Santa Sé dispuña dun “mini-Concordato firmado,
como hacen a este convenio estos dos artículos, [e] ya no tendría ninguna prisa por la firma de
un concordato que le podría comprometer política e internacionalmente con un Régimen que,
por mucho que se diga, nunca tuvo buena acogida en el Vaticano. [...] Nótese que entre 1941 y
1953 trancurren doce años”. V. tamén Martín de Santa Olalla Saludes, 2003, 70.
748 V. Lannon, 1990, 261-262: “La Falange obtuvo el derecho a diseñar y dirigir los estudios
oficiales de carácter cívico y político en todo el sistema educativo, pero la Iglesia tuvo aún más
éxito en su implantación en la enseñanza”.
749 Andrés-Gallego, Pazos e Llera, 1996, 51, 56-57 e 78, Callahan, 2000, 304 e 312, Cárcel
Ortí, 1993, 566-567, Corral Salvador, 2007, 83-84, Cuenca Toribio, 1985, 93-97, Díaz-Salazar
Martín, 2006, 70, Hera, 1987, 46-47, Laboa Gallego, 1981, 77-79, Lannon, 1990, 254-255,
Marquina Barrio, 1980, 17-19, e 1984, 117-121, Martín de Santa Olalla Saludes, 2003, 66-71 e
81, Payne, 1984, 228, Piñol, 1999, 110-113, e Suárez Pertierra, 1978, 20-21.
Marquina Barrio (1982) ofrécenos un exhaustivo e imprescindíbel estudo do proceso
negociador do convenio de 1941.
831