O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

totalmente– é interesante reproducir in extenso a visión que ten Morodo (1984,
104-107) do papel do catolicismo naquel momento:
El catolicismo político español, durante el franquismo, y como ingrediente ideológico
cualificado, siempre mantuvo una posición conservadora y anti-modernista,
moderando, como contraprestación, el radicalismo político totalitario inicial: la «pax
católica» como moderación del franquismo, pero dentro del franquismo. Y,
consecuentemente, no aceptando o promoviendo aperturas reales de cambio. Pero es
justo señalar que junto al sector oficialista y mayoritario del catolicismo político –
especialmente en la jerarquía, por el sistema de designación y por la connivencia con el
Vaticano– hubo personalidades, con sus grupos políticos, enfrentados al sistema
frontalmente [sic]: Giménez Fernández, Gil Robles y sectores demócratas cristianos o
nacionalistas vascos y catalanes. De igual forma, dirigentes políticos que se deslizarán
hacia posiciones netamente democráticas y progresistas (Ruiz-Giménez), o que, ya en
las promociones posteriores, relanzan grupos democráticos, abiertos al cambio y al
mundo ideológico e institucional europeo: Alvarez de Miranda, Iñigo Cavero, Gil-Robles
(hijos), Oscar Alzaga, Carlos Bru. Pero, en general, hasta muy tardíamente, el nacional-
catolicismo dominante, directa o indirectamente, controlado por una jerarquía muy
conservadora y reaccionaria, respondía a una concepción ideológica paternalista-
autoritaria, cuyos modelos políticos no eran tanto Hitler-Mussolini, como Salazar-
Dollfuss: suavizar, sirviendo de contrapeso al poder, el totalitarismo.
En los denominados sectores tecnocráticos, el Opus Dei en su manifestación
política, sub-producto también del catolicismo político-sindical, había, en cambio, una
cierta voluntad –que llevarán, con éxito, a la práctica– de modernización económica, de
«liberalización» o, más correctamente, de racionalización de la nueva etapa de la
sociedad española [...], pero sin proyectos estrictamente políticos de evolución. 1031 Es
significativo, en este sentido, que la firme apoyatura política de este grupo (López
Rodó, López-Bravo, López de Letona) sea, precisamente, el almirante Carrero,
hombre-fuerte de la tenacidad continuista. Pero también en el sector Opus había
disidentes que se proyectarán hacia una evolución netamente democrática (Calvo
Serer, Antonio Fontán y los sectores y plataformas que se estructurarán en el
franquismo tardío).
Ambos grupos –catolicismo corporativo y tecnocracia– expresaban un claro
conservadurismo social, pero con diferencias importantes: mientras que el sector
tecnocrático operaba desde una de las vertientes de la modernidad europea (neo-
capitalismo), el nacional-catolicismo se mantenía dentro de los supuestos tradicionales
de una concepción del mundo arcaica y paternalista. En el fondo existía el deseo de
desarrollar mágicamente la encíclica «Rerum novarum», o el pensamiento de los
populistas social-católicos, como La Tour du Pin, es decir, un utópico catolicismo social
defensivo ante el movimiento obrero organizado y el neo-capitalismo ascendente. [...]
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