O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

604 Saz Campos, 2004, 86. A propósito desta cuestión, Juliá Díaz (2000, 79-80 e 84) subliña
que o réxime franquista non foi fascista, “pero sin [...] fascistas en los puestos de mando es
sencillamente incomprensible”. En efecto, a crise política de 1942 non provocou a evaporación
dos elementos falanxistas, que seguiron presentes no Goberno e na administración, no
Movimiento, na Organización Sindical e nos medios de comunicación e de propaganda. De
feito, o réxime político español era unha realidade sui generis: ningún outro país estaba
controlado polo exército, a Falange e a igrexa católica baixo a dirección dun líder carismático.
605 No capítulo 4 vimos como Navarro introduce un importante matiz neste punto: a
desmobilización política aféctalles as clases populares, porque as medias e as medias altas se
atopan nun estado de mobilización permanente. Juliá Díaz (2000, 87-88) insiste en que “el
Nuevo Estado nunca buscó una movilización de las clases medias y obrera al estilo del
fascismo italiano”; é máis, o que realmente procurou foi a desmobilización permanente.
606 Saz Campos, 2004, 154.
607 Para Saz Campos (2004, 167), a ditadura franquista é comparábel con “aquellos regímenes
intermedios, como los de Rumania, Austria, la Francia de Vichy o Portugal, que hemos visto
denominar como parafascistas, gravitantes hacia el fascismo o fascistizados. De entre todo[s]
ellos es, probablemente, el régimen de Vichy el que presenta más semejanzas con el español”.
Sobre a caracterización do franquismo como ditadura fascistizante, v. tamén Saz Campos e
Gómez Roda, 2004.
608 No capítulo 4 recollemos a reflexión crítica de Navarro sobre o nome que recibe usualmente
o réxime despótico liderado polo xeneral Franco, que prefire chamar réxime ditatorial español.
609 Giner, Sevilla-Guzmán e Pérez Yruela (1978) reelaboran o texto inicial de Giner e Sevilla-
Guzmán (1975) e adoptan a terminoloxía que logo manterán estes autores (Giner e Sevilla-
Guzmán, 1980, e Giner, 1981). Recentemente, porén, Giner (1997 2 ) volve utilizar o aparato
conceptual proposto hai 30 anos.
610 Sobre a etioloxía destes modelos, Giner (1984, 9) ten reflexionado a posteriori:
Coincidiendo con el período «tecnocrático» y «desarrollista» de los años 60 habían comenzado a surgir
algunas concepciones que entendían el régimen en términos asaz benignos, al tiempo que las
interpretaciones propuestas por la izquierda se habían tornado repetitivas, antañonas, crispadas, y en
muchos casos dogmáticas. Estas últimas –por cuya indignación moral sentía una cierta afinidad electiva– me
parecían incapaces de entender los procesos de cambio que se habían adueñado de la sociedad española a
partir de 1953, por dar una fecha que quizá sea más correcta que la ya tradicional de 1959. Fue así cómo, en
colaboración con Eduardo Sevilla, vine a componer una interpretación del régimen en términos de
despotismo moderno, que incorporaba de un modo riguroso –o que deseaba serlo– una serie de conceptos
clave: dominación clasista, terror selectivo, clases de servicio, obediencia pasiva, pluralismo restringido, y
otros, sin por ello ignorar las fluctuaciones históricas ocurridas.
Noutro lugar, Giner (2000) observa:
El interés por entender mejor la sociedad española me llevó a que, primero con la colaboración de
Eduardo Sevilla, y más tarde con la de Manuel Pérez Yruela, dedicara también atención a poner de relieve,
sociológicamente, lo que constituía la peculiar naturaleza del Franquismo, entendido como orden
sociopolítico. Hasta el momento predominaba un análisis que lo definía como ‘régimen autoritario’ mientras
que, en ambientes marxistizantes, se solía entender más bien como ‘dictadura burguesa’ más o menos
militaroide. Nuestros propios esfuerzos, en cambio, nos condujeron a discrepar de entrambas versiones. Lo
calificamos como modo de dominación despótica de fachada fascistoide, vinculada a la modernización por
vía reaccionaria. Al introducir nociones como la neomarxista de ‘clase de servicio’ (para el aparato
funcionarial y el ideológico, con inclusión de sindicatos verticales y Falange), ‘violencia represiva selectiva’,
‘coalición reaccionaria’ y otros afines, logramos, creo, presentar una versión alternativa a las dos
prevalecientes. Algún concepto era nuevo, y otros, como el de coalición reaccionaria o clase de servicio
(respectivamente de Barrington Moore y Karl Renner) procedían de la panoplia conceptual sociológica.
611 Que, como vimos no capítulo 4, procede a describir os trazos dos distintos tipos de réximes
non-democráticos existentes (autoritarios, totalitarios, postotalitarios e sultanísticos).
612 Para unha definición da politeia, v. Giner, 1997 2 , 151.
613 Giner (1981, 15) define a sociedade atrasada como aquela que “pertecece a una amplia
zona económica dada, pero ha quedado rezagada con respecto a las principales tendencias de
crecimiento y transformación de ésta. Algunos grupos progresivos de las sociedades atrasadas
consideran que éstas tienen que alcanzar a las zonas (o países) más desarrolladas de su
propio universo cultural, político y económico «natural»”.
614 Para ilustrar a nosa discrepancia con Giner e Sevilla-Guzmán neste punto, pode ser
interesante observar como os autores (Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 103, e 1980, 206)
subliñan a intención dos réximes despóticos de evitar calquera mobilización política a través do
aparato coercitivo e mais das institucións de control e de neutralización ideolóxica, polo que
non fomentan a militancia masiva e ritualizan as manifestacións de apoio multitudinario que se
celebran en ocasións especiais. O obxectivo é a obediencia pasiva da maioría da sociedade:
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