O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

temprano quizá por estar mirando tanto y tan pronto a un ayer que muchos creímos
que lo era de verdad. Lo contrario es el hispánico apasionamiento [...] que nunca nos
ha servido para nada. (Ramírez Jiménez, 2004.)
Saz Campos (2004, 282-291) distánciase explicitamente dos “enfoques”
que poñen o acento no papel dominante das elites franquistas durante a
transición, que o autor considera “pretendidamente de izquierdas” (como se
non fosen, de feito, perfectamente canónicos, como puidemos ver no capítulo
5): “parece desconocerse lo que en la transición hubo de equilibrio de fuerzas y
por ende de participación ciudadana a través de una larga serie de
movilizaciones que condujo finalmente a que la única reforma posible fuera la
que las élites franquistas habían intentado evitar siempre: la democrática”. De
aí que Saz Campos rexeite a crítica do proceso de transición: “Se hizo lo que
se pudo y se hizo bien. Se respondió a una demanda social y a una necesidad
política”. En efecto, e tal e como sostén a teoría canónica, existía unha
demanda social de esquecemento que se plasmou na idea, amplamente
compartida entre a oposición democrática e os sectores que se ían afastando
do réxime, do nunca máis, da reconciliación entre os vencedores e os vencidos
e da construción dunha democracia cerrando as feridas da Guerra Civil e do
réxime franquista: “Se trataba, por tanto, de huir de una posible espiral de
recriminaciones y, eventualmente, de responsabilidades que, sin duda, habría
hecho poco menos que imposible el diálogo entre los distintos interlocutores”.
Fuxir desta espiral, por certo, tamén era un xeito de afrontar o problema das
ameazas do exército e do terrorismo de extrema esquerda e de extrema
dereita. O esquecemento do pasado, obviamente, tivo un custo político:
una renuncia implícita a hacer de la memoria de la dictadura una fundamentación de la
naciente democracia [...]. [... ]
Lo que se producía era en cierto modo una paradoja: el recuerdo de un mal –la
Guerra Civil– había marcado los límites por donde debía transitar la transición; pero
para que ésta se llevase a término felizmente era el recuerdo de otro mal el que se
eclipsaba. La democracia española nacía curada de memoria –de la Guerra Civil– pero
«enferma» de olvido –del franquismo.
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