O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

1124 En realidade, e sempre segundo Díaz-Salazar Martín (2008b, 141), a “formación de un
bloque católico compacto ha sido la estrategia adoptada por algunas Iglesias nacionales ante
situaciones de crisis provocadas por la consolidación de un proyecto democrático laico”.
V. Díaz-Salazar Martín, 2006, 294, onde o autor tamén alude –aínda que dun xeito menos
sistematizado– aos integrantes do bloque católico:
obispos, intelectuales orgánicos (teólogos, pensadores laicos católicos, periodistas, jueces), organizaciones
de masas (CONCAPA, Opus Dei, ACNP y los nuevos movimientos eclesiales: Comunión y Liberación,
Camino Neocatecumenal, Legionarios de Cristo, Focolares, E-cristians, etc.), medios de comunicación y
partidos de clara y vinculante inspiración católica que tienen estrecha relación con la jerarquía. Las nuevas
fuerzas, que se suman a otras asociaciones católicas tradicionales [...], son los denominados «nuevos
movimientos eclesiales», siendo el más relevante Comunión y Liberación [...].
1125 No capítulo 10 puidemos ver que, á parte do concepto do segundo circuito de
representación funcional de Offe, dispomos doutros dous similares: o da canle de
representación paralela de Giner e Pérez Yruela, e o do espazo opaco de Pisarello.
1126 A este respecto, é interesante observar como mesmo desde a esquerda se defende o
modelo español de relacións entre o Estado e a igrexa católica. Así, García de Andoin (2006a),
coordinador federal de Cristianos Socialistas do PSOE, argumenta que a “idea de neutralidad
pasiva del Estado respecto del hecho religioso [...] es incompatible con el pacto constitucional.
El hecho religioso tiene una dimensión cultural y pública, también política, insoslayables”.
1127 Sobre este prelado, v. Cuenca Toribio, 1986, 590-591.
1128 Outro prelado, o bispo de Sigüenza-Guadalajara José Sánchez González (2008, 215-216),
ofrece, pola súa banda, un exemplo da naturalidade coa que o modelo do segundo circuito de
representación funcional foi interiorizado na corporación católica (e tamén no Estado):
Me tocó como interlocutor [sendo José Sánchez González secretario xeral da Conferencia Episcopal] Tomás
de la Quadra-Salcedo, que fue primero ministro de Administración Territorial y después de Justicia. Me
pareció un buen ministro, un hombre bueno, muy leal. Además estaban [sic] Dionisio Llamazares, como
director general de Asuntos Religiosos, que tenía unos planteamientos muy difíciles para ponerse de acuerdo
con él; ponía en duda la validez de algunos Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español. Pero mi trato
más directo y donde más me tocó trabajar fue en la relación con el ministro Juan Alberto Belloch y sus dos
secretarias de Estado, Margarita Robles y la actual vicepresidenta del gobierno, María Teresa Fernández de
la Vega, para tratar el seguimiento de los acuerdos Iglesia-Estado. La imagen que dábamos era la de dos
instituciones que querían entenderse. No es que nos entendiéramos siempre, ni mucho menos. No hicimos
grandes acuerdos y, de hecho, arrastramos dos temas como la regulación de la asignatura y el profesorado
de religión, por una parte, y la colaboración del Estado en el sostenimiento económico de la Iglesia por medio
de la asignación tributaria de los contribuyentes, por otra. Afortunadamente, este último se ha solucionado
recientemente y ha supuesto un paso muy importante, y en él ha tenido mucho que ver el buen hacer de
María Teresa Fernández de la Vega, de quien guardo un buen recuerdo. Tuve también un trato muy cordial
con Suárez Pertierra, ministro de Educación, una gran persona. Ahí descubrí los límites que puede llegar a
ponerle la central del partido político [o PSOE] a un ministro. Viví el cambio, en 1996 [a vitoria electoral do PP
nas eleccións lexislativas xerais], pero ya estuve poco tiempo. Mi relación en esa ocasión fue con Alberto de
la Hera, como director general de Asuntos Religiosos, y las relaciones, más o menos, con la misma eficacia,
es decir, con la misma no-eficacia. Monseñor [Antonio] Montero [Moreno] y yo intentamos desarrollar el
acuerdo sobre educación y cultura para mejorar la presencia de la Iglesia en los medios de comunicación y el
tratamiento respetuoso de la Iglesia en los medios del Estado, pero no hubo manera de hacerlo avanzar.
1129 V. Giner e Pérez Yruela, 1988a, 38-45, que xa citamos en nota ao capítulo 11.
1130 Non é dificil de imaxinar, por exemplo, o que suporía un arranxo corporatista no caso do
matrimonio entre persoas do mesmo sexo. A Lei 13/2005, do 1 de xullo, pola que se modifica o
Código civil en materia de dereito a contraer matrimonio (BOE do 2 de xullo), que equipara o
matrimonio homosexual ao heterosexual, foi aprobada malia as fortísimas presións do bloque
católico, que pretendía que non se alterase a tradición plasmada no Código civil de 1889, no
que o matrimonio quedaba limitado á relación xurídica entre persoas de distinto sexo. Se o
Estado cedese a estas presións, todo un segmento social, integrado polos cidadáns cuxa
orientación sexual os excluía da posibilidade de lles dar plena cobertura xurídica as súas
relacións afectivas, seguiría discriminado e tería que continuar a sufrir as consecuencias
adversas derivadas do modelo de parella propio da tradición sexofóbica católica. A
contundencia coa que a igrexa defende este modelo pode comprobarse en varias declaracións
de eclesiásticos. Así, Cañizares Llovera (2008, 105-106) caracteriza o matrimonio homosexual
como un engano: “La verdad de la familia se fundamenta en la unión estable, para siempre, del
hombre y de la mujer, en el principio, desde el principio, abiertos a la vida. Otras formas
posibles no responden a la verdad de la familia”. No argumento de Rouco Varela (2008a, 186-
188) atópase a idea do matrimonio homosexual como un artificio antinatural, porque “sería ir en
contra de la realidad, un intento ideológico de oscurecer desde fuera la evidencia primaria de la
diversidad sexual como elemento constitutivo y la finalidad procreativa de la institución del
matrimonio: en contra del ser del hombre y del matrimonio”.
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