O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

352 García Escudero, 1987, 284.
Capítulo 8
353
Cfr., para un achegamento católico, Gutiérrez, 1987.
354
V. capítulo 20 e tamén Hermet, 1981, 381-383.
355 2
Linz, 1967 , 198, e 1980, 255.
356
Linz, 1993, 1-3.
357 2
Linz, 1967 , 241, 1970, 130-131, e 1993, 4. O caso vasco amosaba características propias.
358
Cueva Merino (2007, 166) entende que, “como categoría política, el anticlericalismo se
corresponde a la apuesta de unas elites por la secularización y a su intención de llevarla a cabo
desde el Estado y otras administraciones. Esta propuesta positiva, reflejo de las necesidades
de un Estado liberal y una sociedad moderna, se encontró en España con la oposición frontal
de la Iglesia católica. Tal circunstancia convertiría ipso facto el anticlericalismo en un
movimiento de oposición o negativo, obviamente significado en el prefijo «anti»”. A esquerda
aproveitou o potencial mobilizador do anticlericalismo para convertelo nun “elemento esencial
de su trama organizativa, de su parafernalia ritual y de su discurso programático y suasorio. De
esta manera, contribuye a consolidar la llamada «cuestión religiosa» como uno de los pivotes
de la vida pública española”. Cueva Merino (2007, 172-174) subliña que “la base de la retórica
antieclesiástica era, esencialmente, moral. Al clero se lo denostaba, sobre todo, por su entrega
a los vicios capitales: la avaricia, la lujuria, la gula, la pereza”. Ademais, o “clero retardaba el
progreso; peor aún: se oponía activamente al mismo”.
Hermet (1980, 68) explica o anticlericalismo popular español como unha “réaction contre
l’alliance de l’Eglise et de la société bourgeoise”, mentres Casanova Ruiz (2007b) precisa que,
“desde comienzos de siglo, [...] intelectuales de izquierda, políticos republicanos y militantes
obreros, anarquistas y socialistas situaron a la Iglesia y a sus representantes como máximos
enemigos de la libertad, del pueblo y del progreso”; a igrexa católica supúñase “estrechamente
ligada [...] a los ricos y poderosos”. Con máis vagar, Juliá Díaz (2007) observa que o
anticlericalismo foi unha consecuencia do nacionalcatolicismo:
por la religión se mata y se muere cuando la institución encargada de propagar la fe se ha convertido en un
poder político, en una Iglesia de Estado, que impone sus creencias, su moral, sus valores, sus ritos, sus
fiestas, a toda la sociedad apoyada en aparatos de Estado. Una institución que impide la construcción de un
Estado liberal por haber sacralizado todos los espacios de la esfera pública y que no deja margen a la
libertad de conciencia por haber sometido a su moral todos los rincones de la vida privada.
En España, a la conversión del catolicismo en religión de Estado se añadió la identificación del ser
católico con el ser nacional. La nación española era católica o no era. Hasta tal punto, que no decirse católico
equivalía a proclamarse enemigo de España, a militar en la anti-España. [...]
[...]
[...] al convertir la fe católica en religión de Estado y al identificar el ser católico con la pertenencia a
la nación, la Iglesia española alimentó, de una parte, un odio sagrado, una santa ira, que rompió por el
eslabón más débil, contra su clero y sus imágenes, y, de otra, impregnó de sacralidad el terror que costó la
vida a tantos miles de inocentes fusilados en nombre de Cristo Rey.
Finalmente, e desde unha perspectiva eclesiástica, Cárcel Ortí (2008, 70-74) recoñece que na
etioloxía do anticlericalismo están (a) a identificación do clero coas opcións políticas de
extrema dereita e mais (b) o control clerical da educación, realizado cun criterio antimoderno.
Coa II República, o anticlericalismo plasmouse nunha lexislación laicista e en manifestacións
violentas.
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Hermet, 1980, 93-94, e Linz, 1970, 132-133, 1988, 89-90, e 1993, 5-6, 8-9 e 47.
360
Linz, 1980, 256. As razóns que inducen a Linz (1993, 4 e 37-39) a concluír que a II
República se dotou dunha Constitución anticlerical son significativas: a II República concibiu a
relixión como un fenómeno individual e privado, excluíu da esfera relixiosa “algo sagrado como
los cementerios”, regulou especificamente as ordes relixiosas e previu un réxime da liberdade
de ensino radicalmente distinto ao actual.
Para un breve achegamento á época da II República, v. Hermet, 1980, 13-14.
361
Linz quédase aquí por debaixo das cifras manexadas polo común dos autores, que elevan o
número de relixiosos e cregos asasinados a máis de 6.800.
362
Linz, 1970, 133, e 1980, 256. Payne (2000, 246-247), na súa liña historiográfica
tradicionalista analizada por Reig Tapia (2006b), reproduce o modelo canónico cando subliña
que a “persecución masiva de la Iglesia y de los sacerdotes en la zona republicana creó las
condiciones que hicieron que la Iglesia se pusiera del lado de la derecha en la Guerra Civil,
propiciando una explosión del sentimiento religioso y una movilización que resultó ser un factor
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