O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

que “no conlleva necesariamente el triunfo de la verdad” (País, 2007a). Con
outras palabras: “con iniciativas semejantes se pretende indicar que son los
poderes públicos los responsables de legislar el relato de la historia, lo que a
todas luces es absurdo y equivocado” (País, 2007d).
Ash (2007) considera que a liberdade de expresión é “un bien único y
esencial en las sociedades libres”, de maneira que “hay que tener muy buenos
motivos para restringirla legalmente”, algo que o Goberno Federal de Alemaña,
que desconfía do exercicio responsábel da liberdade de expresión, non semella
ter. Segundo o autor, a negación da shoah “debe combatirse en escuelas,
universidades y medios de comunicación, no en comisarías de policía y
tribunales”. 57 Bassets (2007) defende que a verdade histórica non ten carácter
relixioso ou moral, e que o Estado democrático non debe definila. Carrillo
(2008) entende que o negacionismo é “un discurso de odio” que revela un
desprezo das vítimas, pero sostén que as medidas lexislativas
antinegacionistas son “propias de una modalidad de democracia militante, que
el Estado democrático adopta frente a discursos revisionistas de la historia”,
pero incompatíbeis coa liberdade de expresión, e, polo tanto, rexeitábeis: “las
democracias han de tolerar las controversias más vivas e incluso hirientes”
(Carrillo, 2007a), adoptando así “una postura liberal que una sociedad abierta
ha de admitir para mejor conocer sus propios miserables, sin necesidad de la
acción penal salvo que el racista actúe con violencia”. Gallego-Díaz (2007)
sorpréndese de que a iniciativa alemá non suscitase unha “rebelión intelectual”:
“una cosa es incitar a la discriminación y otra, mantener una opinión, por muy
abyecta que sea”. Finalmente, Vargas Llosa (2007) tamén cre que a liberdade
de expresión é consubstancial á democracia, e opina que
hay un riesgo muy grande para la libertad intelectual –para la cultura– y para la libertad
política, en renonocer a los gobiernos o parlamentos la facultad de determinar la verdad
histórica, castigando como delincuentes a quienes se atrevan a impugnarla. [...]
quienes detentan el poder político no están en condiciones de decidir con la objetividad,
el rigor científico y el desapasionamiento moral que exige un quehacer intelectual
responsable, la naturaleza y el significado de los hechos que conforman la historia.
Democrático o autoritario, el poder funciona siempre dentro de unas coordenadas en
las que razones de actualidad, patriotismo, oportunidad, ideología o fe ofuscan a
menudo el juicio y pueden desnaturalizar la verdad.
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