O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

651 O deputado Juan Vázquez de Mella era, segundo Hermet (1980, 93), un representante da
extrema dereita católica.
652 Segundo Saz Campos (2007, 41), Pemartín foi “quien asumió la tarea de llevar el fascismo,
que decía asumir, a las aguas del tradicionalismo católico”. Sobre o pensamento de Pemartín,
v. Cuenca Toribio, 2008, 112-117.
653 Así, para Ramiro Ledesma Ramos, a hispanidade era un antídoto contra os nacionalismos
periféricos, mentres que Onésimo Redondo opinaba que o imperio era o instrumento para
garantir e estender o poder económico.
654 V. Lannon, 1990, 237.
655 Saz Campos (2004, 161-162 e 166-167) introduce un importante matiz nesta idea
comunmente aceptada:
Según la interpretación dominante, la Segunda Guerra Mundial, con la derrota de las fuerzas del
Eje, fue decisiva para la evolución de la dictadura franquista. Esta derrota del fascismo habría determinado el
proceso de desfascistización y los intentos del régimen por acomodarse a la nueva situación internacional.
Por supuesto, algo de cierto hay en ello. Pero el cuadro resultaría más completo si acertásemos a diferenciar
tres fases distintas sobre la base de las relaciones entre dinámica interior y dinámica exterior. Una primera
(1939-1941), en la que la guerra mundial y los éxitos del Eje favorecen una aceleración del proceso de
fascistización. Una segunda, (1941-1942) en la que, todavía victoriosas las armas del Eje, la Falange fascista
sufre una definitiva derrota. Y una tercera, (1942-45) en la que el declive de las armas fascistas supone una
aceleración del proceso de desfascistización, pero dentro de los límites que han quedado definitivamente
marcados en la fase anterior. De todas ellas, como se infiere claramente de lo dicho, la segunda, la
intermedia, sería la decisiva.
Polo tanto, entre 1941 e 1942 o compromiso autoritario atopou os equilibrios básicos que lle
darían unha estabilidade extraordinaria: sobre a base da figura de Franco, o Goberno situouse
por riba do partido único, e os intereses das clases, das institucións e das elites tradicionais
foron respectados, ao tempo que se mantiveron elementos fascistas tales como a retórica ou
as prácticas represivas.
656 Suanzes-Carpegna (2006, 43) sinala que
el Estado franquista era un Estado nacionalista [...] extremadamente centralista, [...] desconocedor de la
región como entidad jurídica, negaba incluso la autonomía administrativa de las provincias y municipios. A los
Gobernadores Civiles, que eran a la vez los Jefes Provinciales del Movimiento, y a los Presidentes de las
Diputaciones los nombraba el poder ejecutivo, al igual que a los Alcaldes, así como a los Rectores de
Universidad. En este punto, el nuevo régimen [...] se separaba [...] del regionalismo fuerista defendido por el
carlismo, aunque como concesión a esa corriente, que había jugado un papel relevante en el «Alzamiento»
del 36, se reconoció el carácter foral de las Diputaciones de Navarra y Álava.
657 Neste mesmo sentido, v. Díaz-Salazar Martín, 2006, 21.
658 Sobre o concepto de mentalidade, v. Giner, 1997 2 , 190. A mentalidade é menos elaborada
que a ideoloxía, porque provén “del rol ocupacional, de la comunidad de morada y de la
subcultura”. A “constelación de actitudes” que conforma a mentalidade queda “incorporada al
temperamento y al carácter de las personas”. A pluralidade de mentalidades débese á división
do traballo e ás diferentes formas de vida.
Como puidemos ver nos capítulos 4 e 7, Linz, posibelmente empeñado en afastarse do modelo
marxista, nega a ideoloxía como elemento constitutivo dos réximes autoritarios, o que o leva a
acudir ao concepto de mentalidade dun esquecido Geiger, no que se sostén a idea dun
condicionamento psicolóxico da persoa polo seu contorno social máis inmediato. Porén, o
concepto de mentalidade adoece de graves problemas, como observa González Beramendi
(1999, 109-110).
659 Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 91 e 97, e Giner, Sevilla-Guzmán e Pérez Yruela, 1978, 126.
660 Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 100-101, e 1980, 214.
661 Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 98-99.
662 Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 99-100, e 1980, 213-214, e Giner, 1994, 59.
663 Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 100, e 1980, 214.
664 Giner, 1994, 52, e Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 103, e 1980, 206-207.
665 Giner e Sevilla-Guzmán, 1975, 98, e 1980, 211-212, e Giner, Sevilla-Guzmán e Pérez
Yruela, 1978, 124-125.
666 En 1978, Giner, Sevilla-Guzmán e Pérez Yruela (1978, 124-125) propuxeron unha división
da represión franquista en fases:
a) El «El Terror Blanco» (1939-1943). De purga sangrienta tanto en las ciudades como en el campo. b) El
largo silencio (1944-1968). Período en el que el sistema represivo [...] consigue un cierto grado de eficacia sin
violencia física. [...] c) La vuelta a la violencia armada (1968-1975). La violencia sin provocación contra la
clase obrera surge con los hechos sangrientos de Granada y continúa hasta la actualidad.
A este respecto, Cazorla Sánchez (2005) relata un episodio significativo: “durante su visita a
Madrid en octubre de 1940, Heinrich Himmler, el líder nazi arquitecto del Holocausto, manifestó
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