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O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

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291 Aguilar Fernández, 1996a, 25. V. tamén, para un desenvolvemento pormenorizado deste<br />

tema, Aguilar Fernández, [199-].<br />

292 Aguilar Fernández, 2007b, 65.<br />

293 A este respecto, Reig Tapia (2006c, 11 e 360-362) observa: “Se <strong>da</strong> así la contradictoria<br />

paradoja de que un elemento abiertamente negativo tal cual fue mantener siempre vivo el<br />

recuerdo de la Guerra Civil durante cuarenta años coadyuvó a una sali<strong>da</strong> abiertamente positiva<br />

de la dictadura mediante el consenso, haciendo posible una transición tranquila y pacífica no<br />

carente de sobresaltos”. Polo tanto, o medo á guerra foi funcional durante a democratización. O<br />

cal non permite en absoluto afirmar que Franco fose o artífice <strong>da</strong> transición, posto que xamais<br />

amosou vontade ningunha de reconciliación, senón claramente de humillación dos vencidos.<br />

En 1939, España non quedou en paz, senón que Franco venceu, e a súa vitoria foi celebra<strong>da</strong><br />

anualmente, todos os días 1 de abril, até a morte do ditador. Curiosamente, aquí volvemos<br />

atoparmos cun paradoxo: “«el consenso» facilitó la transición y resultó funcional para el éxito<br />

político de la misma, pero, al mismo tiempo, dificulta la profundización democrática y resulta<br />

disfuncional para la vi<strong>da</strong> política democrática que exige siempre una transparente actuación por<br />

parte de la clase política” (Reig Tapia, 2006c, 375). En resumo, “la memoria-desmemoria de la<br />

Guerra Civil y de la dictadura franquista [...] ha venido a propiciar una terrible paradoja: su<br />

evidente funcionali<strong>da</strong>d para el «éxito» político de la transición y su aparente disfuncionali<strong>da</strong>d<br />

para el ejercicio y profundización de las libertades democráticas” (Reig Tapia, 2006c, 379).<br />

294 Saz Campos (2004, 289-290), que, como veremos segui<strong>da</strong>mente, asume a teoría canónica<br />

que estamos a estu<strong>da</strong>r, observa a este respecto criticamente:<br />

El franquismo contribuyó decisivamente a fijar la idea de los años sesenta, como años de paz, orden,<br />

prosperi<strong>da</strong>d y desarrollo. Ésta es, como se sabe, una de las ideas más claramente fija<strong>da</strong>s en la memoria<br />

colectiva. Es lo que el franquismo «tuvo de bueno». [...] todo el protagonismo va en beneficio e unos<br />

personajes, los tecnócratas [...] frente a cambios económicos, sociales y culturales anónimos. La resistencia<br />

social, política y cultural de aquellos años tiende a caer así en el olvido. Como el hecho de que todo lo que se<br />

hizo en estos terrenos fue al margen o contra el régimen. Como el hecho, en fin, de que incluso en aquellos<br />

años la represión en forma de despidos, detenciones, torturas o incluso la muerte, en la calle o frente al<br />

paredón fue en términos relativos superior a la de la Italia fascista.<br />

295 A propia autora, polo visto, semella atopar a mesma dificultade de evasión cando afirma que<br />

“también es un discurso maniqueo el de algunas de las fuerzas venci<strong>da</strong>s, para quienes el<br />

alzamiento del 18 de julio fue un golpe de <strong>Estado</strong> absolutamente injustificado por parte de las<br />

fuerzas traidoras a la legítimamente instaura<strong>da</strong> República” (Aguilar Fernández, 1996a, 189).<br />

296 “El aprendizaje sobre el pasado más ampliamente compartido por la socie<strong>da</strong>d española a lo<br />

largo del proceso de cambio político puede resumirse de una forma muy simple: todos, de<br />

alguna forma, cometieron barbari<strong>da</strong>des durante la guerra y nunca más debe repetirse esa<br />

catástrofe” (Aguilar Fernández, 2007b, 66).<br />

297 A quen lle atribúe Bustelo (2005) “un bárbaro afán de venganza” é ao franquismo, como<br />

demostran algúns exemplos: “Dejar morir en la cárcel, a sus 70 años, a Besteiro, uno de los<br />

personajes más respetables de la historia de España; reclamar a la Gestapo, para fusilarlos, la<br />

entrega desde la Francia ocupa<strong>da</strong> de Companys, presidente de la Generalitat, y de los ex<br />

ministros Peiró, anarcosindicalista, y Zugazagoitia, socialista, y la ejecución de tantos y tantos<br />

más”.<br />

298 Aguilar Fernández, 1996a, esp. 56-57, 63-66, 190-195, 225-227, 230, 284-287, 348-354 e<br />

357-361.<br />

299 Payne (2000, 249) ofrece unha explicación bastante plausíbel sobre o rexeitamento<br />

franquista dunha política de reconciliación: “el rechazo de una ver<strong>da</strong>dera reconciliacón fue muy<br />

útil para el nuevo régimen, que mantendría durante muchos años la distinción entre vencedores<br />

y vencidos: división que contribuyó en gran medi<strong>da</strong> a superar las diferencias políticas internas<br />

entre los seguidores de Franco y a reforzar así su propia y firme autori<strong>da</strong>d”.<br />

Verbo <strong>da</strong> reconciliación, o franquismo inmobilista produciu modelos alternativos. Un exemplo<br />

representativo atopámolo en Vassallo de Mumbert, 1978, 11-12:<br />

Desde el mismo día del Movimiento del 18 de julio, hasta la hora de su muerte, el veinte de noviembre de mil<br />

novecientos setenta y cinco, la gran preocupación del Generalísimo Franco fue la reconciliación de todos los<br />

españoles. El sabía que por ser el vencedor tenía las posibili<strong>da</strong>des mengua<strong>da</strong>s para lograr esa gran<br />

reconciliación nacional. Pero lo intentó con todos los medios a su alcance. No se hicieron distingos para<br />

ocupar puestos de trabajo, ni beneficios. Se le dio total independencia al poder judicial. El Ejército no fue un<br />

ejército de partido, sino puesto al servicio de los valores comunes de la patria. Se legisló hablando siempre<br />

de los derechos y obligaciones de todos los españoles y es más, quiso llevar la reconciliación más allá de la<br />

propia vi<strong>da</strong>, creando lugares sagrados, de reposo para los que en uno y otro bando beligerante habían<br />

encontrado la muerte.<br />

Su gran preocupación era la uni<strong>da</strong>d entre los hombres y las tierras de España y por ello y para que<br />

los hombres no se dividieran ni enfrentaran, no consintió la creación de partidos políticos y convocó a todos<br />

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