O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

todos eles se desenvolveron baixo o signo dunha teoloxía escolástica contraria á modernidade
cultural da Ilustración liberal e preocupada por afirmar a centralidade da autoridade papal. O
Concilio Vaticano I (1869-1870), que definiu o dogma da infalibilidade papal, tivo lugar
precisamente durante o pontificado de Pío IX, o autor da encíclica Quanta cura e mais do
Syllabus, aos que aludimos supra. A Pío XI e a Pío XII tocoulles en sorte xestionar as relacións
da súa igrexa co fascismo, co nacionalsocialismo e co comunismo estalinista. Tanto Pío XI, que
en 1925 creou a Acción Católica como un recurso fronte á descristianización e fronte á
crecente influencia dos movementos de masa totalitarios, como Pío XII, o seu sucesor no trono
de Pedro, evitaron a colisión con estes movementos e preferiron centrarse nos asuntos
intraeclesiais. Especialmente merecedor dunha crítica negativa é o silencio papal verbo da
shoah. Fundamentado xuridicamente sobre o deber de estrita neutralidade política contraído
polo Vaticano no concordato de 1933 entre a Santa Sé e o Reich, este silencio resultou fatal
porque supuxo desaproveitar a autoridade moral internacional do papa. V. Röhrich, 2006 2 , 60-
65, a quen seguimos neste punto. Carballo Carballo (2006, 6/126) recorda que Pío XII intentou
infrutuosamente organizar un concilio “de condenación dos erros modernos”.
937
Andrés-Gallego, Pazos e Llera, 1996, 139-140.
938
Esta é a expresión que utiliza González Ruiz (1977, 183) cun evidente exceso de
entusiasmo: “El Concilio Vaticano II fue un inmenso harakiri que se hizo a sí misma la Iglesia
católica, produciendo no ya una «reforma», sino unha verdadera «ruptura» con viejos moldes
ancestrales que parecían tan inamovibles como los gigantescos monumentos vaticanos”.
939
Verbo da Declaración “Dignitatis humanae” sobre a liberdade relixiosa (Concilio Ecuménico
Vaticano II, 1965c), Alberigo (2005, 168-169) apunta:
La declaración sobre la libertad religiosa [...] constituía una profunda novedad en el pensamiento
católico moderno, reconociendo la validez de la plena libertad de conciencia, tanto individual como colectiva. [...]
Con este acto el concilio superaba la habitual y exclusiva reivindicación de la «libertas ecclesiae» y la
correlativa distinción entre «hipótesis» (es decir, libertad para los católicos cuando son minoría) y «tesis» (o
sea, intransigencia de los católicos cuando son mayoría), así como la pretensión de defender del error a la
verdad castigando al que yerra.
Dignitatis humanae desarrolla esencialmente la doctrina formulada por Juan XXIII en la parte final de
la Pacem in terris de 1963 [Xoán XXIII, 1963]. [...]
Al mismo tiempo el concilio ha clarificado los presupuestos de tipo público para el diálogo, tan urgente,
entre las religiones y la modernidad. Este diálogo tenía necesidad, para ser desarrollado, de una libertad
religiosa pública y sostenida jurídicamente.
Non debería sorprendernos, polo tanto, o comentario de Laboa Gallego (1988b, 27) sobre este
documento conciliar:
La declaración Dignitatis humanae personae significó, en un sentido práctico e inmediato, el
documento que mayor impacto produjo en España, ya que representaba la vuelta de página de una historia y
una situación plurisecular. No resultaba fácil aceptarla, pero hay que reconocer que la gran mayoría del clero y
del pueblo la aceptaron con sumisión y prontitud, aunque, evidentemente, resultó más difícil comprenderla y
valorarla en sus motivaciones y coordenadas doctrinales y teológicas. Por un lado, la libertad religiosa implicaba
obviamente para la Iglesia liberarse de hipotecas innecesarias, de cautividades que ponían en peligro su
credibilidad, y, por otro, una vez independizada, implicaba también el derecho a ser reconocida civilmente y a
actuar libremente desde sus propias convicciones.
Raguer i Suñer (2006b, 277-280 e 291-292) repara en que tanto os bispos españois como o
Goberno eran moi conscientes de que a declaración entraba en conflito co concordato de 1953 e
cuestionaba a ideoloxía nacionalcatólica.
940
Para Alberigo (2005, 189), o concilio “ha señalado globalmente, a propósito de la relación
Iglesia-historia, una radical inversión de tendencia respecto a la orientación que prevalecía en
el catolicismo desde al menos cuatro siglos antes”.
941
Outro teólogo, Floristán (2005b), entende que o concilio contribuíu “a un cambio profundo de
la cosmovisión cristiana, ya que fue final de la Contrarreforma, consagración de los
movimientos eclesiales innovadores, reconocimiento de los valores de la modernidad, retorno a
la palabra de Dios y redescubrimiento de una nueva conciencia de Iglesia. El mundo no era
visto ya exclusivamente como ‘enemigo del alma’”.
942
Cfr. Ruiz Rico, 1977, 138 e 184.
943
Citado por Tejerina Arias, 2006c, 30.
944
O “decrépito contingente de la España de Franco”, en palabras de Burleigh (2006, 428).
945
Sobre a basta formación intelectual dos eclesiásticos da época, v. capítulo 14 e mais o
relato autobiográfico de Alvilares Moure (1992, esp. 78-182), así como Blázquez, 1991, 99-103
(“las instituciones de la Iglesia –seminarios y universidades– eran intelectualmente
inhabitables”) e Martín de Santa Olalla Saludes, 2003, 245-246 (moitos bispos “no tenían la
más mínima categoría intelectual”). En realidade, a miseria cultural era unha consecuencia da
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