O Estado oculto - Repositorio Institucional da USC - Universidade ...

Las improvisaciones convivieron con las incertidumbres, que finalmente fueron las que marcaron el
espacio temporal de la Transición. Las tres incertidumbres más importantes fueron: la organización territorial
del Estado, el involucionismo militar y la debilidad del sistema de partidos. Las tres, dada su importancia,
condicionaron directamente la viabilidad del nuevo sistema político establecido en la Constitución de 1978.
Juan Sánchez González (2007, 57-58), finalmente, recorre ao interesante expediente de
presentar a incerteza como un elemento analítico en certo modo novidoso, como se non
formase parte do canon científico-social:
Frente a la exitosa interpretación mediática –plenamente vigente como reflejan los suplementos publicados
con motivo del treinta aniversario de la instauración de la Monarquía– que ofrece una visión mítica y modélica
de un proceso de Transición diseñado milimétricamente en una especie de «hoja de ruta» y controlado por
unos protagonistas individuales caracterizados de héroes providenciales, los historiadores vienen ofreciendo
un panorama más controvertido y menos idealizado. Por encima de que hubiera o no una estrategia
perfectamente diseñada, se destacan cada vez más la dubitativa marcha y los diferentes ritmos del proceso
de Transición, la concurrencia de varias alternativas, la incertidumbre ante las presiones de todo tipo que se
recibieron y la influencia de las circunstancias de los sucesivos momentos, hasta el punto de que se llega
incluso a cuestionar la existencia de un guión prefijado y a considerar la Transición como un ejercicio de
bricolaje permanente.
De esta manera, y aunque con desigual fortuna, se otorga carta de naturaleza a ese concepto
fundamental para la historia del tiempo presente y consustancial a todos los procesos históricos que es el de
la incertidumbre y que conduce ineludiblemente al análisis de los procesos de toma de decisión.
278 Linz, 1996b, 45, e Linz, Stepan e Gunther, 1995, 88-89.
279 Casanova, 1998, 42-46.
280 Colomer Calsina, 1998, 9-10.
281 André-Bazzana (2006, 49-50) salienta que un dos trazos centrais do modelo canónico, no
que o proceso é unha reforma e o resultado é unha ruptura, é a ausencia de perdedores: “cada
cual obtuvo lo que quería: los antiguos franquistas la reforma, ya que la Transición se hizo a
partir de las Leyes fundamentales del régimen; la oposición la ruptura, porque la dictadura
efectivamente se reemplazó por una democracia”. En realidade, e segundo o mesmo autor
(André-Bazzana, 2006, 180-181 e 213), este modelo enmascara o feito de que o proceso
español foi unha transición outorgada ou polo menos manexada polos cadros franquistas.
282 V.g. Casanova (1998, 42-45), que discrepa parcialmente de Colomer Calsina (1998, 14-18)
e de Morodo (1984, 110-127).
283 Ou “transacted”, como din Linz, Stepan e Gunther (1995, 98). A este respecto, Morodo
(1984, 74-75 e 80) sinala como “la propia peculiaridad de la transición, es decir, [...] el modelo
de ruptura/reforma pactada que se acepta, y que ha llevado –intelectual y políticamente– a una
consensualización neutralizadora del pasado”, está na orixe da autocrítica da esquerda
intelectual española verbo do seu pasado, así como do “sutil intento” das elites franquistas “de
constituirse en precursores democráticos”. A oposición democrática aceptou pactar unha
reforma cos sectores evolucionistas do réxime franquista partindo dun intento de fuxir de
visións do pasado que dificultasen a reconciliación: “toda la oposición había construido y
asumido una estrategia de cambio político basada –a pesar de las declaraciones partidistas–
en una salida transaccional, lo que implicaba, tarde o temprano, la aceptación de una reforma
pactada con los sectores evolucionistas del régimen”.
284 Linz e Stepan, 1996, 71-72, 88 e 111, e Linz, 1996 5 a, 69.
285 Santiago Carrillo (en Satué Fonseca, 2005, 324) defende o modelo canónico da transición
negociada:
Nosotros queríamos romper con la legalidad del sistema anterior, y da la casualidad de que no se formó ese
gobierno provisional. Pero Suárez, con su gobierno, hizo las tres cosas que nosotros asignábamos a un
gobierno provisional que hiciera la ruptura. Y las tres cosas eran la amnistía, la legalidad para los partidos,
para la Prensa y las organizaciones, y la convocatoria de unas Cortes, que no se llamaron constituyentes al
principio, pero todos sabíamos que iban a ser constituyentes. Es decir, la vida no fue igual, la ruptura no se
produjo igual. Pero hubo una ruptura pactada con Suárez y con los reformistas del régimen, con la legalidad
del Movimiento.
286 Linz, 1990, 17-18.
287 Linz, 1992, 457, e 1996b, 27.
288 Linz, 1970, 183, Linz, Stepan e Gunther, 1995, 88 e 90, e Linz e Stepan, 1996, 93-94.
289 O’Donnell e Schmitter, [1986], 77-78 e 110-111, e Linz, Stepan e Gunther, 1995, 88.
290 A propia autora (Aguilar Fernández, 1996a, 23) entende curiosamente que a súa teoría non
está emparentada nin coas teorías iniciais nin coas teorías actualmente canonizadas do
repertorio funcional-pluralista, cando afirma que é allea á “prácticamente superada corriente
funcionalista, que incide en los prerrequisitos estructurales necesarios para el establecimiento
de las democracias”, así como á “denominada corriente genética, que presta una atención
prioritaria a las estrategias de los distintos actores”.
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