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Administracion Estrategica - Hill - 8 edición

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256 Parte 3 Estrategias<br />

Además de escuchar con demasiada atención a sus clientes, Christensen identifica varios<br />

otros factores que dificultan que las compañías establecidas adopten una nueva tecnología<br />

desorganizadora. Observa que muchas empresas se niegan a invertir en nuevas tecnologías<br />

desorganizadoras debido a que, al principio, sirven a nichos de mercado tan pequeños que<br />

parece improbable que puedan tener algún efecto sobre sus ingresos y utilidades. A medida<br />

que la funcionalidad de la nueva tecnología comienza a mejorar y a invadir el mercado<br />

principal, las inversiones de la empresa a menudo se ven obstaculizadas por el hecho de<br />

que su explotación requiere un nuevo modelo de negocios, totalmente diferente del modelo<br />

establecido de la compañía y, por consiguiente, muy difícil de implantar.<br />

Estos dos puntos se ilustran mediante un ejemplo: la aparición de los corredores de<br />

bolsa con descuento en línea durante la década de 1990, como Ameritrade y E*Trade, que<br />

utilizaron la nueva tecnología, internet, para que los inversionistas compraran acciones mediante<br />

pagos de comisiones muy bajos. En contraste, en el caso de los corredores de servicio<br />

completo, como Merrill Lynch, los pedidos se debían colocar a través de un corredor de<br />

bolsa que ganaba una comisión por realizar la operación, lo cual generaba costos elevados.<br />

Christensen también observa que una nueva red de proveedores y distribuidores suele<br />

crecer alrededor de los nuevos competidores. Al principio no sólo las compañías establecidas<br />

ignoran la tecnología desorganizadora, sino también sus proveedores y distribuidores. Esta<br />

ceguera parcial crea una oportunidad para que nuevos proveedores y distribuidores ingresen<br />

al mercado para servir a los nuevos participantes. A medida que aumenta el número de rivales,<br />

sucede lo mismo con la red asociada. Por último, sugiere Christensen, los nuevos competidores<br />

y su red pueden reemplazar no sólo a las empresas establecidas, sino también a toda<br />

la red de proveedores y distribuidores asociados con ellas. Llevado a su extremo lógico, este<br />

punto de vista sugiere que las tecnologías desorganizadoras pueden provocar la desaparición<br />

de toda la red de empresas asociadas con las compañías establecidas en una industria.<br />

A menudo, las compañías establecidas en una industria tambaleante debido a un cambio<br />

de paradigma tecnológico se tienen que enfrentar a fuerzas de inercia internas que limitan<br />

su capacidad para adaptarse, pero eso no les ocurre a los nuevos competidores, por lo<br />

cual gozan de una ventaja. No se tienen que enfrentar a un conjunto de clientes establecidos<br />

y conservadores y a un modelo de negocios obsoleto. En vez de ello, se pueden enfocar en el<br />

mejoramiento de la nueva tecnología, en el perfeccionamiento de su desempeño y en aprovechar<br />

la ola de tecnología desorganizadora para ingresar a nuevos segmentos del mercado<br />

hasta que invaden el mercado principal y desafían a las compañías establecidas. Y para ese<br />

momento, tal vez estén muy bien equipadas para derrotarlas.<br />

● Implicaciones<br />

estratégicas para<br />

las compañías<br />

establecidas<br />

Aun cuando Christensen ha descubierto una tendencia importante, de ninguna manera<br />

está grabado en piedra que todas las compañías establecidas están condenadas al fracaso<br />

cuando se enfrentan a tecnologías desorganizadoras, como lo hemos visto con IBM y<br />

Merrill Lynch. Este tipo de empresas deben enfrentar los retos creados por la aparición de<br />

tecnologías desorganizadoras. 28<br />

En primer lugar, tener acceso al conocimiento de la forma en la cual las tecnologías<br />

desorganizadoras pueden revolucionar los mercados es en sí un activo estratégico valioso.<br />

Muchas de las compañías establecidas que examinó Christensen fracasaron debido a que<br />

no consideraron a la nueva tecnología en la forma adecuada y les hacían a sus clientes la<br />

pregunta errónea. En vez de preguntar “¿está usted interesado en esta nueva tecnología?”,<br />

debieron reconocer que era probable que esa nueva tecnología mejorara a lo largo del tiempo<br />

y preguntarles: “¿se interesaría en esta nueva tecnología si mejora su funcionalidad a lo<br />

largo del tiempo?” Si lo hubieran hecho, tal vez habrían tomado decisiones estratégicas muy<br />

diferentes.<br />

En segundo, es obvia la importancia de que las empresas establecidas inviertan en las<br />

tecnologías recién surgidas que a la larga se pueden convertir en tecnologías desorganizadoras.<br />

Las compañías deben respaldar sus apuestas acerca de una nueva tecnología. Como

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