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UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA FACULDADE ...

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congregava “la bolsa de la alta prostitución internacional que opera en Rio”, ou seja, jovens<br />

muito desenvoltas controladas pelos seus proxenetas, e que no restaurante sempre havia<br />

uma fila de mesas ocupadas por mulheres sozinhas, assim disposta pelos maîtres d’hôtel<br />

para que os hóspedes – homens sozinhos – que se sentavam nas mesas situadas em uma fila<br />

paralela pudessem escolher. Além desses comentários sobre a prostituição carioca, Jiménez<br />

expôs a sua avaliação sobre a questão do lenocínio no Brasil em uma seção intitulada Las<br />

“entretenidas”. Nela, com cínico humor, mostra o luxuoso modo de vida ao que podiam<br />

aspirar as mulheres européias que, sem terem possibilidades de ascensão social e<br />

econômica nos seus países, decidissem emigrar ao Brasil para exercerem a prostituição.<br />

Também assinala um traço diferencial na relação dos senhores brasileiros com as suas<br />

queridas. Segundo ele, os brasileiros, embora tratassem com correção as suas amantes,<br />

eram muito recatados e não gostavam de se associar claramente a elas em público:<br />

El Brasil es el paraíso de las mujeres. Criaturas insignificantes, que arrastrarían miserable vida en<br />

España, Francia, Italia o Alemania, logran éxito crematístico en la capital o en las grandes ciudades<br />

brasileñas. Las joyas y los perfumes deslumbran la vista y casi trastornan el olfato. Los brillantes del<br />

Brasil, grandes y amarillentos, se han convertido en el atributo de la cocota, que añade uno a su dedo<br />

a medida que asciende, como los militares prenden una estrella más en su bocamanga. Yo he visto en<br />

el anular de una mujer cuatro brillantes descomunales, de esa tonalidad icterícica, engarzados a pares<br />

en dos sortijas, que extravasaban por los dedos contiguos con notable falta de elegancia.<br />

La vida de las “entretenidas” ofrece una particularizad remarcable. El brasileño es superlativamente<br />

educado con las mujeres; pero el hombre que ha traspuesto los treinta años y que logró situarse<br />

socialmente por la conquista económica, que es el más aristocrático marchamo en América, no osará,<br />

aunque sea soltero o viudo, presentarse en público con su amante. La hospeda en los mejores<br />

Hoteles, pero ella come sola en su pequeña mesa, mientras él almuerza y cena solitario en el mismo<br />

comedor a pocos metros de su querida. En el Casino de Copacabana, la mujer juega a la ruleta en un<br />

paño, mientras su dueño y señor hace sus posturas en otro tablero. Sólo la alta noche los reúne. De<br />

este género de vida, en que la hembra colma sus caprichos más costosos, sin dejar de sentir la barrera<br />

que la separa del hombre que la paga, nace un rencor irracional de la amante al propietario que<br />

únicamente reclama sus derechos al llegar el silencio nocturno.<br />

Por eso el Brasil no sólo es el paraíso de las mujeres, sino de los hombres respetuosos con las<br />

convenciones sociales (Jiménez, 1928: 42-43).<br />

Em relação à política no Brasil (Cap. VII – La Política), Jiménez expressou que esta<br />

compartilhava os mesmos males que afetavam à gestão da coisa pública em “la mayor parte<br />

del continente americano en que se habla lengua ibérica”, com exceção da Argentina e do<br />

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