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UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA FACULDADE ...

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peripecias, me daría más lectores en el extranjero. Pero ese no es el Brasil que yo vi. A la postre ellos<br />

serían defraudados y yo honrado.<br />

Basta ya de tipismos inveraces y de generalizaciones absurdas.<br />

Viajes de turista exento de pretensiones científicas o profesionales. Rápidos, no obstante invertir en<br />

ellos muchos meses (el Brasil es inmenso), con itinerarios preconcebidos y, después, alterados sobre<br />

la ruta, por la presencia de insospechados temas de admiración.<br />

Preferí viajar por el interior - ¡magnífico “sertão” brasileño! –; buscar la originalidad, la brasilidad,<br />

tantas veces apreciada. Las grandes ciudades modernas se parecen todas entre sí. Tal vez Río de<br />

Janeiro sea excepción, y no por lo que tiene la ciudad sino por lo que tiene la Naturaleza (Casais,<br />

1940: 13).<br />

Do início da obra, José Casais assume sem ambages a sua posição e a sua disposição<br />

como turista. Assim, na Primeira parte do livro, referente às suas impressões sobre os seus<br />

passeios pelo Rio de Janeiro, Casais ressalta que o Rio é uma das cidades mais visitadas do<br />

mundo por turistas de variadas procedências:<br />

Casi todos los navíos trasatlánticos de la línea Suramérica hacen escala en este puerto. Empresas de<br />

viajes organizan frecuentes cruceros. La relación turística entre las repúblicas del Plata y el Brasil no<br />

se interrumpe en todo el año. Durante el invierno y la primavera las excursiones son casi diarias.<br />

En uno de estos cruceros llegué a la ciudad maravillosa después de recorrer las principales del nuevo<br />

mundo. Veníamos, todos los pasajeros, obsesionados por el universal renombre de la bahía de<br />

Guanabara.<br />

La mayor parte de los pregoneros de esta merecida reputación apenas visitaron Río en horas<br />

brevísimas: Corcovado, “Pão de Açúcar”, compras ligeras en la Avenida... No tuvieron tiempo de<br />

conocer la capital turística por excelencia. Aquí el forastero va de sorpresa, de admiración en<br />

admiración. La emoción turística es integral, vence los programas trazados, sobrepasa las previsiones<br />

de los “guías”.<br />

Ante todo el turista siéntese acompañado. Empieza a notar la gentil hospitalidad de un pueblo al<br />

organizar el viaje. Ya no más dejará de asistirle. En el Consulado brasileño todas son facilidades para<br />

el futuro huésped. A bordo del navío recibirá instrucciones que le ahorrarán contratiempos en el<br />

desembarque y al dar los primeros pasos en el país desconocido. Las autoridades de la policía<br />

marítima y de inmigración apenas le entretendrán unos segundos para poner en regla los documentos.<br />

En l Aduana, la amabilidad y la benevolencia son normas gemelas. Sin salir aún del muelle,<br />

empleados del Touring Club obsequiarán al recién llegado con sus servicios y recomendaciones<br />

(Casais, 1940: 19-20).<br />

Casais, nos seus passeios pelo DF, percebe a cidade como uma urbe européia (“Rio<br />

es una ciudad europea de primer orden, contenida en un marco tropical que por rara<br />

coincidencia, asume los caprichos del paisaje marítimo y de los panoramas montañeses”<br />

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