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UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA FACULDADE ...

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veneração e aclamação à chefia política, da fartura e do luxo exibidos por um povo que se<br />

queria mostrar feliz por receber, das suas autoridades, uma estrada 474 .<br />

Casais embarca de novo no vapor Juparaná para completar o seu regresso a<br />

Colatina. É em um relato relacionado aos primeiros momentos da sua chegada a Colatina<br />

que Casais proporciona dados que permitem situar no tempo, com precisão, as últimas<br />

etapas da última viagem pelo Brasil contemplada no seu livro. Esse relato refere-se, muito<br />

provavelmente, à audição, no rádio de um bar de Colatina, de informações em alemão sobre<br />

a Conferência de Munique, em finais de setembro de 1939:<br />

Vibraban de inquietud y desasosiego las “peñas” del Bar esperando las últimas noticias radiadas de<br />

Europa. Se anunciaba como inminente la declaración de la guerra o la guerra sin declaración. De los<br />

contertulios, los que traducían alemán, escuchaban directamente el noticiario de Berlín, haciéndose<br />

intensas las controversias en torno al desenlace de una guerra que aún no comenzara. Esperábase, sin<br />

gran seguridad ni confianza, el resultado de ciertas gestiones diplomáticas de última hora. Uno de los<br />

camaradas nos recordó oportunamente la definición que de la diplomacia diera un caipira del río<br />

Doce: “Porcaría en prato fino”. El tal campesino no era lerdo y aunque pronunciaba “Ubilsón” y<br />

“Clemenselau”, sabía bastante de las cosas políticas del viejo mundo.<br />

474 A narração é a seguinte (Casais, 1940: 222-23): “Niñas y niños de las escuelas públicas, guiados por sus<br />

profesores, recibieron en formación correcta a las Autoridades. Coloradores y alegres, sin perder la línea,<br />

luciendo vistosos uniformes recién planchados. Fue para ellos un día de inolvidable fiesta. El pueblo en masa<br />

aclamaba con sinceridad emocionante al Interventor Punaro Bley. Después del banquete (¡como se<br />

acreditaron de excelentes dulceras y reposteras las señoras de Linhares!) me incorporé a la comitiva oficial en<br />

el viaje a San Matheus por la nueva estrada. Una cinta blanca atravesando bosques que la vista no penetra más<br />

allá de unos pocos metros. En las curvas parece terminarse el camino en un fondo de árboles milenarios.<br />

Animales, ya conocidos en las selvas del Doce, y multitud de aves de vistoso plumaje salen al paso. Escasas<br />

viviendas en todo el camino. En el límite del municipio, el Alcalde de San Matheus esperaba al Sr.<br />

Interventor. Bienvenidas. Trueque de discursos. Petardos y cohetes. De ahí en adelante todas las haciendas<br />

estaban engalanadas con banderines, floripondios y arcos de triunfo. El pueblo unánime esperaba al Capitán<br />

Bey. Unos agolpados en las ruas, otros apretujándose en las estrechas ventanas de hechura colonial. Se<br />

multiplicaban, hasta ensordecer, los cohetazos. Bandas de música ejecutaban himnos y pasodobles. Hubo los<br />

discursos de rúbrica en la plaza mayor, bajo la fronda de un árbol centenario. La señora alcaldesa distribuyó<br />

los alojamientos, previstos para diez veces el número de los recién llegados. A mí me cupo la casa de<br />

Constantino. Diéronme a elegir entre nueve amplias alcobas, a cual más limpia y mejor preparada; pero, como<br />

todas eran por igual excelentes, opté por la primera. Los lechos lucían finísimas holandas ricamente bordadas<br />

y colchas de seda. Cuadrantes con fundas de encaje y calados servían de almohadas. Parecían ropas de un<br />

ajuar de novios. Di un paseo por la vieja ciudad, más bella todavía en estas horas crepusculares. No pude<br />

recrearme mucho en la contemplación de los típicos barrios, gala y ornato de San Matheus, porque luego me<br />

llamaron a cenar y la cena no fue ‘brincadeira’, que más tuvo de gran banquete que de yanta en familia.<br />

Tiernos lechones, asados al espeto, carnes de parrilla, peces saltando del río San Matheus, pavos y pollos<br />

rellenos, ensalada de huevos duros y palmito, flanes y dulces de confección casera... Comida de casa grande<br />

que revive en las fiestas de hoy los tiempos de oro de la ciudad rica. Todavía después de la pantagruélica<br />

refección siguió el té danzante en el casino que, por cierto, me dio ocasión para admirar de cerca la<br />

desenvoltura, gracia y belleza de la muchachas sanmateenses. Un ‘bocaduinho’ fatigado me retiré al aposento<br />

escogido, pero no para dormir. Las bandas de música recorriendo a paso militar, toda la noche, las calles<br />

céntricas, con alegres marchas y pasodobles, no me dejaron pegar ojo”.<br />

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