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UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA FACULDADE ...

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Quienes no supieron apreciar el carácter del pueblo bahiano, o lo estudiaron ligeramente, sacaron de<br />

ahí tema para malintencionadas burlas. La fe religiosa de ese pueblo es la consecuencia de una<br />

tradición espiritual y merece los más profundos respetos. Si algunas veces le llevó al fanatismo o a la<br />

superstición (y esto solo puede referirse a las clases no instruidas) ese fanatismo y esa superstición<br />

también son respetables porque obedecen a íntimas inquietudes, cuando no a exaltaciones místicas,<br />

que contrastan con el materialismo degradante de los pueblos sin historia (Casais, 1940: 63-64).<br />

Casais entrevistou babalorixás e, de dois deles, redigiu uma sumária história das<br />

suas vidas. Da prosa relativa a essas entrevistas infere-se que a decisão de entrar em contato<br />

com indivíduos e comunidades envolvidas com o candomblé não foi tomada de improviso,<br />

senão que fazia parte dos planos preparados para a visita a Salvador, isto é, Casais almejara<br />

o encontro com esse sujeitos e a participação nos rituais do candomblé:<br />

El Prof. Pierson, de la Universidad de Chicago, estudioso de geografía humana en Bahía, me<br />

presentó a Benedicto X (el nombre no hace al caso). En Benedicto, díjome Mr. Pierson, tendrá usted<br />

un excelente introductor en los medios gegé-nagó donde ese anciano es respetadísimo.<br />

Aquel mismo día bajé la cuesta del Camino Novo empedrada de puntiagudos guijarros, para<br />

avistarme con el viejo.<br />

Una escalera pina, tanto o más que la calle, conduce a la morada de este buen hombre. Me recibió<br />

cortés en una salita, donde trabaja, a pesar de sus ochenta años, con la misma ilusión y con la misma<br />

asiduidad de un joven. Con él estaba un cliente tratando de cierta encomienda en fibra vegetal, y otro<br />

joven negro, elegantemente vestido, amigo dilecto de la casa.<br />

El Sr. Benedicto no representa la edad que tiene. Alto, fuerte aún, pese al padecimiento de aorta que<br />

mina su organismo, conserva la alegría y la locuacidad, sobre todo la locuacidad, de los tiempos<br />

mozos y mantiene largas conversaciones sin mostrar síntomas de cansancio. Nació en Bahía de<br />

Todos los Santos y, cuando apenas contaba trece años, fue llevado a Nigeria de donde no regresó<br />

hasta cumplidos los cincuenta. Educóse en África, en un colegio inglés presbiteriano. Habla<br />

correctamente aquel idioma y el portugués pero defiende la supremacía del nagó, “la lengua de su<br />

padre y de su madre, acentúa enérgico, que todos los negros deberían saber y hablar, pero de la cual<br />

ya se burla la mocedad de ahora”. Tronando contra las actuales generaciones que perdieron el<br />

sentimiento de la raza aborigen y, en términos de incontenida exaltación: – Yo iría al patíbulo<br />

defendiendo mi raza, mi religión, mi lengua, dijo. [...] Toda su conversación gira en torno de los<br />

mismos temas: la tradición, la raza, la religión, la lengua, las costumbres de los antepasados, la<br />

pureza prístina de algunos, pocos, candomblés típicos y la odiosa mixtificación de los modernos que<br />

alteran lo que debe ser inmutable y no son sino “bobagem”, fiestas para reír y hacer ruido (Casais,<br />

1940: 75).<br />

los extremos. Por el de los hombres, por las mamarrachadas que ofrendan, o por el de los orixas, por las que<br />

exigen”.<br />

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