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UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA FACULDADE ...

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partir dessa comparação, Daglio constata o menor grau da aculturação alcançado pelos<br />

imigrantes alemães e pelos seus descendentes. Ele diz ter observado como, em Blumenau,<br />

os alemães erigiram uma cidade que reproduzia os modos e os gostos da vida pública e<br />

privada alemã 116 , de forma que “La presencia psíquica del torreón natal no se empaña<br />

jamás en el recuerdo” (Daglio, 1952: 79). Esses colonos reproduziam materialmente o seu<br />

modus vivendi, tentando triunfar no Brasil sem alterar o que, na visão de Daglio, era o<br />

comportamento estereotipado alemão. Frente aos alemães, os italianos assimilavam-se com<br />

el ideal horaciano. Muy buenos católicos también, apegados a su religión como lo son los campesinos<br />

venecianos”.<br />

116 Em primeiro lugar, Daglio (1962: 74) refere-se, sobretudo, aos tipos humanos e à língua dos colonos: “Las<br />

trenzas rubias de las “Gretchen”, que ellas usan sueltas como Margarita, los campesinos fornidos, de cuero<br />

blanco reacio al tostamiento solar, conduciendo las largas telegas con toldo avanzado, arrastradas por la yunta<br />

de frisones ensillados al modo teuto; el hablar que se oye en la calle, en las plazas, en los cafés y que fue más<br />

usado por Goethe que por Camoens; y en fin la edificación, el estilo arquitectónico de las casas, de los<br />

palacios, de los templos. Eso sí que es típicamente alemán. Em segundo lugar, ele (Daglio, 1952: 74) oferece<br />

as suas impressões acerca do predio da prefeitura e da praça em que este se encontra: “La Municipalidad,<br />

amplia y sombría construcción de piedra gris y techo de pizarra es igualita a cualquier “rathaus” prusiano. Su<br />

austera belleza se destaca aislada en medio de una plaza que, naturalmente, baña sus pies en el río. Hay allí un<br />

árbol enorme, tal vez secular, a cuya sombra el cariño maternal del municipio colocó un banco que lo<br />

circunda. Les garanto que sentarse allí al atardecer o en noches de argentado plenilunio es sentir bajar al alma<br />

una cósmica serenidad. Porque creo que el hombre solo encuentra la felicidad cuando se identifica con el<br />

Creador en las divinas manifestaciones de su obra”. Logo, aponta (Daglio, 1962: 75-76) a estrutura, a mobília<br />

e a decoração das casas dos colonos alemães e dá a sua opinião sobre a atmosfera que se sente no interior dos<br />

lares desses imigrantes, a qual, nesse seu parecer, transmite a sensação de que neles se desenvolvem vivências<br />

muito felizes estreitamente vinculadas aos valores alemães: “Todas las casas edificadas sobre la vereda<br />

derecha dan al río. Algunas con un diminuto muellecito en donde hay generalmente una lancha durmiendo al<br />

sol, otras ostentando la gracia pulida de floridos jardines. Esas casas alemanas de techo puntiagudo y que en<br />

su vértice final se abren en dos alas de pronunciado declive, para permitir el deslizamiento de una nieve que<br />

solo existe en la nostalgia del colono, están todas revestidas de un humilde encanto doméstico. Sus ventanas<br />

de pequeños vidrios lucen cortinitas de rameadas cretonas y la mirada tan curiosa como indiscreta del viajero<br />

puede apercibir en el interior muebles lustrosos, poltronas acogedoras y la infaltable chimenea donde, en los<br />

crudos inviernos de la montaña crepita la leña en llamarada feliz. Al entrar en uno de esos ambientes<br />

domésticos es casi siempre una mujer de edad la que atiende al visitante, doblando las puntas de un amplio e<br />

inmaculado delantal. La higiene es meticulosa, la paz serena. El cou-cou del comedor, con su cantar mecánico<br />

pone en la gracia hogareña una nota de suave poesía. Es el dios lar de la casa y muy amado de todos porque<br />

en todos los corazones recuerda la lejana Alemania. La cocina es de opereta vienense, clara y limpia, con su<br />

gran ventanal adornado con macetas de geranios y malvones. A través de sus brillantes cristales se ven la<br />

montaña y el río. Uno siente que allí viven seres felices, hombres y mujeres entregados con amor a las diarias<br />

tareas, compenetrados de sus deberes y conscientes de su destino humano. Hombres y mujeres que durante la<br />

semana trabajan afanosamente pero el domingo, revestido el traje paquete, van al templo a e leer la Biblia y<br />

entonar cánticos rituales”. Finalmente, menciona a feliz vida social que se cria nas reuniões nas cervejarias<br />

(“para saborear la deliciosa brahma-chop”) e nas confeitarias, que “por su confortable instalación podrían<br />

figurar en el centro de cualquier ciudad” para “comer la clásica torta de manzana y en general todos los<br />

famosos “kuchen” de los que los alemanes son golosos”, das quais se desfruta com a vista da bela paisagem<br />

que rodéia a cidade. No final da sua exposição, menciona que tudo lhe faz lembrar Suíça ou Alemanha,<br />

inclusive o ar e os aromas: “Por momentos el parecido con Suiza es tan grande que uno espera ver pasar el<br />

vaporcito que va de Basilea a Colonia. Hasta el aire es alemán que nos trae a los oídos el eco lejano de un<br />

acordeón en el que una mano ruda de labriego intenta arrancar un “lied” de Schubert. Los diversos olores que<br />

impregnan el ambiente son también clásicamente alemanes como se los respira en cualquier taberna alemana<br />

de Munich; olor agrio de cerveza, dulzón de manzanas, perfumado, de tabaco rubio” (Daglio, 1952: 76).<br />

196

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