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Ponencia_Experiencia_en_el_Taller_de_arte ambiental

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valor a un enunciado derivado de la más pura experiencia compartida.

Reflexión

Con esto, no se intenta descartar el aporte que pueda arrojar el sentido común, sino

que se trata de precisar apuntando a la cuestión de para qué sirve la ciencia como

medio para aproximarse al conocimiento. Pero, con el devenir de las décadas parece

que se nos ha olvidado cómo responder a nuestro medio; como nunca antes, consumimos

más energía. Si bien, la arquitectura y el urbanismo “formal” nos orienta y permite

el acceso a tecnologías y saberes que buscan una mejor respuesta a las necesidades

actuales de espacio y cobijo, el exceso de información puede resultar riesgoso si no se

reflexiona ni se da cabida a lo que pudieran aportar aserciones cognoscitivas.

Problemáticas que cada año se agudizan en ciudades como las nuestras, por ejemplo

el abandono de los espacios públicos, la desocupación de vivienda de interés social, el

inadecuado funcionamiento de espacios destinados a servicios urbanos, entre otros,

pudiera deberse –parcialmente– a que no existe sensibilidad hacia aspectos que pueden

regirse por nuestros “dones naturales”, como los denomina Nagel. ¿No es cierto

que los imaginarios urbanos están motivados en una buena proporción por el sentido

común?

La construcción de un objeto de estudio transdisciplinario: sobre la permisible

ruptura de paradigmas y el conocimiento objetivo.

Para hablar de transdisciplina es preciso rescatar la aportación del francés Edgar

Morin, particularmente cuando habla de la inteligencia ciega (Morin, 1998), un auténtico

motor que invita a buscar nuevos horizontes dentro de la producción arquitectónica

y el paisaje urbano: “La incapacidad para concebir la complejidad de la realidad

antropo-social, en su micro-dimensión (el ser individual) y en su macro-dimensión (el

conjunto planetario de la humanidad), ha conducido a infinitas tragedias y nos condujo

a la tragedia suprema” (Morin, 1998: 32). No es reciente la idea de que el acercamiento

a la problemática urbano-arquitectónica demande el soporte de una investigación

transdisciplinaria.

Resulta culturalmente significativo que como arquitectos podamos identificar y estudiar

los imaginarios y las prácticas sociales expresadas en el espacio público frente a

las tensiones entre la ciudad planeada, la ciudad construida y la ciudad apropiada. En

estas tres, parecen existir momentos simultáneos, ellos se manifiestan (dicho en la

jerga de Morin) como bucles tetralógicos 2

.

No puedo asegurar, entonces, que la imagen que yo tengo de ciudad, de sus vacíos,

de sus llenos y de otras más confrontaciones y diálogos, obedecen a un caos o a un

2 “El bucle tetralógico significa que las interacciones son inconcebibles sin interacciones. Ningún cuerpo, ningún objeto, pueden ser concebidos aparte de las interacciones que les han constituido y de

las interacciones que participan necesariamente. Desde que se vuelve solitaria, la partícula se enreda como objeto, parece interactuar consigo misma, y de todas formar no puede definirse más que en

interacciones con su observador.

Significa que los conceptos de orden y de organización no se expanden más que el uno en función del otro. El orden no se expande más que cuando crea su propio determinismo y lo hace reinar en su

entorno (y el orden gravitacional de los grandes astros puede aparecer a partir de ahí a los ojos atónitos de la humanidad newtoniana como el orden soberano del universo). La organización necesita

principios de orden que intervengan a través de las interacciones que la constituyen”. Edgar Morin, El método, volumen 1, La naturaleza de la Naturaleza (Madrid: Cátedra, 1981).

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