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Ponencia_Experiencia_en_el_Taller_de_arte ambiental

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ASINEA 93/ MORELIA

desorden, ¿cuál sería su estado de orden pleno? ¿existe? Estas tensiones que busco

identificar pueden estar asociadas con las interacciones entre orden, desorden y organización.

Por ello, es importante indagar sobre la noción de energía y su implicación

socioterritorial, más allá de toda la retórica en torno a la sustentabilidad que por el

momento sofoca el debate sobre la energía en nuestro globo.

Stefano Rabolli, afirma que “nunca como hoy los arquitectos hablan tanto y con tanta

frecuencia acerca de la energía, y al mismo tiempo la palabra de los arquitectos se

convierte en redundante y reduccionista y todas las grandes decisiones son siempre

quitarse de encima a los arquitectos y los ‘ideales de la arquitectura’, por lo que las

decisiones directivas son tomada por técnicos, ingenieros, científicos etc., […] y los arquitectos

somos actores pasivos a quienes se le atribuyen funciones pasivas en estas

dinámicas” (Rabolli, 2011). Por ello es fundamental acercarse a otro nivel de discusión,

en donde los arquitectos tengamos algo que decir para tener un papel activo y para

estar en posibilidades de comprender el paisaje que habitamos.

La ruta que, en este caso, pudiera emprender hacia ese otro nivel de discusión me remite

a los tres principios de los cuales habla Morin:

a) El dialógico: orden y desorden son enemigos pero ambos producen simultáneamente

organización y complejidad. Ciudad planeada y ciudad habitada se confrontan,

pero puede ser que la coexistencia de ambas sea la que promueva ciertas prácticas de

apropiación o de disputa, quizá son solamente aquellas las que vemos auténticamente

en el paisaje que habitamos. “El principio dialógico nos permite mantener la dualidad

en el seno de la unidad” (Morin, 1998).

b) La recursividad organizacional: “los productos y los efectos son, al mismo tiempo,

causas y productores de aquello que los produce” (Morin, 1998). En este remolino que

utiliza Morin para darle significado a este principio, estaría también la ciudad planeada,

la ciudad apropiada y la ciudad significada (y resemantizada). La apropiación como

consecuencia de una tensión (uso e interacción) lleva, a su vez, hacia la reproducción

continua (recursiva) de los actos de planear y construir.

c) El hologramático: una porción del territorio contiene casi la totalidad de la información

de la ciudad. La ciudad es contenedora no solamente del todo, sino de las partes.

“La idea, entonces, del holograma, trasciende al reduccionismo que no ve más que las

partes, y al holismo que no ve más que el todo” (Morin, 1998).

Confío en no estar forzando esta triada de ciudad planeada/ciudad apropiada/ciudad

significada (asignación/apropiación/empaisamiento) a la figura del bucle tetralógico o

a los tres principios que Morin sugiere para ayudarnos a pensar la complejidad.

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