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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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c. La mano. La mano (o la palma o el dedo) es lo que toma un asunto y lo ejecuta. Expresa la voluntad y los medios para realizarla.<br />

Dar poder es «fortalecer las manos» (Jue. 9:24).<br />

d. El pie. El pie también expresa fuerza (cf. estar uno parado sobre sus pies o plantar el pie sobre el cuello <strong>del</strong> enemigo). Pero el pie<br />

también puede resbalar o tropezar, o ser atrapado en una red (Sal. 94:18; Job 12:5; 9:15).<br />

e. Los órganos internos. Puesto que las emociones como el pesar y el gozo afectan el hígado, el corazón, etc., se llega a considerar<br />

esos órganos como su sede (cf. Sal. 44:26; 64:6; 16:7; Gn. 35:11; Job 31:20; Lm. 2:11).<br />

4. El corazón. El corazón ocupa un puesto especial como el término antropológico más común (850 casos). Aunque se ubica con<br />

exactitud, denota la totalidad de su valía interna. Como la respiración, tiene su subida y su bajada. Pero su cese no implica la muerte<br />

(1 S. 25), puesto que tiene un sentido más que físico. Es el punto donde confluyen las impresiones (1 S. 1:8; Sal. 13:2). Se acerca<br />

bastante a la conciencia (1 S. 25:31). Dirige los caminos de la vida como el lugar donde están escritos los estatutos de Dios. Los<br />

que han perdido el juicio no tienen corazón (cf. Gn. 31:20), y el vino y la prostitución [p 1331] se roban el corazón (Os. 4:11). El<br />

corazón marca la diferencia entre los humanos y los animales, cuyos corazones son puramente físicos (Dn. 4:13). Concibe planes<br />

que desembocan en acciones. Por naturaleza no es puro (Sal. 101:4), sino que se inclina a la falsedad y a la soberbia (Sal. 12:2;<br />

131:1). Puede engordarse o endurecerse (Is. 6:10; Ez. 11:19). Dios lo pone a prueba (Sal. 17:3), lo conoce (Sal. 33:15), lo purifica<br />

y lo une consigo mismo (1 R. 8:61). En él comienza una nueva creación (Lv. 26:41; Ez. 11:19; 36:26).<br />

5. El espíritu.<br />

a. Origen <strong>del</strong> concepto. Sin הוּר ַ no hay vida y la fuente de la vida está fuera de nosotros. Esta palabra significa «viento» o «aliento».<br />

El aliento, al ser volátil, puede denotar la vanidad (Job 16:3), pero también es vivificador (Gn. 8:1, etc.). Como el viento denota el<br />

aliento de Dios, pierde su aspecto físico y significa el poder invisible (cf. Is. 31:3).<br />

b. Su acción en las personas. Como poder divino, el Espíritu desciende sobre ciertas personas y las capacita para realizar acciones<br />

poderosas (Jue. 13:25) o para profetizar (1 S. 10:6). El Mesías tiene el Espíritu en una medida especial (Is. 11). Hay también otros<br />

espíritus que Dios puede usar pero que se oponen a él (1 S. 16:14). El הוּר ַ es una condición de שׁפֶ ֶנ y regula su fuerza (cf. Jue.<br />

15:19; 1 R. 10:5).<br />

c. Actividad creadora. En Salmo 104:29; Números 16:22; 27:16 el Espíritu es el poder creador de vida. En nosotros puede expresar<br />

entonces la intensidad <strong>del</strong> sentimiento (cf. 1 S. 1:15; Os. 4:12; Nm. 5:14). La frase «despertar el espíritu» expresa un papel de<br />

estímulo (Hag. 1:14).<br />

d. Su relación con שׁ ֶפ ֶנ y con el corazón. A pesar de los paralelos, permanece una distinción entre «espíritu» y tanto שׁפֶ ֶנ como el<br />

corazón, aunque espíritu y corazón son prácticamente idénticos en Ezequiel 11:5 y Jeremías 3:17. Más tarde se puede discernir una<br />

tendencia a psicologizar el «espíritu» (cf. Dt. 2:30). Pero no hay una antropología separada, ni encontramos el concepto de que uno<br />

se vuelve espíritu cuando el cuerpo se descompone.<br />

e. Carne y espíritu. El AT los pone en antítesis p. ej. en Génesis 6:1ss; Isaías 31:3, pero sólo en el sentido de debilidad humana y<br />

fuerza divina. En vista de la creación, estos dos conceptos no son irreconciliables excepto cuando la carne se fía de sí misma en<br />

vez de fiarse de Dios (Jer. 17:5ss). La era escatológica borrará todas las tensiones, pero no sustituyendo la carne por el espíritu.<br />

Aunque el espíritu tiene un uso religioso p. ej. en Salmos 31:5; 34:18, etc., el corazón es más común en esos contextos. La antropología<br />

<strong>del</strong> AT se fija menos en los seres humanos en función de su naturaleza, y más en función de su relación con Dios.<br />

6. Carácter relacional de la antropología <strong>del</strong> AT.<br />

a. En principio la antropología <strong>del</strong> AT difiere poco de la de las naciones circundantes. Es Dios quien le da su coherencia distintiva.<br />

El único Dios, como Creador y también como Señor de la historia, le da una unidad de estructura y de énfasis a lo que se dice<br />

acerca de sus criaturas humanas. Delante <strong>del</strong> Dios viviente, el individuo es una persona responsable.<br />

b. Esta persona se considera siempre en una totalidad que encuentra su expresión, no en los conceptos antitéticos de cuerpo y alma,<br />

sino en los complementarios de cuerpo y vida.<br />

c. El AT nunca considera a la persona como una abstracción, sino siempre como un individuo histórico o como miembro de un<br />

pueblo histórico. El nombre expresa el ser y la historia personal.<br />

d. La vida no es simplemente el movimiento desde el nacimiento hasta la muerte, sino que se halla bajo constante amenaza y<br />

encuentra un énfasis contrapuesto en su contacto con la fuente de la vida. La vida es respiración que depende <strong>del</strong> aliento divino, y

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