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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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2. La verdadera vida según la visión general <strong>del</strong> NT. La muerte no es sólo un fenómeno natural. No es algo evidente por sí mismo,<br />

sino un castigo por el pecado. La verdadera vida, la vida de Dios, es indestructible. Por eso la vida que está sujeta a la muerte es<br />

sólo provisional (1 Co. 15:19). Es vida en la carne (Gá. 2:20). Quienes están atados a ella están «muertos» (Mt. 8:22–23; Ef. 5:14;<br />

Ap. 3:1). La verdadera vida es futura (1 Ti. 4:8). Esta es ζωή en sentido absoluto (Mr. 9:43), o ζῆν (Ro. 1:17). Por ser indestructible,<br />

es eterna (Mr. 10:17; Ro. 2:7; Gá. 6:8, etc.), y está conectada con la salvación. Se hereda, se recibe, o se entra en ella (Mr.<br />

10:17; 10:30; 9:43–44). Si bien podemos ser dignos de ella (Mt. 7:13–14), no tenemos dominio sobre ella; así como la vida natural<br />

es dada por la creación, la vida verdadera es dada por la resurrección. No hay inmortalidad <strong>del</strong> alma. Dios es quien, de un modo<br />

soberano, lo destina a uno a la vida eterna (Hch. 13:48, y cf. el libro o libros de la vida en Ap. 13:8; 17:8).<br />

3. La fundamentación de la vida en Jesucristo. El rasgo nuevo <strong>del</strong> NT es que el acto futuro <strong>del</strong> despertar se fundamenta en la<br />

realización de la resurrección de Cristo. El corazón <strong>del</strong> evangelio cristiano es el mensaje pascual que afirma que el que estaba<br />

muerto ahora vive (Lc. 24:9; Ro. 6:10; 14:9; 2 Co. 13:4). Esta vida suya es eterna (Ap. 1:18), y la muerte queda así despojada de<br />

su poder. La fe en una ζωή futura ya no descansa simplemente en un concepto general de Dios. El concepto de Dios se radicaliza,<br />

se muestra que el resultado <strong>del</strong> pecado es más profundo, y la pretensión de la humanidad se niega de un modo más tajante. El don<br />

que hace Dios, de una vida nueva y verdadera, es mediante un acto gratuito y generoso de salvación (Ro. 5:15; 1 P. 3:7) sin el cual<br />

estaríamos perdidos. La esperanza descansa sobre la fe en ese acto (Ro. 1:17). Creer en Jesús es tener vida (Jn. 3:15–16). Jesús ha<br />

traído a la luz la vida y la inmortalidad (2 Ti. 1:10). Él es el autor de la vida (Hch. 3:15). Somos salvados por su vida (Ro. 5:10). Él<br />

es nuestra vida, una vida que está escondida con él en Dios (Col. 3:3–4). En él está la vida (Ro. 8:2). Él es la resurrección y la vida<br />

(Jn. 11:25), el camino, la verdad, y la vida (Jn. 14:6), la vida verdadera y eterna (1 Jn. 5:20).<br />

4. La vida futura y presente. Si la ζωή se establece mediante la obra de Cristo, esta obra ya ha tenido lugar y la resurrección de los<br />

muertos es sencillamente la consumación <strong>del</strong> reemplazo <strong>del</strong> antiguo eón por el nuevo. Por eso la ζωή no es simplemente algo que<br />

esperamos: la tenemos ya. Todavía es futura en la enseñanza de Jesús y en todo el NT. Pero el presente se ve a la luz de ella, y<br />

puesto que está fundada en un acto consumado, nuestra esperanza es segura y viva (1 P. 1:3). En Apocalipsis 2:7, 10, el presente<br />

está sustentado por esta esperanza cierta. En Colosenses 3:3–4 la ζωή ya está presente, pero escondida por ahora en Dios. En 2<br />

Timoteo 1:1 es dada en Cristo. En 1 Timoteo 6:12 hemos de echar mano de ella; se manifiesta en el evangelio (2 Ti. 1:10). Las<br />

condiciones terrenales ya no son aplicables a ella (Mr. 12:25). Es una vida de gozo y de gloria (Mt. 25:21; 2 Ti. 2:10), libre de<br />

sufrimiento y de corrupción (Ap. 21:4). Sin embargo, no es completamente diferente de la vida tal como es ahora.<br />

[p 292] 5. La idea de Pablo de la vida como algo presente.<br />

a. Pablo usa términos presentes para describir la vida. El antiguo eón ha dado paso al nuevo. Cristo es el segundo Adán, el autor de<br />

una nueva humanidad, sus primicias o su primogénito (1 Co. 15:20; Ro. 8:29). Si hay un cumplimiento futuro (1 Co. 15:20ss), hay<br />

también una renovación presente (Ro. 5:12ss). El πνεῦμα es una prenda <strong>del</strong> futuro (Ro. 8:11). Sin embargo, el πνεῦμα significa<br />

también una nueva manera de vida, ya que Cristo está presente y activo en los creyentes, de modo que la ζωή de ellos es una realidad<br />

histórica aquí y ahora. El πνεῦμα vivificador difiere de la ψυχή viviente (1 Co. 15:45) y ya está presente, de modo que si bien<br />

esperamos la ζωή (Ro. 5:1ss) también la tenemos ya, como la δόξα (Ro. 8:30; 2 Co. 3:6ss).<br />

b. La ζωή no está presente en un βίος ideal (como en el estoicismo), ni como una sustancia que confiere inmortalidad (como en el<br />

gnosticismo). Para Pablo el πνεῦμα no es el νοῦς sino el poder de Dios, y la presuposición de la recepción <strong>del</strong> πνεῦμα y la ζωή<br />

es la palabra que proclama un acontecimiento histórico y que pertenece a este acontecimiento. La palabra, en cuanto poder de Dios<br />

para salvación (Ro. 1:16), es la palabra de vida (Fil. 2:16; cf. Hch. 5:20). Por eso el evangelio destruye la muerte y manifiesta la<br />

inmortalidad (2 Ti. 1:10). La fe corresponde a la palabra; se aferra a la justicia de Dios y la remisión de los pecados, que son necesarias<br />

para la vida. Así el πνεῦμα no es posesión nuestra, sino que implica que no podemos vivir por cuenta nuestra. Nuestra verdadera<br />

vida es Cristo que vive en nosotros (Gá. 2:20). Su vida está en nosotros (2 Co. 4:20–21). Nosotros vivimos en él (Ro. 6:11).<br />

Cristo es nuestra vida (Ro. 8:2). Nosotros tenemos vida en relación con su obra a favor de nosotros.<br />

c. Esta verdadera vida en el Espíritu está en acción en las posibilidades concretas de la vida (1 Co. 7:29ss). Es libertad de la muerte<br />

mediante la identificación con la muerte vicaria de Cristo. Esta libertad llega a su expresión en el morir diario, porque «muriendo,<br />

resulta que vivimos» (cf. 2 Co. 4:8ss). Viviendo y muriendo glorificamos a Cristo; nuestra muerte es ganancia y nuestra vida en la<br />

carne es esfuerzo fructífero (Fil. 1:20ss). Puesto que pertenecemos a Dios y le servimos a él, nuestro vivir y nuestro morir quedan<br />

relativizados, y nuestras posibilidades sólo son tales en forma mediata por la fe. Caminamos en novedad de vida (Ro. 6:4), e. d. en<br />

rectitud (6:12ss). El primer fruto de la vida en el πνεῦμα es ἀγάπη (Gá. 5:22–23). El caminar mismo, desde luego, no es ζωή, por<br />

cuanto la ζωή se propaga mediante la palabra y no está limitada en el tiempo, ya que el τέλος de la ζωή es también ζωή (Ro.<br />

6:22). Si la conducta recta es lo único que nos hace dignos de la vida eterna, esta conducta brota de la vida que ya está dada y que<br />

confiere libertad respecto a la ley (2 Co. 3:17) y al pecado (Ro. 6:18). Así pues, la ζωή es a la vez vida presente y bendición futura.<br />

La transformación implícita (2 Co. 3:18; 4:16) no se da mediante un proceso natural sino mediante la acción divina (1 Co. 15:36ss)<br />

ligada a un acontecimiento cósmico dramático (1 Ts. 4:13ss).

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