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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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de la ira es el amor, la gracia y la fi<strong>del</strong>idad que Dios manifiesta para con Israel. Todas las ofensas de Israel son un desprecio de<br />

este amor. Por eso la ira, como el amor herido, es correlativa a la gracia. Es un fervor celoso que no tolera la deslealtad <strong>del</strong> pueblo<br />

escogido. Sin embargo, ese mismo celo va a proteger a Israel cuando, como un esposo fiel, Dios destruya a las naciones que oprimen<br />

a su pueblo, y le traiga a su pueblo la liberación (Zac. 1:14–15; Neh. 1:2). Un ataque contra Israel es un ataque contra Dios<br />

mismo, contra la honra de Dios (Is. 48:9ss). Sin embargo, la ira de Dios contra las naciones tiene una dimensión más amplia. Va<br />

dirigida contra la arrogancia y la maldad humanas, afirmando el derecho de Dios al señorío sobre el cosmos. Dios puede usar a<br />

Asiria como vara de su ira contra Israel, pero también vuelve su ira contra Asiria cuando ella se excede en su encargo (Is. 10:5ss;<br />

Ez. 25:15ss; Zac. 1:15). El objetivo de la ira divina es el establecimiento <strong>del</strong> gobierno divino de la santidad. En este sentido, todo<br />

el agobio de la vida humana después de la caída es en sí mismo una expresión de la ira divina (cf. Gn. 3; 4; 6–8; 11). Como lo<br />

expresa vívidamente Job 14:1ss (cf. Sal. 90:7), toda la vida humana se halla bajo la acción constante de la ira de Dios.<br />

5. Su brote, su duración, su cese. En la historia, a diferencia de la escatología, la ira de Dios recae sobre los individuos o pueblos en<br />

forma de aflicciones. A menudo fulmina como el rayo (Éx. 19:12; Nm. 11:33; 1 S. 6:7). Pero Dios no da rienda suelta a la ira, sino<br />

que es paciente (Éx. 34:6–7; Nm. 14:18, etc.). Advierte al pueblo para que se arrepienta, como lo atestiguan los profetas. Es pronto<br />

a mostrar clemencia. Puede incluso refrenar la ira en el caso de Nínive, para disgusto de Jonás (Jon. 4:2). Este refrenarse puede a<br />

veces ser con el fin de probar a su pueblo o de destacar la plenitud de la culpa. La cuestión de la duración de la ira es constante en<br />

el período exílico y en los Salmos. Se abriga la esperanza de que sea breve (cf. Is. 54:8ss). Surge la convicción de que el día de la<br />

ira debe seguir su curso, y de que luego vendrá el tiempo de la gracia. Pero la ira divina contra las naciones será definitiva (Nah.<br />

1:2). Este es el reverso <strong>del</strong> amor de Dios para Israel. La finalidad de la ley y los profetas es llevar al pueblo a la conversión y la<br />

obediencia que van a alejar la ira (cf. Dt. 6:15). Ningún rito puede aplacar la ira de Dios cuando ella sobreviene. Dios mismo es el<br />

que decide su duración, y el único recurso es buscar la misericordia divina mediante la oración o la intercesión (cf. Moisés en Éx.<br />

32:11–12; Nm. 12–13; Amós en 7:2, 5; Jeremías en 14:7ss; y Job en 42:7–8). Dios escucha esas peticiones (Nm. 11; 14), pero<br />

puede llegar el momento en que ya no las escuche o incluso las prohíba (Jer. 7:16). Los fundamentos para la intercesión son la<br />

propia fi<strong>del</strong>idad de Dios y la debilidad de sus criaturas (Nm. 14:18; Am. 7:2, 5). Job, especialmente, enfatiza su debilidad y le pide<br />

a Dios que lo deje en paz (7:1ss; 9:18ss; 13:13ss), sin darse cuenta de que existe una razón especial para la gravedad de su suerte.<br />

Puesto que la ira de Dios manifiesta la santidad divina, puede cesar cuando se ejecute el castigo sobre los transgresores (cf. Nm.<br />

25:1ss; Jos. 7:1, 25–26). A veces las ofrendas expiatorias desempeñan un papel (Nm. 16:46; 2 S. 24:17ss), pero en los profetas la<br />

única esperanza de alejar la ira es el arrepentimiento total (Jer. 4:4, 8). El pueblo exiliado verá el final de la ira cuando haya apurado<br />

el cáliz de la ira y haya recibido el doble por sus pecados (Is. 51:17, 22; 40:2).<br />

6. La ira de Dios y su santidad, la rectitud, y la compasión. Si bien sólo una vez se dice que la ira sea un rasgo esencial de Dios<br />

(Nah. 1:2), ella forma parte integral <strong>del</strong> mensaje <strong>del</strong> AT. La ira de Dios es el embate de Dios en afirmación de su derecho al dominio.<br />

Materialmente, si no lingüísticamente, está íntimamente ligada a la santidad. Se presenta como la acción, no de un destino<br />

objetivo, sino de una voluntad personal. Es el ataque de Dios contra todas las fuerzas que se oponen a su santa voluntad. No es lo<br />

mismo que la justicia de Dios, aun cuando va orientada contra las transgresiones de las exigencias [p 702] divinas. A Job puede<br />

incluso parecerle injusta, ya que hay en ella un elemento inescrutable. Por eso Job puede incluso apelar <strong>del</strong> Dios de la ira ante el<br />

Dios de la justicia (16:20–21), y Jeremías puede pedir corrección en justa medida y no en enojo (10:24). No obstante, en relación<br />

con Israel la ira no es mero capricho, sino que es la otra cara <strong>del</strong> amor fiel y celoso de Dios. Los pecados de Israel ocasionan tensiones<br />

a Dios, por decirlo así, cuando su compasión refrena su ira (Is. 54:8ss). La confesión de la misericordia divina no provee<br />

razón para pensar que no va a sobrevenir el juicio, especialmente sobre las naciones y sobre los malvados. Pero alimenta la fe en<br />

que, para el pueblo recto de Dios, el enojo de Dios no dura más que un momento, mientras su favor dura para toda la vida (Sal.<br />

30:5).<br />

[J. Fichtner, V, 394–409]<br />

C. La ira de Dios en la LXX.<br />

I. Uso.<br />

1. ὀργή y θυμός. Al traducir los diversos términos hebreos, la LXX usa ὀργή y θυμός. Etimológicamente θυμός denota la emoción,<br />

y ὀργή la expresión; pero en la LXX se pierde esta distinción. a. Ambos términos se usan juntos (cf. Dt. 9:19). b. Se usan de modo<br />

intercambiable, en paralelismo (cf. Os. 13:11; Is. 34:2). c. También son intercambiables las construcciones de genitivo θυμός τῆς<br />

ὀργῆς y ὀργή τοῦ θυμοῦ (Éx. 32:12; Nm. 32:14, etc.). d. También encontramos θυμοῦσθαι ὀργή (Gn. 39:19), y más raramente<br />

ὀργή θυμοῦται (1 S. 11:6). e. Hay muchas expresiones ya sea con ὀργή o con θυμός, pero mucho menos con sólo uno de los<br />

términos (para detalles cf. el TDNT en inglés, V, 409–410).<br />

2. ὀργίζω, (θυμόω), παροργίζω, παροργισμός. Las formas activas de ὀργίζω y θυμόω figuran sólo una vez cada una («enojar»),<br />

pero las formas pasivas son comunes («enojarse o estar enojado»). Los sustantivos παροργισμός y παρόργισμα («provocación al<br />

enojo») son poco comunes.

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