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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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. Puede tratarse de un pueblo, un país o un lugar.<br />

950<br />

c. También puede ser un gremio vocacional o una clase de gente (p. ej. forasteros residentes).<br />

d. Otro uso es para denotar que se participa de una cualidad (valentía, etc.) o de un destino (cautiverio).<br />

e. Finalmente, los términos se usan para expresar pertenencia a un tiempo o era (cf. Jon. 4:10; Éx. 12:5; Lv. 12:6; Gn. 7:6).<br />

5. Relación con Dios.<br />

a. El AT usa ן ֵבּ o ר ַבּ para seres que pertenecen al mundo divino pero nunca con el término Yavé (cf. Gn. 6:2, 4; Job 1:6; Dn. 3:25;<br />

Sal. 82:1; 89:5). La idea es la de un panteón bajo la soberanía de Dios. Yavé es Juez en el consejo celestial. Los seres celestiales<br />

están totalmente sujetos a Dios y a su voluntad (Job 1:6ss). No existe una relación estricta padre-hijo tal como la que se halla en<br />

los cultos circundantes. Si los seres divinos, incluyendo a los dioses de otras naciones, existen bajo el Dios supremo, no tienen<br />

poder independiente y simplemente constituyen una corte celestial.<br />

b. En 2 Samuel 7:14; Salmos 2:7; 89:26–27 al rey se le llama hijo de Dios, pero no es posible que esto se diga en sentido físico. Dios<br />

va a desempeñar el papel de padre de la dinastía davídica (2 S. 7:14–15). Al rey davídico le dará tanto legitimidad como participación<br />

en su gobierno real. El Salmo 89 ofrece una paráfrasis poética de la legitimación divina de la dinastía davídica. El rey de Judá<br />

tiene aquí el privilegio de un primogénito. No reclama para sí la condición divina, pero usa su legitimación divina como fundamento<br />

para buscar ayuda. El Salmo 2:7 evoca la legitimación divina mediante la entronización. La declaración de Dios bien puede<br />

ser parte <strong>del</strong> rito. Toma la forma de un reconocimiento (como el <strong>del</strong> hijo de una concubina). El gobernante no es hijo divino por<br />

naturaleza, ni entra en el ámbito divino mediante la entronización. Se le reconoce como hijo por resolución divina, y por eso comparte<br />

la autoridad y la herencia divinas. Una filiación legal reemplaza la filiación física <strong>del</strong> pensamiento egipcio.<br />

c. Más comúnmente, Israel es hijo de Dios, su primogénito (Éx. 4:22), su hijo querido (Jer. 31:20), su favorito (3:19). Los miembros<br />

<strong>del</strong> pueblo son hijos de Dios (Dt. 14:1), dados a luz por la esposa que es Israel (Os. 2:4) o Jerusalén (Ez. 16:20). Por eso pueden<br />

llamar a Dios «nuestro Padre» (Is. 63:16; 64:8; Mal. 2:10). Israel y los israelitas son por igual el hijo o los hijos de Dios, aunque en<br />

Salmo 73:15 sólo lo son los justos, y en Malaquías 1:6 lo son los sacerdotes. Dios actúa para con Israel tanto como padre cuanto<br />

como madre (Dt. 1:31; Is. 66:13). La relación no es natural, y puede ser disuelta. Por una parte destaca la distancia (cf. Mal. 1:6;<br />

Dt. 8:5). Dios tiene un derecho legal sobre Israel, y este tiene deberes para con Dios en respuesta por su cuidado. Por otra parte, la<br />

relación destaca la intimidad. Dios trata con Israel en bondad y en amor. Por eso Israel puede apelar a su misericordia (Is. 63:15–<br />

16). Incluso cuando lo decepciona por su pecado, Dios lo sigue amonestando a que regrese a su Padre amoroso (Jer. 3:14, 22) y<br />

promete que él volverá a recibir a sus miembros como hijos (Os. 2:1). Es, desde luego, por la libre resolución de Dios y no por<br />

generación física que Israel es hijo de Dios, y cuando demuestra ser desobediente a Dios, el término «hijo» se convierte en los<br />

profetas en una expresión para el Israel pecaminoso y culpable (cf. Is. 1:2ss; 30:1, 9).<br />

d. Los nombres personales con «padre» o «hermano» muestran que a los individuos se los puede ver en una relación de padre-hijo<br />

con Dios. No hay nombres similares con «hijo» en el AT, pero tal vez el uso de «vástago» en 1 Crónicas 7:17; Esdras 10:35 cumpla<br />

este propósito.<br />

[p 1193] C. El judaísmo.<br />

I. El judaísmo helenístico.<br />

1. La LXX.<br />

a. La LXX generalmente usa υἱός para ן ֵבּ (ר ַבּ), y menos comúnmente τέκνον y παιδίον. No se puede sacar ninguna conclusión<br />

sólida <strong>del</strong> uso de otros términos diferentes de υἱός p. ej. en Éxodo 4:23 y Oseas 11:1.<br />

[G. Fohrer, VIII, 340–354]<br />

b. Algunos giros especiales son «hijo amado» en Génesis 22:2, e «hijos de sabiduría» (Si. 4:11), de «cautividad» (1 Esd. 7:11ss), de<br />

«Adán» (Si. 40:1); de «la alianza» (Sal. Salom. 17:15), y de «extranjeros» (1 Mac. 3:45).<br />

c. Sabiduría 9:7 y Salmos de Salomón 17:27 adoptan la frase <strong>del</strong> AT «hijos de Dios» para referirse a Israel. En Sabiduría 18:13 la<br />

nación entera es el hijo de Dios, pero no es que cada israelita sea un hijo de Dios (Si. 51:10). Después de la muerte, los justos moran<br />

entre los hijos de Dios (Sab. 5:5).

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