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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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de la muerte y no abandonan a los que se hallan bajo su protección, pero en la antigüedad su función no es de consolar, y los antiguos<br />

tienen más miedo de su envidia que confianza en su amistad. A pesar de todas las apelaciones a la idea de un más allá mejor,<br />

muchas de las afirmaciones en esta línea tienen una nota de incertidumbre y de irrealidad. El mundo de la antigüedad se caracteriza<br />

por una profunda falta de esperanza. A los muertos se los llama bienaventurados, ya sea que sigan viviendo o que cesen de existir.<br />

La transitoriedad como fuente de consuelo es un consuelo frío. El principio pesimista de que la vida es mala y la muerte es una<br />

liberación da testimonio de una sensación desesperanzada de sinsentido. En particular la muerte temprana sugiere la inutilidad <strong>del</strong><br />

nacimiento. Se oyen notas cínicas cuando a los muertos se los invoca para que den la información de que todo lo que se dice sobre<br />

el mundo venidero es falso. Símbolos diversos, p. ej. un pilar truncado, la antorcha extinguida, y la rosa marchita, expresan la falta<br />

de esperanza propia de la antigüedad. Incluso la más noble consolación concluye con una rendición ante la majestad de la muerte.<br />

La antigüedad pagana muestra de un modo «clásico» lo poco que nuestras propias ideas y recursos nos pueden ayudar cuando nos<br />

topamos con las fuerzas que hacen de la vida un ámbito de sufrimiento.<br />

[G. Stählin, V, 779–788]<br />

D. Consuelo y desconsuelo en el AT.<br />

I. El consuelo humano.<br />

1. Quiénes lo dan. En el AT, se llama a los parientes y amigos a que den consuelo (Job 2:11), pero también se llama a personas más<br />

distantes (cf. 2 S. 10:2). Es un honor el que a uno se le pida consolar a los que están de duelo (Job 29:25). Algunos pueden hacerlo<br />

mal (16:2), pero un verdadero consolador es como un rey entre sus soldados (29:25).<br />

2. Medios. Se acostumbran las visitas, y se trae pan y vino (Jer. 16:5, 7). El vino es un solaz especial en momentos de dificultad (Gn.<br />

5:29; cf. Pr. 31:6–7).<br />

3. El consuelo propio. A menudo, los consoladores aconsejan que uno se consuele a sí mismo. El Sirácida aconseja que el luto sea<br />

breve, ya que nada se puede alterar y la lamentación es dañina.<br />

II. El consuelo divino.<br />

1. El desconsuelo. No hay verdadero consuelo fuera de Dios. Los Salmos expresan el desconsuelo humano (69:20; 77:2). Las<br />

Lamentaciones (1:2, 9, 16) y el Eclesiastés (4:1) lo mencionan también. Esa desolación es en última instancia un juicio divino (Is.<br />

51:19).<br />

[p 760] 2. El consuelo. La obra propia de Dios es consolar. Él convierte la desolación en consolación para los individuos (Sal. 23:4)<br />

y para el pueblo (Is. 54:11ss). La gran promesa que se hace a Israel es la de Isaías 40:1ss. El tiempo de la salvación es el tiempo en<br />

que Dios consolará, y transformará las ruinas en un παράδεισος (51:3).<br />

3. Metáforas. Las metáforas <strong>del</strong> pastor (Is. 40:11) y de la madre (66:13) describen el consuelo de Dios. Su pueblo encontrará<br />

consuelo en su pecho (66:11) y en sus regazos (66:12).<br />

4. Los mediadores. Dios canaliza su consuelo por mediadores, p. ej. su palabra (Sal. 119), la Escritura (2 Mac. 5:19), la sabiduría<br />

(Sab. 8:9), y entre los seres humanos los profetas –que juzgan y también consuelan (cf. Ez. 4.ss y 33ss; Jer. 31:18ss)– y especialmente<br />

el siervo (Is. 61:2).<br />

E. El consuelo humano y divino en el judaísmo.<br />

I. El consuelo humano.<br />

1. Ocasiones. Se da consuelo a los parientes que están de luto, a los maestros de aquellos que mueren jóvenes, y a aquellos que están<br />

abatidos por su conciencia.<br />

2. El deber. El deber de consolar les corresponde a los parientes cercanos, a los maestros, a los colegas, a los alumnos, a los vecinos,<br />

etc. Dar consuelo es una buena obra y un modo de seguir a Dios, quien consuela él mismo a los dolientes.<br />

3. Formas. Las principales formas son las visitas y las cartas. Los libros concluyen con palabras de consolación y bendición.<br />

4. Razones. Las razones son en parte las mismas que en el mundo pagano, y en parte bíblicas y judías.<br />

5. Presuposiciones. El conocimiento de la Escritura y la experiencia <strong>del</strong> consuelo confieren la capacidad de consolar.

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